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LIBERALISMO Y

LIBERALISMO Y SEUDOLIBERALISMO. La Revocatoria es el dilema. ( ser o no ser). A muchos liberales les desagrada reconocer como parientes ideológicos a otros que reclaman para sí la misma denominación. Esto es normal, porque ahora es de buen tono proclamarse “liberal” –como lo era llamarse “marxista” en los años setenta–, y se puede suscribir idearios que van desde el anarquismo hasta el autoritarismo más extremo, todo en nombre del liberalismo.
Tampoco esto es nuevo, pues siempre que uno suscriba una ideología con cierto impacto social inevitablemente encontrará en el vecindario a fulanos impresentables, como Pol Pot y Abimael Guzmán para los marxistas, o Torquemada y sus epígonos nacionales para los católicos. De allí vienen las descalificaciones y el problema es siempre quién tiene la autoridad para calificar lo “auténtico” y lo “falso”.
Afirmé que, contra lo que muchos creen, ser liberal no es necesariamente ser amigo de la democracia política y social, pues hay liberales que asumen la desigualdad entre los humanos como natural y condenan como un atentado contra la libertad (especialmente la económica) cualquier intervención que intente combatirla. Por otra parte, no se suele distinguir entre el liberalismo económico y el liberalismo político, lo cual tiene importantes consecuencias.
Norberto Bobbio –uno de los más grandes teóricos del liberalismo– apuntaba agudamente que el liberalismo económico y el liberalismo político son distintos desde sus orígenes, porque sus objetivos son diferentes. El liberalismo económico nació asumiendo la defensa de la libertad de mercado. En cambio, el liberalismo político definió como su razón de ser la defensa del individuo, amenazado por el siempre creciente poder del Estado. Su objetivo fundamental fue entonces la defensa de los derechos de los ciudadanos.
Siendo sus objetivos claramente distintos, liberalismo económico y liberalismo político no siempre estuvieron juntos. Como Bobbio muestra, grandes liberales políticos, como Rousseau, eran profundamente hostiles al liberalismo económico (en esa época denominado librecambismo), porque al profundizar la desigualdad económica entre los individuos éste termina constituyendo una amenaza para la democracia.
A su vez, liberales económicos militantes, como Hobbes, eran profundamente autoritarios en lo político y se sentirían perfectamente cómodos obedeciendo a regímenes represivos capaces de arrasar los derechos ciudadanos que el liberalismo político defiende, siempre que la libertad de comercio estuviera asegurada. Se entiende entonces por qué hoy personajes que se llaman a sí mismos “liberales” defienden los regímenes de Alberto Fujimori y Augusto Pinochet.
Hoy es fácil constatar que muchos fanáticos liberales económicos, ardientes defensores de la libertad de mercado, son absolutamente autoritarios en lo político y se lucen como entusiastas promotores de las medidas represivas para imponer el libre mercado. Esto es parte de la historia mundial contemporánea. Los ajustes estructurales impulsados durante las tres últimas décadas por los liberales económicos (conocidos en la jerga política como “neoliberales”, e impuestos por organismos multilaterales bajo el control norteamericano, como el FMI y el Banco Mundial), como la privatización de las empresas públicas, la eliminación de los controles a los capitales extranjeros y la apertura de los mercados nacionales, suponen, entre otras cosas, destruir derechos fundamentales que los trabajadores conquistaron a costa de duras luchas durante el siglo XX: derecho al trabajo, jornada de 8 horas, salarios dignos, estabilidad laboral, seguridad social, etc. Como es natural, éstos no van a renunciar a sus conquistas sociales sin luchar. De allí que el neoliberalismo vea a la democracia como un enemigo del cual es necesario desembarazarse.
Una ideología muy extendida sostiene que el liberalismo económico y el político están indisolublemente asociados, porque la libertad de mercado da a los consumidores la posibilidad de elección, y la libertad es precisamente la capacidad de escoger. Esto es pura ideología, primero porque la vida es bastante más que la economía y en segundo lugar porque en la economía de mercado sólo disfrutan de la libertad de elegir quienes tienen dinero para comprar. Donde la mayoría de la población es pobre pocos pueden ejercen semejante libertad.
El mercado libre se ha impuesto en el mundo a través del autoritarismo y no extendiendo la democracia, como lo atestigua la imposición de los ajustes neoliberales. Esto es historia presente, hoy, en Europa.
A pesar de todo, un Muy Feliz 2013

NO A LA REVOCATORIA DE LOS CORRUPTOS.
NOTA: Antes de un comentario necesario mi solidaridad principista con el luchador antimperialista Presidente venezolano Hugo Chávez.
Muy cierto algunas afirmaciones del escritor de izquierda N. Manrique , pero ahora para definir a los amigos de los enemigos , por encima de esta unidad democratica amplia contra el enemigo principal el cruel neoliberalismo , si es que somos mariateguistas y socialistas , la clave de las diferencias para la unidad de acción de todos los democratas y progresistas estan la firmeza en la defensa de los derechos basicos conquistados por la humanidad , por el pueblo y por los trabajadores.
Cuando en la coyuntura y confrontación política que se agudiza ha pasado a primer plano la ofensiva politica unida de la derecha ultraconservadora y fascista que arremete contra todo lo positivo avanzado por el pueblo y que ahora en Lima se expresa en la gestión municipal de Susana Villarán , lo que corresponde a las fuerzas populares y patrioticas es cerrar filas y unirse haciendo un solo puño para responder el golpe a las pretenciones reaccionarias aprofujimoristas de derrocar o revocar el triunfo popular del 2010.
EN EL MOMENTO ACTUAL TODO NOS UNE NADA NOS DIVIDE.
LA REFORMAS EN LIMA NO DEBEN PARAR

Entrevista