Aprendiendo a tocar la Conga

Aprendiendo a tocar la Conga

Ideele Revista Nº 214

La conga es un instrumento musical propio de los ritmos caribeños. Ray Barreto, el famoso músico salsero y virtuoso exponente de la conga, era conocido por su apelativo de “manos duras”. Pareciera que un sector de la sociedad lee los conflictos sociales como si escuchara música y recomiendan una solución implacable. Nuestro país ya padeció de este discurso y votó en contra de él. ¿Qué otras maneras existen para tocar las congas? Opinan el psicoanalista Jorge Bruce y la socióloga Alejandra Alayza.


De Bagua a Conga. Por un lado se percibe mayor diálogo, pero por otro el Presidente dice categóricamente ‘Conga va’. ¿Cuáles consideras que son las lecciones que se han aprendido y cuáles no?


Jorge Bruce
: La pregunta da en el clavo. Lo primero que habría que señalar es que este Gobierno no tiene una actitud de desprecio por sus ciudadanos, como sí era bastante claro en el gobierno de García, regido por la visión del “perro del hortelano”. Hay mucho más respeto, escucha, atención.

Efectivamente, ha sido precipitado decir ‘Conga va’, imponiendo algo que justamente debería entrar en debate y discusión. Dígase lo que se diga, hay una buena cantidad de gente preocupada, afectada y asustada con el proyecto y que teme que los afecte de una manera vital. No soy técnico, pero lo primero que hay que aceptar es que hay una discusión. No se puede decir ‘el EIA está aprobado, entonces Conga va’. Hay que entrar en una fase de consulta. Ahí el Gobierno ha patinado, pero está a tiempo de corregir.

Si los habitantes de esa región tienen tanta desconfianza, habrá que escucharlos, porque tampoco es que no conozcan. Yo no sé si tienen razón o no, pero lo que sí sé es que no se puede imponer un proyecto contra la voluntad de la gente que vive ahí. Es un principio elemental. Además, es un modelo de algo que va a reproducirse, con ciertas variantes, en adelante; de modo que tiene que ser manejado con mucho tacto, con mucho cuidado y tratando de aprender lo mayor posible de esta experiencia.

Alejandra Alayza: En nuestro país, ya sea con gobierno de derecha o de izquierda, todavía tenemos pendiente una exclusión de fondo en relación con la orientación del desarrollo de los territorios y el mejor uso y la sostenibilidad de los recursos naturales.

Lo que el conflicto de Conga muestra es una diferencia de perspectivas en la lógica del desarrollo. La lógica del costo-beneficio, en esta discusión, muestra que hay un análisis de costo-beneficio que todavía es muy restringido. Mientras que los de Lima pensamos o piensan mayoritariamente que los recursos que deja el proyecto Conga son grandes, porque son inmensos, hay otras miradas que plantean que los beneficios que nos deja hoy el tipo de ecosistema alrededor de las lagunas tiene un valor que no se puede contabilizar y que sería mayor que el de Conga. Es un primer gran mensaje que está más allá de las izquierdas y de las derechas.

Un aprendizaje que puede ser muy valioso pero que también podría ser perverso, es mejorar los canales de diálogo desde esta disposición a no cerrarse y a no despreciar la demanda local. En un contexto de conflicto, a pesar de que el presidente Ollanta se ha expresado a favor del avance del proyecto Conga, ha habido un pronunciamiento muy cuidadoso en relación con los actores locales desde los sectores gubernamentales. Más allá de que la derecha diga lo que dice, es importante reconocer eso como por lo menos un cuidado que no ha exacerbado los ánimos. Es un aprendizaje importante. La valerosa lección de Bagua ha generado una movilización masiva y multitudinaria pero pacífica en el caso de Cajamarca.

Lo que no se ha aprendido es que los conflictos llegan porque los problemas persisten. Conga está en problemas no solo porque no se haya dialogado, sino también porque lo que tenemos es una institucionalidad desequilibrada en lo que concierne a la promoción y la protección de los inversionistas. La pérdida de confianza en instrumentos como el EIA, que es el caso de Conga, muestra el agotamiento de la confianza hacia las instituciones del Estado.

La sociedad de Cajamarca defiende el agua como sinónimo de vida y rechaza a la minería por su prontuario histórico. El Gobierno argumenta y trata de convencer con datos económicos y promesas sociales. ¿Se está negociando en el mismo plano? ¿Realmente es un diálogo?

Jorge Bruce: Estos diálogos siempre son asimétricos y creo que el papel del Gobierno debería consistir en compensar la asimetría. No sé si el Gobierno esté entendiendo eso. Una asimetría que suele haber entre una gran empresa muy poderosa con recursos económicos gigantescos y personas que están organizadas de manera precaria y coyuntural. Esto se presenta en el mundo entero no solo con las mineras sino con cualquier gran empresa y los llamados consumidores.

El Gobierno, se supone, debería tener un rol equilibrante. Ahí falta reflexión por parte del Gobierno; o de algunos en el Gobierno. No está ofreciendo un papel coherente, porque se escuchan voces discrepantes. Lo que definitivamente hay que abandonar es el discurso simplista y reduccionista de tildarlos de agitadores y extremistas que, así los haya, obviamente no son la causa principal del problema.

Todo eso va a requerir diálogo, escucha y aprendizaje, no soluciones apresuradas con el criterio de que no se puede desperdiciar el recurso minero, que es importantísimo —cosa que es cierta—, pero que no se puede hacer a cualquier precio. Ahí el Presidente tiene una gran oportunidad de decir ‘Conga va si es que…’. Si es que se cumplen tales y cuales requisitos. Si dices solo ‘Conga va’, estás repitiendo las palabras de Alan García.

El Gobierno debe tomar una posición coherente, unida y clara en sintonía no solo con las ganancias de la explotación del oro. La famosa disyuntiva del oro o el agua tiene que dejar de ser una disyuntiva. Si no puede ser oro y agua, entonces no puede ser Conga. Y eso está en entredicho debido a la desconfianza de los estudios de impacto ambiental que se perciben más como una formalidad a favor de las empresas. Yo también tendría desconfianza.

Alejandra Alayza: Se están moviendo elementos de información y argumentos de ambos lados, pero no sé si se está dialogando, porque el punto de partida para un diálogo es una voluntad de escucha y comprensión de la otra parte. Hacer un diálogo sobre una decisión tomada y en el contexto en el cual las personas que dialogan no asumen que hay buena fe por el otro lado, es harto complicado.

Tengo la sensación de que Conga vuelve a mostrar nuevamente una Lima moderna, que piensa en las oportunidades de estos recursos que la globalización ofrece como una manera de insertarse en esa globalización, pero que no responde a esta otra identidad nacional mayoritaria y expresiva y demandante de otras formas de desarrollo legítimas y viables.

Sorprende escuchar el desprecio con el cual líderes de opinión pública interpretan todo esto como una conspiración de partidos radicales de izquierda. Hay una subestimación de lo que se está cuestionando con la defensa de las lagunas. Los impactos del cambio climático se sienten y la gente siente los cambios en sus medios de vida y los impactos de las actividades extractivas en sus territorios. La otra cosa es que la fe en la ingeniería, que para nosotros en Lima resulta tan normal, para quienes viven en el campo y valoran y tienen una relación con la naturaleza tan distinta es de otra índole.

"Ha sido precipitado decir ‘Conga va’, imponiendo algo que justamente debería entrar en debate y discusión. Dígase lo que se diga, hay una buena cantidad de gente preocupada, afectada y asustada con el proyecto y que teme que los afecte de una manera vital." - Jorge Bruce

La comunicación es más que palabras. ¿Cómo se percibe la estrategia de comunicación del Gobierno?

Jorge Bruce: Yo tengo expectativas más altas con este Gobierno que con el anterior, que estaba claramente de parte de la gran empresa. Alan García lo dijo en todos los tonos. Ollanta Humala es más equilibrado, pero es verdad que hay un problema de los mensajes y las señales que están siendo enviados. Esto quizá porque hay discrepancias internas y están trabajando en eso y no logran consolidar una estrategia. La comunicación es el reflejo, el síntoma, no la sustancia ni el meollo del asunto. Si no hay una adecuada comunicación es porque no hay una adecuada posición.

En el Perú, desgraciadamente, los gobiernos suelen ser muy improvisados. La mayoría de personas que llegan a la presidencia no han pasado, como en otras sociedades, por todo el aprendizaje político que implica ser regidor, concejal, alcalde, etcétera. Amanecen y son presidentes de la república. No hay experiencia previa. Lo bueno, lo nuevo, es que creo que acá sí hay buena voluntad.

Alejandra Alayza: Hay una dimensión en lo que concierne a las estrategias de comunicación, pero creo que éstas se diseñan y se implementan y responden a visiones y prioridades. Más que una estrategia de comunicación, lo que se nota es que el ímpetu de la gran transformación, propio de la campaña electoral, se enfrenta en el escenario del Gobierno a una inmensa presión de poderes fácticos. Un inmenso reto que obliga a que el Gobierno asuma muchas decisiones tomadas en el gobierno anterior. El asunto es si ésa puede ser la excusa permanente que lleva a tener un diálogo en dos términos. La gran transformación tiene también obligaciones asumidas previamente. Hay apuestas políticas que se pueden implementar y que se deberían priorizar. Una de ellas tiene que ver con la discusión de quién, cómo y con qué calidad se discuten los EIA en el país: o cuán adecuados son o no estos proyectos extractivos en el Perú.

Hay quienes dicen que se siente a un Presidente aislado, raptado de las decisiones desde Palacio, en estos foros internacionales inicialmente y luego en la relación con los grandes actores económicos. Hay que decir que hace el esfuerzo. Son expresiones de tratar de equilibrar un poco la cancha, pero es preciso regresar a las regiones; si no tiene la capacidad de responder con propuestas razonables para las demandas locales, la llegada es una llegada muy frustrante y que puede generar conflictos aun mayores. Realmente el ir o no ir a Cajamarca, como la estrategia de comunicación, responde a la prioridad y a la capacidad de dar solución al conflicto y a problemas como a los que estamos atravesando.

Más allá de Conga, ¿qué temas crees que son prioridad para el Gobierno, tanto para resolver como para empezar a implementar o desarrollar?

Jorge Bruce: Un tema que a mí me preocupa es todo el asunto del conservadurismo en una serie de aspectos que tienen que ver con los derechos sexuales y reproductivos. Ahí hay una enorme oportunidad para este Gobierno de corregir cosas. Estamos atrasadísimos en una serie de aspectos como la píldora del día siguiente, el protocolo del aborto terapéutico, la ley que penaliza la sexualidad adolescente y muchas cosas más. Serían golazos.

No si está en su línea, pero sí sé que hay que reclamárselos. La legislación que nos ha dejado el gobierno anterior es una legislación muy influida por los sectores más conservadores de la Iglesia católica, y esto es fatal para mucha gente. Fatal, literalmente: muere.

Está todo servido para que actúen como un Gobierno moderno, del siglo XXI, no como esta cosa retrógrada y ultraconservadora que tenemos ahorita.

Alejandra Alayza: Los conflictos sociales abren una discusión bien grande en la agenda nacional. Hay un inmenso pendiente ligado a los temas de institucionalidad ambiental que pasan no solamente por evitar los conflictos, sino también por imaginarnos otras estrategias de desarrollo en el país. La discusión que ha puesto sobre la mesa el propio Gobierno, sobre el ordenamiento territorial, es una discusión muy importante pero harto compleja, que requiere ver e imaginar, por ejemplo, un Ministerio de Agricultura activo y con recursos, con capacidades para generar capacidades productivas locales que mejoren la calidad de vida de los pequeños agricultores agrarios. Hay que equilibrar este modelo, la idea de que el modelo agrario competitivo y moderno es la única manera de hacer agricultura en el Perú.

La seguridad alimentaria en el país depende de los pequeños agricultores agrarios, un sector profundamente abandonado, sin créditos y con una agenda gruesa. Esa inversión rural no solamente pasa por política agraria, sino también por descentralizar la atención y el bienestar, la salud, la educación, que son otros dos sectores claves. Lo vemos en las últimas semanas con el problema de abastecimiento de medicamentos. Si ésas son las demandas desde aquí, de Lima, imaginemos qué cosa está pasando a nivel nacional. Se requiere la discusión de la descentralización, no desde la lógica de la descentralización de los gobiernos regionales, sino desde el urgente nivelamiento de cancha al que cualquiera aspiraría pensando en la inclusión social.

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