Felicitaciones Iván, un
Enviado por Renzo (no verificado) el
El actual Rector de la UNMSM, Pedro Cotillo, se encuentra en su segundo año de gestión. En lo que va de su mandato, ha recibido acusaciones por corrupción, concentración ilegítima de poder, cooptación de oficinas y autoridades universitarias, prácticas clientelares, etc. A su vez, este año, la presencia del MOVADEF en la UNMSM ha dirigido hacia sí la atención de la prensa y de la opinión pública, que han sobrevalorando su peso y presencia dentro de la universidad.
En este escenario, el Rector Cotillo convocó a una ‘Marcha por la Paz’ para el día 20 de noviembre, como un acto de rechazo a “la violencia” y la “infiltración terrorista” en las universidades públicas. Esta iniciativa, fue criticada desde un sector de estudiantes, que han visto en esta acción una maniobra del Rector para erigirse como “abanderado de la paz” y restar importancia a las denuncias que señalan sus malos manejos. Pero, ¿es realmente el MOVADEF una organización cuya existencia puede constituir un problema para la UNMSM?, ¿de qué hablamos realmente cuando nos referimos a la existencia de “infiltración senderista”? Un acercamiento al desarrollo de la denominada ‘Marcha por la Paz’ puede darnos algunas luces al respecto:
Hacia las 9.30 am, el contingente agrupado frente al Rectorado empezó su movilización, que culminaría alrededor de la 1 pm en la Plaza San Martín. Aproximadamente 1200 personas salieron de San Marcos, portando polos blancos con la principal consigna del día: “Terrorismo nunca más”; llevaban también banderines blancos con la inscripción “Paz”.
Los marchantes siguieron un camino bastante simple. El contingente salió de San Marcos y se desplazó a lo largo de la Avenida Colonial, hasta la Plaza Dos de Mayo; de allí, la movilización siguió por la Avenida La Colmena hasta la Plaza San Martín, lugar en donde se levantó el estrado en el que el Rector Cotillo pronunció algunas palabras. A lo largo del trayecto, se unieron contingentes de otras universidades y de algunos partidos políticos. Según cálculos, la marcha habría convocado en total a un aproximado de entre 2500 y 3000 personas.
Ahora bien, más allá del discurso oficial, ¿cómo entienden la “presencia terrorista” aquellos que participaron en la ‘Marcha por la Paz’? Hice algunas ‘entrevistas fugaces’, buscando opiniones al respecto. Una alumna de Educación Física afirmó que “el terrorismo está presente, de repente, en asambleas, en partidos políticos, hay mucha corrupción para elegir a las autoridades, y acá no hay democracia, sino un autoritarismo”. Al preguntarle que tenía que ver eso con terrorismo, señaló: “a veces las personas que se eligen son comprados, son arreglados […] lo hacen las personas por allí nomás sin informar a los estudiantes”. Al repreguntar cómo se asocia eso con el terrorismo, dijo: “desde allí parte la corrupción […] en parte la corrupción tiene que ver con el terrorismo, porque el terrorismo parte de una lucha contra las reglas […], y si alguien lucha contra las reglas es porque hay parte de corrupción, malas informaciones y todo”. Respecto del MOVADEF, opinó que “es algo que va contra las reglas, contra la paz, contra una civilización tranquila, que es lo que todos queremos”.
Dos alumnos de Turismo señalaron que MOVADEF “solo estaban embarrados de corrupción y violencia” y que había que “unirnos a esta lucha […] porque somos totalmente opuestos a todo acto de violencia, y eso significa MOVADEF”. Respecto de si alguna vez han visto actos de violencia por parte de esta agrupación, respondieron: “nosotros sabemos, o hemos escuchado de nuestros padres y abuelos que nos comentan en los ochenta lo que fue el MOVADEF”; luego, al preguntarles si para ellos MOVADEF es Sendero, respondieron “sí, absolutamente”.
Un muchacho del elenco de baile del Centro Cultural San Marcos dijo estar de acuerdo con la marcha porque “nosotros mismos nos perjudicamos apoyando a algo que no tiene que ver con nosotros [en referencia a la violencia]”. Sobre MOVADEF, admitió estar desinformado: “no sé mucho lo que significa MOVADEF, pero por lo que estoy oyendo parece ser una campaña de apoyo al terrorismo, pero yo no estoy de acuerdo en eso ya que el terrorismo a nosotros nos ha hecho mucho daño”. Tampoco supo explicar cómo actuaría hoy el terrorismo en la universidad: “no sabría decirte eso porque no le he vivido todavía […] pero los alumnos son los que más pasan todo eso, pintar las aulas y todo eso, que te lleva a algo fuera de lo común”.
Un trabajador de la Facultad de San Fernando afirmó que el terrorismo en la universidad se expresa “sobre todo el chantaje”, es decir “amenazas del tipo ‘cuídate’, ‘ya sé con quién andas, quién es tu familia’”, pero aclaró que “eso se daba eso antes, hoy día no”. Dijo, sin embargo, que “MOVADEF es una fachada del terrorismo”.
No obstante, parece haber un amplio ‘sentido común’ según el cual no se debe de responder de forma autoritaria al MOVADEF. A la pregunta sobre cómo combatirle, las respuestas fueron: “a través de las ideas”, “a través del estudio”, “democratizando a la universidad”, “con ideas y no con la fuerza”, “saliendo a las calles y haciendo más marchas”, “dando charlas”, y otras similares.
Estas son algunas de las impresiones encontradas respecto de cómo se ve el objeto de rechazo de esta marcha (“terrorismo”, “violencia”, “MOVADEF”). No parece haber existido una idea clara de qué es aquello contra lo que se estuvo marchando. Se identificó “terrorismo” con chantaje, corrupción o amenazas a la integridad. A su vez, mientras algunos igualaron a MOVADEF con terrorismo, hubo quienes señalaron como improbable que esta organización esté en la capacidad de hacer resurgir un proyecto terrorista; otros, explicaron que, más que ser terroristas, lo que hace MOVADEF es reivindicar a figuras terroristas. A la pregunta por las formas de combate al “terrorismo” o la “violencia” las respuestas fueron vagas y bastante corrientes. En general, la imagen que queda de la ‘Marcha por la Paz’ es la de un contingente marchante conformado por personas sin conocimiento suficiente respecto de qué es el MOVADEF, cuáles son sus objetivos, y qué cosas implican la denominación “terrorista”.
Así, mientras la mayoría se mostró de acuerdo con formas no autoritarias de combatir a agrupaciones radicales, Cotillo parece apostar por lo contrario: asociar al estudiantado crítico con el terrorismo y expulsar de la universidad a quienes comulguen con ideas senderistas.
De todo esto, queda la impresión de que los manifestantes entendieron cada uno a su manera el “rechazo a la violencia y el terrorismo”, y que dichas nociones no coinciden con la imagen que el Rector tiene en su cabeza respecto de cómo llevar adelante esta causa. Así, mientras la mayoría se mostró de acuerdo con formas no autoritarias de combatir a agrupaciones radicales, Cotillo parece apostar por lo contrario: asociar al estudiantado crítico con el terrorismo y expulsar de la universidad a quienes comulguen con ideas senderistas (en declaraciones dadas al semanario Caretas, el Rector Cotillo afirmó que organizaciones estudiantiles como Integración Estudiantil, La Zurda, el Taller de Estudios Políticos y el colectivo José María Arguedas, las cuales mantienen un discurso crítico hacia su gestión, “responden al mismo cordón umbilical” que MOVADEF, lo cual es falso). Si esto es así, difícilmente podrá el Rector constituirse en una figura que lidere de manera sostenida el rechazo a la “violencia”, al “terrorismo” o al MOVADEF. Asimismo, sorprendió la ausencia –tanto en la movilización como en el estrado- de algún representante estudiantil que ocupe algún cargo formal de representación, lo cual habría servido para subrayar el carácter institucional de la marcha y reforzar el vínculo con los alumnos que apoyaron su realización.
A las 9.30 am, en la Plaza Dos de Mayo, se reunió un grupo estudiantes con el objetivo de “desenmascarar” esta maniobra del Rector. El llamado fue hecho tanto por alumnos políticamente independientes como por aquellos que participan de distintas organizaciones de izquierda presentes en la universidad. Se trataba de estudiantes pertenecientes sobre todo a las facultades de Ciencias Sociales y de Derecho y Ciencias Políticas y su número no era superior a 50.
Este conjunto estudiantil lanzó constantemente arengas en un tono crítico y disonante: “Ni Cotillo ni Sendero, San Marcos es primero”, “Cotillo y ‘Gonzalo’ están desinformados” y “Cotillo incapaz, se lava la cara con la marcha por la paz”, fueron algunas de las consignas que se escucharon. Declaraciones dadas a diferentes medios de prensa por parte de estos estudiantes denunciaban diversas irregularidades: corrupción; propiciación de la mediocridad académica; intervención de 7 facultades mediante Decanos ‘encargados’; instrumentalización del miedo para asociar con MOVADEF cualquier crítica hacia su gestión; criminalización del movimiento estudiantil mediante la aplicación de un nuevo Reglamento de Procesos Disciplinario; y el haberse coludido con las agrupaciones que ahora rechaza (MOVADEF y otras organizaciones o actores con un discurso filo-senderista), con la finalidad de acumular poder político, llegar a Rectorado y mantener control sobre otros espacios universitarios.
La capacidad de este conjunto de alumnos para este tipo de luchas políticas contrasta con la pasividad del contingente que apoyó a la marcha. Mientras que este no supo hacer sentir un discurso claro ni generó consignas que capten la atención, aquel fue claramente preparado con argumentos en contra de la gestión del Rector, cuestionando su liderazgo sobre esta marcha. Además, supieron manejar adecuadamente el hecho de ser una minoría respecto del total de marchantes: en lugar de acompañar a la marcha y plantear críticas constantemente, se posicionaron estratégicamente en dos de los lugares de concentración (Plaza Dos de Mayo y Plaza San Martín), desde donde poder darle mayor resonancia a sus arengas, y atraer así la atención de la prensa.
No obstante, este sector crítico tiene sus propias limitaciones: las caras allí presentes son las mismas que participan de los espacios políticos de sus Facultades, y las mismas que intercambian comentarios de Facebook, y las mismas que van a las demás marchas o acciones que en diferentes momentos se producen. Es decir, se trata de un conjunto de alumnos bastante politizado que difícilmente consigue adherir hacia sus demandas a otros estudiantes. Además, internamente enfrentan también divisiones y discrepancias, que son muchas veces más acentuadas de lo que a primera vista parece. En ese sentido, si bien demostraron una buena capacidad para reaccionar ante una situación coyuntural complicada, les queda aún demostrar que pueden llevar su agenda más allá de ellas, y que pueden expandirla a un círculo más amplio de estudiantes.
Es difícil imaginar cómo puede concretarse el constante llamado a “combatir ideológica y políticamente al MOVADEF” cuando faltan organizaciones políticas con una agenda claramente definida y estudiantes con liderazgos ampliamente legitimados. Por el contrario, la fragmentación y la fragilidad de alianzas que caracteriza a la política estudiantil de la UNMSM permite que ganen terreno prácticas que privatizan la política y discursos autoritarios. Pero, más aún, la inexistencia de un espacio discursivo compartido por los estudiantes interesados en política, imposibilita cualquier tipo de debate fructífero, pues no es posible ni siquiera fijar los términos del mentado “combate ideológico”. Cualquiera que haya visto cómo ocurren estas discusiones, ha sido testigo de cómo fluyen de manera desordenada términos como “violencia revolucionaria”, “víctimas”, “izquierda”, “izquierda burguesa”, “democracia”, “pueblo”, “reconciliación”, “justicia”, “guerra”, etc., sin que nadie sepa bien qué significado les atribuyen los debatientes. Cuando los significados se encuentran tan sueltos, ¿es posible acaso el intercambio de argumentos –condición del “combate ideológico”-?
Una expresión reciente que se viene utilizando para denominar la presencia de MOVADEF en las universidades públicas es la de “infiltración senderista”. Normalmente, el sustantivo “infiltración” nombra la presencia encubierta de un agente dentro de algún lugar, o refiere a discursos ambiguos que persiguen fines poco claros. No es este el caso de MOVADEF: se tiene una idea aproximada de cuántos son, se conocen a sus líderes y las agrupaciones que les dan respaldo, y –para hacer más complejo el escenario- se conocen las conversaciones y pactos que logran establecer con algunas autoridades (por lo demás, si partidos de alcance nacional como el APRA o PPC–por nombrar algunos- tuvieran presencia en las universidades, nadie hablaría de “infiltración aprista” o “infiltración pepecista”).Por eso, hablar de “infiltración senderista” plantea falsamente el tema de la presencia de MOVADEF en San Marcos. Al ser una organización cuyo discurso y prácticas son conocidas, y cuya propuesta política no pasa por generar levantamientos armados (y, no está demás repetirlo, no se trata de una organización terrorista), la característica de esta organización que constituye un problema para la UNMSM no es una que se resuelva en ámbitos legales, con normas que pretendan negarle el derecho a tener un discurso político –por inaceptable que sea-; el problema es otro: su perverso pragmatismo. La consecuencia de esto es doble. Primero, su acción política apunta a disputar el control de oficinas universitarias, puestos de docencia y cargos administrativos, orientando su desempeño no en función de una mayor eficiencia burocrática y/o de la elevación del rendimiento académico, sino a favor de beneficios de grupo. Se trata de un comportamiento que, además, es eficaz en tanto que cuenta con el apoyo de autoridades de rango alto, tratándose así de un problema que va más allá de MOVADEF.
Segundo, este pragmatismo perverso tiene su correlato en un discurso que banaliza el asesinato y el crimen denominándolos “costos de la guerra”, justificándolos bajo la idea de que lo que se libró entonces fue una “guerra política”. Esta banalización es la misma que cometen los representantes de la derecha conservadora cuando llaman “excesos” a las masacres perpetradas por agentes de las FFAA y relativizan los daños sufridos por quienes fueron afectados durante el conflicto interno.
Este lenguaje, que se disfraza de pacifista apelando a palabras como “perdón, “reconciliación”, “amnistía”, “paz” e “indulto”, minimiza la dimensión de las consecuencias dejadas por la violencia. Ese es el lenguaje de la atroz indolencia: el día en que esta forma de nombrar las cosas se convierta en sentido común, habremos perdido el corazón. Y esa será, entonces, la más vergonzante derrota.
Enviado por Renzo (no verificado) el
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Felicitaciones Iván, un artículo bastante objetivo y bastante neutral. El Perú es un país con muchas luchas internas al igual que el resto del mundo...
Felicitaciones Iván, un artículo bastante objetivo y bastante neutral. El Perú es un país con muchas luchas internas al igual que el mundo...