Que bien Carmen,
Enviado por Jorge Silva Mora (no verificado) el
Ha acercado a la terapia psicológica a las masas a través de la radio, ella misma es un fenómeno mediático. Habla sin ambages. Ha atendido a miles de personas en terapia personal y radial. Tiene formación psicoanalítica, pero rompe los esquemas de esta disciplina con una metodología muy particular.
Tienes sensibilidad social y te interesa ayudar a la gente. ¿Siempre fuiste así?
Mi familia era pobre. Yo he sufrido en carne propia las diferencias sociales. En el colegio Abraham Lincoln, donde yo estudiaba, era evidente la diferencia social con mis compañeros. En la Universidad Católica yo veía cómo se agrupaban los chicos de colegios de primera. Mi extracción social era diferente. Recuerdo que mi padre había comprado un terreno en La Castellana cuando era un descampado. Para poder construir vendimos la casa que teníamos en Lince y mientras tanto nos fuimos a vivir al fondo de la casa donde mi mamá había construido unos cuartitos para alquilar. Eran muy precarios a tal punto que una vez que regresamos del colegio, el techo se había caído sobre nuestras camas. Por eso quizás siento la angustia que da la pobreza.
¿La elección de la psicología tuvo que ver con eso?
No creo. Como la mayoría de los psicólogos, llego a una psicoterapia grupal por problemas personales. Así conozco a Saúl Peña, que es mi maestro. Después, él me invita a la Escuela de Psicoterapia Psicoanalítica Sigmund Freud. Fueron cuatro años de estudios muy rigurosos cuando me formé como psicoterapeuta psicoanalítica.
¿Qué estudiaste previamente?
Estudié dos años de Letras en la Universidad Católica. Mientras estudiaba trabajé como profesora de castellano en el Divino Maestro. Mi padre siempre decía que si se hacía algo tenía que hacerse bien, por ello entré a la Facultad de Educación y estudié tres años, más uno de Doctoral. Paralelamente estudié los cinco años de Derecho.
¿Ejerciste tus dos profesiones?
Puse una pequeña escuelita de primaria en el año 1968, pero como no estaba contenta, me matriculé en un curso en la Escuela Superior de Administración Pública, en la época de Velasco. Fui nombrada como abogada especializada en planeamiento de desarrollo en el Ministerio de Industrias, y la primera directora general de la Comunidad Industrial.
¿Eras velasquista?
Admiraba mucho a Velasco. Cuando falleció, yo estaba en primera fila. Él creía en el proceso revolucionario y era un ser muy sensible. Yo trabajaba cerca de Virgilio Roel y conversábamos muchísimo; mejor dicho, aprendía muchísimo de él. Creo que fue allí donde se me despertó la preocupación por la justicia social sin tener clara una ideología. Viajé en el avión presidencial con Velasco y el ministro Dellepiane para instalar comunidades industriales en Chimbote donde estaba Sider Perú. Yo era más pragmática que intelectual. Pero muy entusiasta.
¿Conociste personalmente a Velasco?
Sí, en el avión presidencial y años más tarde en un Consejo de Ministros. Me impactó mucho su presencia. Sentí la fuerza que trasmitía y la honestidad de sus palabras. Tenía unos ojitos que se movían de un lado a otro y que te escrutaban. Fuimos al Consejo para explicar sobre la marcha de ENCI. Yo había participado en la norma legal que creó ENCI. Recuerdo que Velasco estaba en la cabecera de una mesa en forma de V, y detrás, con los brazos apoyados en el sillón de él, estaba el general Graham que era presidente del COAP- Comité de Asesoramiento Presidencial- y que era de su absoluta confianza. En un momento, Velasco nos preguntó si sabíamos para qué se había creado ENCI. Cuando le repetimos lo que decía la norma, que era para ahorro de divisas, nos dijo con una voz intensa: “Se equivocan, es para controlar a la prensa”. Fue impresionante la forma y tono en que lo dijo. En ese momento estaba en auge el desarrollismo en América Latina, la sustitución de importaciones, creación y fortalecimiento de empresas estatales.
¿Te pareció correcta la expropiación de los medios?
En ese momento yo no tenía una formación ideológica. Pero, por ejemplo, sí me pareció bien que se expropiara la International Petroleum Company por todas las injusticas que se habían cometido. Yo conocí a un comandante de Marina, Alberto Rubio Watkins, que fue en algún momento presidente de ENCI, honestísimo, fue expulsado de la Marina porque mató a un norteamericano en el Club de Talara- en el que no se permitía el ingresó de peruanos- por orinarse encima de nuestra bandera. El gringo hizo caso omiso cuando el Comandante le dijo que parara de hacerlo. Él me contaba que estando en la bahía le habían avisado que los gringos habían tirado una bandera al suelo y estaban haciendo burlas de ella. Al día siguiente lo sancionaron sacándolo de la Marina.
Lo que no se puede negar es que el Perú cambió y no volvió a ser el mismo. ¿Por qué crees que el proceso se truncó?
No había un partido detrás, no había una ideología clara. Pero fue un momento histórico y ya nada puede borrarlo. Hubo un cambio sustancial, a pesar del odio tan grande que hasta hora sienten los sectores dominantes. El Perú nunca fue el mismo después de Velasco. La historia un día le dará el verdadero reconocimiento.
Llegas al psicoanálisis como paciente por un problema personal. ¿De pareja?
Sí, mi amigo Régulo Agusti me dijo que fuera donde Saúl Peña cuando mi esposo y yo atravesábamos por una crisis. Estuve muchos años con Saúl y, casi paralelamente a estudiar en su escuela, estudié psicología. ¿Puedes creer que he estudiado 22 años de estudios superiores? No porque sea una intelectual sino por mi historia familiar. Mi padre me creía muy inteligente y me admiraba cuando yo estudiaba. Cada vez que abro un libro, quizás inconscientemente estoy otra vez con mi padre.
¿Entonces es cierto eso que se dice de los psicólogos: que estudian psicología para resolver sus propios problemas?
Pienso que sí. Cada cosa que haces tiene que ver con tu mundo interno. He observado que muchos que no tienen tanta facilidad para vínculos sociales eligen carreras más o menos solitarias como Ingeniería minera o investigación. No existe la casualidad.
Sobre la psicoterapia y el psicoanálisis. ¿Cuáles son las diferencias básicas?
En las dos escuelas exigen formación profesional previa,cuatro años de estudio, análisis personal y supervisiones de casos. Los psicoanalistas hacen diván donde la regresión del paciente es mucho mayor y el objetivo es el descubrimiento del inconsciente. Su frecuencia es de varios días a la semana.
Los psicoterapeutas psicoanalíticos tenemos mayor intervención: hacemos señalamientos, confrontaciones, contradicciones y lo hacemos cara a cara. El terapeuta es mucho más activo. Psicoanalizarse es un proceso de largo aliento. En la psicoterapia analítica puedes conversar con el paciente. Para mí es importante mirar y sentir lo que me dice con todo su ser. Yo hago psicoterapia psicoanalítica con un método que tuvo como base lo que aprendí en la Escuela pero que se ha ido transformando a la luz de las necesidades de las personas que buscan ayuda.
¿Pero eso no es romper una de las reglas del psicoanálisis?
Creo que para muchos debe serlo. Pero hay que recordar lo que dijo Freud al final de su vida: que lo que cura no es necesariamente la técnica sino el amor.
¿Y cómo se te ocurrió hacerlo?
Yo creo que esto empezó en la radio. No me sentía bien dando consejos porque funcionan sólo cuando se está de acuerdo con ellos. Empecé a interpretar. Entonces tenía que tratar de interpretar las verbalizaciones y a conectar lo que me decía con su historia. Probablemente me equivoco muchas veces, pero trato de seguir el hilo conductor de la emoción y de la palabra. Hay una técnica detrás que no se visualiza.
¿Cómo puedes hacerlo sin ver a la persona?
El oído se afina, y como además oímos con las orejas pero escuchamos con el alma, puedo descubrir las emociones de los que me llaman. En la radio hay una relación intensa con el paciente. Como hay poco tiempo hay que darse íntegramente. Las personas hablan y yo las escucho, tratando de “leer” las emociones detrás de las palabras, conectándolas con su historia personal. Uso también la asociación libre flotante. Hay un hilo conductor. De acuerdo a la voz del paciente yo siento lo que debo decir. Siento e interpreto su voz, lo que dice, sus silencios, su respiración, sus suspiros. Todo ello me hace ver a quien tengo detrás del micrófono. La psicoterapia psicoanalítica tiene de técnica, de ciencia y arte. Me dicen “doctora Cachetada” porque puedo ser muy fuerte, pero también puedo ser muy tierna. Ya tengo 20 años en esto.
Es bueno que la gente escuche el programa porque además de ser didáctico es terapéutico.
Lo que le dices a una persona lo escuchan otras que se identifican con quien habla, y cuando escuchan mi voz sienten que les hablo a ellas. Eso se llama identificación.
Por ejemplo, cuando una persona llora en el teléfono recordando que la madre lo abandonó, al oyente que le pasó lo mismo lo recorre el mismo dolor, se identifica. En ese momento le respondo y le digo que es terrible lo que le pasó. Le hablo con mi emoción, pero también con mi cabeza. Tiene que aceptar la realidad. Ese llanto no es de pena solamente, sino tiene mucho de rabia e impotencia.Y entonces eso lo procesan las personas que han tenido abandonos.
¿Cómo llegas a la radio?
A un gran amigo, Willy Contreras, lo nombran gerente de CPN y como conocía mi trabajo me invitó a tener un programa. Era 1994. Me sentía corta para hacerlo. Además, soy insegura cuando no sé algo y no me he preparado. Me gusta prepararme. Yo tenía mi consultorio, pero trabajaba en el PNUD. Llamé a un amigo psiquiatra, Adolfo Vásquez, que era jefe de salud mental del Loayza, y él me acompañó en los primeros tiempos.
Entraste de lleno al mundo de las comunicaciones.
Nos dieron una clase de media hora para aprender a comunicar por radio. Me dijeron algo terrible: no puedes quedarte callada más de un segundo, habla lo que sea. Ahora ya aprendí: cuando me quedo en la luna lo interpreto desde mi contratransferencia; el paciente está probablemente sintiendo lo mismo. Entonces le comunico eso y se rompe el aparente vacío.
Nuestros primeros programas eran muy acartonados, se notaban falsos. Pero fui aprendiendo. Siento que tengo mucho que agradecer a mis pacientes.
Por tu forma de pensar, ¿alguna vez tuviste algún tipo de censura en RPP?
Nunca. En mi programa está prohibido hablar de política porque sería ir en contra de la identidad del espacio que es terapéutico. Además, a mí me interesa ayudar a todos, fujimoristas o apristas o de cualquier partido o tendencia. De lo que sí hablo mucho en la radio es de la corrupción, y nunca me han dicho nada porque eso no es político sino favorecer la ética. Imagino que los directivos saben cómo pienso, de mi ideología, porque escribo o salgo en medios, pero son muy respetuosos de mi individualidad.
Tú aplicas el psicoanálisis de manera libre. ¿Hay otros profesionales que actualmente hacen lo mismo?
Sí. Hay psicoanalistas que ahora hacen terapia por teléfono. Nosotros también la hacemos por Skype. He tenido una paciente en Japón, cuyo esposo era esquizofrénico que estaba abusando de su hija. Cuando ella vino a Lima, nos abrazamos, y sentimos que nos conocíamos de tiempo atrás. Hay movimientos que trabajan de manera muy libre, como el del psicoanalista Carlos Pierini en Argentina. Él hace hasta cuadros sinópticos para el paciente, es como una terapia didáctica.
Una observación que se le hace al psicoanálisis es que te puedes pasar 10 años, y las sesiones son muy costosas.
Acá en la clínica trabajamos cada sesión como si fuera la última. No podemos darnos el lujo de demorarnos, porque en el Perú no hay una cultura psicoanalítica, sino la cultura del médico que te receta y chau. Hay que avanzar duro en cada sesión. El 60% de los pacientes viene a nuestra Clínica de las Emociones y toma su tratamiento en forma sostenida. El resto solo unas cuatro sesiones. Nos damos con todo. Somos 21 terapeutas.
¿Pero en cuatro sesiones puedes tratar un problema?
No, pero les das tres cosas importantes: conciencia de la enfermedad, origen del drama y la esperanza de que pueden arreglarlo. Y eso es muchísimo en una sociedad en la que hay tanta gente sufriente y que cree en un destino. Que un TOC sepa que para bloquear sus dolor ha encriptado sus emociones y que sus obsesiones fueron un mecanismo para no sentir esas emociones dolorosas, es aliviante. Ver la causa de tu mal y que tengas esperanza de mejorar es algo sanador.
¿Qué entiendes por terapia?
Cuando una persona está invadida por emociones dolorosas o destructivas es porque no tiene un Yo fuerte capaz de arbitrar bien entre la realidad para aceptarla y los deseos. Hay una lucha entre sus emociones, impulsos y lo que la realidad exige. Cuando el Yo no es fuerte nos dejamos arrastrar por la forma inmadura de siempre que tenemos registrada desde la más tierna infancia. Entonces seguimos en la repetición compulsiva de lo doloroso de la infancia. El psicoterapeuta ayuda a que el paciente “mire” su emoción, que se dé cuenta de dónde viene, de su origen que siempre son los vínculos con figuras importantes de la infancia. No es un acto intelectual sino un pensar en la emoción cuando la sientes. Después, el paciente ya no va a necesitar al terapeuta pues él se convierte en su propio terapeuta. Hay que recordar que –como dice Bion- el pensamiento disuelve la emoción.
Así como aprendes las letras del abecedario, también te alfabetizas aprendiendo a identificar tus emociones y a controlarlas.
¿Se puede hablar de una cura?
Las emociones siempre las vas a tener, pero cuando las administras mejor ya no eres esclava de ellas. Empiezas a ser dueña de tu existencia. La terapia da los instrumentos para que cada día podamos construir espacios de armonía interna y felicidad. Porque eso merecemos todos. La felicidad es un derecho.
¿Nunca has pensado en teorizar tu experiencia?
Hice un estudio que presenté a un Congreso del Centro Psicoanalítico sobre la metodología que empleo en la radio y que con unas variaciones es la que utilizamos en la clínica. Tengo un convenio con Peisa para hacer una colección de libros. Lo que quiero es encontrar un método de escribir que sea sanador; que mientras lo lee te vayas curando, pero todavía no ato ni desato en este asunto.
¿Hay colegas que te cuestionan?
Muchos. El psicoanálisis ha sido un producto para determinados sectores y tipo de sociedades. Que venga una mujer de sector popular y ponga el psicoanálisis en la canasta básica junto a las papas y los camotes debe ser horrible– a nivel inconsciente- para quienes creyeron que el producto era delicatessen.Y los comprendo. Yo hablo en términos fáciles. Porque cuando hablo pienso en la gente del ande y de la selva. Cuando menciono el complejo de Edipo no puedo referirme a Layo ni a Grecia. Desgraciadamente nuestro pueblo ha sido abandonado a su suerte: se ha quedado en el nivel de las operaciones concretas. Tengo que buscar metáforas para hablarles. Creo que he llevado conocimientos básicos del psicoanálisis a las masas. Me indigna que los “especialistas” utilicen al ser humano como objeto de estudio y después los que fueron estudiados no entiendan el lenguaje de los estudiosos. Yo no hablo para colegas o profesionales del alma humana; hablo para el pueblo y punto. Claro que con mis limitaciones y mis subjetividades.
Además, tienes el respaldo de Saúl Peña, el padre de muchos de ellos.
Siempre lo tuve porque él siempre fue muy bondadoso y comprensivo conmigo. Quizás por ello sigo sintiendo su apoyo, nunca me interesó cuando me cuestionaban. Saúl es como un segundo padre para mí y ve con alegría mis logros. Lee mis artículos, me los corrige y muchas veces se molesta mucho y puede ser muy duro cuando meto la pata. Al principio me dolía y me daba cólera, pero ahora comprendo que es una gran muestra de cariño que alguien como él se tome el tiempo de ver mi trabajo. Cuando la Sociedad de Psicoanálisis cumplió 25 años, él cerró el evento refiriéndose a mi. Dijo refiriéndose a mí y sonriéndose algo así como “No sé si es una loca terapeuta o una terapeuta loca, pero está haciendo mucho bien”. Contó algo que me dijo una señora andina: “Si yo hubiera sabido que existía ese órgano del inconsciente, mi vida hubiera sido otra”.
¿Tu clínica es la única de este tipo en Lima?
Hay varias, creo. Sé que el Centro Psicoanalítico de Lima está en Villa El Salvador y allí atienden a gente necesitada.
Creo que mi extracción social, mis rasgos mestizos, mi lenguaje sin pretensiones intelectuales hace que la gente me sienta cercana. Me abrazan en la calle y yo los beso con gratitud. Cada abrazo es una condecoración para mí.
¿De qué extracción son los pacientes que vienen a esta clínica?
Hay de todos los grupos sociales. Para los que tienen medios reducidos tenemos terapias grupales con precios son menores.
¿Alguna vez has tenido momentos complicados con pacientes en la radio? ¿Te han respondido mal o han sido agresivos?
Felizmente no. Una vez llamó una señora para decir que no le parecía bien que estuviera hablando de emociones sexuales entre padres e hijos, pero nada más.
Te llaman de todos los rincones del país.
Sí, pero lo increíble es que la sintonía de los varones profesionales es muy importante. Quizás porque a esa hora regresan a sus casas. La patología cruza todo el tejido social. A la radio va gente con pocos recursos.
El psicoanálisis clásico excluye las variables económicas y explica todo a partir de las historias personales
Pero hay psicoanalistas como Jung que hablan del inconsciente colectivo, del afecto social, de los mitos como representativos de todos los grandes problemas humanos. Hay psicoanalistas en el Perú como Saúl, Kreimer, Hernández que tienen investigaciones muy importantes sobre nuestra patria. Personalmente yo tengo siempre presente que los pacientes de sectores populares, así como sus padres y abuelos, han sufrido la falta de afecto social y la indiferencia de la mayoría de los sectores dominantes. A esta edad tengo muy claro que el Estado siempre fue un administrador del statu quo y que por eso es que hubo tanta marginación y exclusión. Que no es casualidad que la gente viva en tales condiciones .Y eso me produce profundo dolor e impotencia; hay una rabia histórica inconsciente en las mayorías. ¿Cómo no darnos cuenta, por ejemplo, que dentro de esa administración estatal, las fuerzas armadas no son necesariamente para luchar en una guerra con enemigos externos? Es verdad que ahora combaten el narcoterrorismo y mal que bien estuvieron en las guerras, pero el número excesivo de ellos está indudablemente relacionado con la prevención de motines o sublevaciones de la cholada. ¿O no?
Cada vez que me llama alguien que ha sufrido marginación pienso que Humala ya tendría que dejar de hablar de la inclusión y empezar a hablar de la justicia social.
¿Y cómo influye eso en tus análisis?
He tenido pacientes del más alto nivel profesional pero de una extracción social pobre, y muchas veces manifiestan sufrimiento por sentirse de segunda frente a pares en el trabajo, que son de extracción social que consideran superior.
Entonces les hablo de que si bien la raíz puede estar en la infancia donde se sintieron de segunda clase frente a un hermano, por ejemplo, la realidad social hace que ese trauma busque perpetuarse por las diferencias sociales que vivimos. Así el paciente puede identificar esas emociones que le generan rabia y superarlas.
¿Cuál es tu lectura de la violencia política en el país?
Todos sabemos- aunque nos hagamos los suecos- que la violencia es reacción frente a tanto maltrato social, a la farsa de la “igualdad” entre peruanos. La casualidad no existe: hay una causalidad.
¿Y en todo este tiempo, alguna vez has tratado a algún familiar o persona que haya participado en la guerra interna?
He atendido a gente que ha sido senderista y que ahora está en otra cosa, pero siempre con su corazón puesto en las preocupaciones sociales.
La corrupción es un tema del que hablas mucho.
Cada vez que puedo. Como dice Alfonso Quiroz en su libro, La corrupción en el Perú, la gran corrupción estuvo centrada en la relación entre los grandes sectores dominantes y el Estado. Luego, en la época de Fujimori y Montesinos, hubo una escuela de corrupción; y que han tenido sus crías: corruptos de las regiones y municipalidades. Creo que estos últimos se han identificado con los corruptos históricos –pasados y recientes- y ahora roban al pueblo siendo ellos del pueblo. Los sicarios y criminales son hijos de la corrupción.
Hay cosas indignantes. ¿Acaso no es farsante que en las reuniones de empresarios se quiera circunscribir la corrupción a funcionarios estatales cuando los peces gordos son las grandes empresas que en contubernio con altas autoridades, firmaron contratos lesivos para el país? Lo más grave es la impunidad. Aquí tiene que haber un control social por parte de la ciudadanía. Y podemos hacerlo porque tenemos un saber histórico que nos dice que el Estado no es un ente abstracto; que siempre fueron seres concretos que respondieron a intereses y lógicas perversas. Tenemos que darnos cuenta que el terror construye la parálisis. ¿Es que todavía falta más para que la civilidad, y especialmente los jóvenes, salgan a las calles como está ocurriendo en México? No hay que permitir que el miedo nos paralice. La impunidad está haciendo que nos deshumanicemos. Las fronteras morales se están perdiendo. Y esto es grave para todos.
¿Has atendido a algún corrupto?
No, nunca. No podría atenderlo porque un corrupto es un psicópata, y no es una enfermedad sino una forma de ser, sin posibilidades de cambio.
Más bien, han venido otro tipo de delincuentes. Una vez vino un hombre con su mujer y me dijo: “Yo quiero arreglarme. Yo soy choro y estoy buscado por la policía”. Era un hombre al que le había dolido separarse de su familia porque andaba escondido. Dijo: “Doctora, no se preocupe por el pago de sus honorarios. Yo traigo la plata como sea”. Yo le dije que si quería podía venir becado a mi taller, pero que no le aceptaba que vaya a robar para pagar su terapia.
También han venido autodenominados “choros internacionales”. Los que “trabajan” en casinos u hoteles de primera en el extranjero. Esta clase de anti sociales en su mayoría han mamado desde niños pobreza y marginación.
Algunos psicoanalistas clásicos consideran que la homosexualidad es una patología.
Para mí no es una enfermedad. Es una manera de ser y de sentir que tiene que ver con todas las vivencias infantiles. Está vinculada a vicisitudes familiares. He visto, en muchos casos, que la homosexualidad es una defensa contra el incesto por estrecha cercanía con la madre y ausencia de padre: niñas que han visto maltrato del padre a la madre y por ello prefieren pareja femenina. Chicas que se han quedado muy pegadas a la madre, como siamesas, porque no ha habido un padre. Entonces no tienen cómo establecer un vínculo heterosexual y se quedan en la homosexualidad. La falta de una madre amorosa puede hacer que la niña busque los brazos de una mujer. Igual que otras formas de ser como la introversión o extroversión que tienen que ver con las historias familiares y no es necesariamente patología. Nadie es heterosexual total ni homosexual total.
¿No hay un poco de determinismo en la visión psicoanalítica? Por ejemplo, si tu infancia ha sido infeliz, si has perdido a tu padre, entonces tu vida afectiva será muy complicada.
El determinismo no está del todo ausente pero no es total. También está el elemento genético y presencias o situaciones que pueden ser muy sustanciales. Por ejemplo, la presencia de alguien significativamente amoroso puede despertar la resiliencia en una persona históricamente maltratada por sus padres. Si los profesores fueran conscientes de esto, cuántos niños se salvarían de la agresión intensa que internamente cargan.
Sobre las parejas que uno escoge, ¿siempre te remiten a alguien de tu infancia?
Es que la pareja no produce emociones nuevas. Todas las emociones son de la infancia, esas que te hicieron sentir tus padres cuando no tenías capacidad para sentir algo diferente a las vivencias que tuviste con ellos. Si tú llevas tanta pena guardada, no podrás dar alegrías. ¿De dónde las vas a sacar? Por eso necesitas buscar quien te la despierte. Tenemos un radar interno que te dice: “Este es el que me va a revivir la infancia". A veces se me ocurre que tenemos un olfato inconsciente que busca los olores de la infancia (más adrenalina, menos serotonina). Los animales sienten las sustancias que segregamos cuando tenemos miedo, por ejemplo. El asunto es que conscientemente hemos perdido el olfato, sino bastaría con oler a las personas para saber cómo son.
¿Los casos de psicópatas y parricidios siempre han existido o los medios los están haciendo más visibles?
Somos una sociedad en la que ha habido mucha represión. El sufrimiento y desamor se pueden convertir en patologías graves. Yo me acuerdo que cuando mi abuela veía a unos vecinos que hablaban quechua me decía: “Son gente triste y callada”. Yo creo que esta bolsa de represión se empezó a romper. Somos más conscientes de que el pueblo siempre fue agredido. Somos un pueblo maltratado, ofendido, sin afecto social. Y esto explota de diferentes maneras. Si es que en tu casa te han maltratado, generacionalmente trasmites violencia a las nuevas generaciones y por supuesto a tus hijos. No “sentir” lo que les pasa a los hijos internamente puede hacer que los resentimientos se acumulen, sean extremos y que pueda llegarse al parricidio. Si tienes una ideología, el des- afecto social con raíz en el des- afecto familiar puedes convertirte en un subversivo. Si no hay ideología estaremos frente a un sicario que no cree en nadie.
¿El psicópata nace o se hace?
Hay estudios, como el de Winnicott, que dicen que se produce cuando en la primera infancia se corta el puente de amor con la madre. Por alguna razón la madre no le da protección que inicialmente le dio. El niño percibe eso como una agresión y ya no distingue lo bueno de lo malo. Porque si la madre le falla…
El mercado utiliza a los hijos para fomentar el consumismo. ¿Cómo contrarrestar eso en la crianza diaria?
Siempre les digo a los pacientes que el deseo no es la realidad. Debemos aprender a frustrarnos. Sin embargo, la publicidad dice que todos tus deseos pueden ser realidad. Me parece perversa esta publicidad. Ahora los padres trabajan y se sienten culpables por hacerlo, y el hijo lo percibe y los hace sentir mal porque lo abandonan. Y compensan eso comprándoles cosas. Hay que cambiar las formas de educar. No interesa que el niño obedezca al hacer la tarea ni que se le premie comprándole algo. Hay que hacer que ame el cumplimiento del deber. Y no que sea un obediente. Pero eso se hace con infinita paciencia. Pero cuando la madre viene sobrecargada de un yo autoritario, es muy dura con los hijos. Esto hace que no se les enseñe lo principal que es la tolerancia.
Hablando de política, ese radar inconsciente del que hablas, ¿funciona también en la política? ¿Te falló con Humala?
Yo apoyé a Humala porque me resistía a que pudiera ser elegida una persona cuyo único mérito es ser la hija de un corrupto y asesino. Humala me pareció la mejor opción.
¿Cuál es tu opinión sobre Humala, a casi cuatro años de su elección? ¿Sientes decepción?
Un poco.Yo lo veía también como producto de una familia progresista, y lo escuchaba hablar de Velasco desde el fondo de su alma. Creí que tenía más sensibilidad; ahora ésta aparece en sus discursos con las masas. Sin embargo, siento que no es el de antes. No pierdo la esperanza que su parte más transformadora, que ojalá sea lo genuino de él, salga a flote. Que su fuerza interna por la justicia social lo haga pasar a la historia.
Lo que más extraña de él es la poca resistencia que ha tenido al sistema
Sentí que se rindió muy pronto. El hombre de la gran transformación ha ido más allá de lo que querían los que presionaron para formular la Hoja de Ruta.
Él tiene una frase: un presidente no hace lo que quiere sino lo que debe.
Pero lo que él cree que debe hacer tiene que ver con su propia estructura interna y con el aspecto de él que está en juego. Cada uno siente el deber de diferente forma y desde el aspecto de su personalidad que quiera potenciar.
A veces siento que esta vuelta que ha dado es una reacción contra el padre tan dominante, como si así sintiera que es libre. Sin saber que el afán de justicia social de don Isaac está dentro de su ser; lo quiera o no. Que la tarea humana es sacar del padre lo mejor y dejar de lado el resto. Que si rechaza al padre como un paquete completo, está rechazando en su propio ser lo rescatable del padre que sin lugar a dudas es la búsqueda de la justicia social. Pero como éste no es un proceso consciente, entonces inconscientemente va a buscar a Don Isaac en otras personas, ¿En Castilla? ¿En Nadine?
¿Dirías que es mentiroso, que puede decir ‘agua sí, oro no’ y después hacer lo contrario?
No creo que sea mentiroso. Conversé con él en la primera campaña presidencial en una casa que estaba en Camacho. Lo sentí genuino, carismático, mostrando su esencia. Después, conversamos en casa de un amigo común. Le dije que todos necesitamos tener un mito de vida, y que el de él podría sentir que es simbólica e internamente el hijo de Ollantay que regresa a hacer justicia. Él me contó que su familia Humala pertenecía a un ayllu que fue el único que no había llevado oro a Cajamarca, que no creyó en los españoles. ¿Algo del Ollanta de antes estará en que hasta ahora Conga no va? Ya son tres años. No es poco ¿verdad? Muchas veces pienso que con la camiseta roja se fue el Ollanta más genuino, el del corazón indignado frente a tanta injusticia. Por eso ahora se le ve como impasible. No pierdo la esperanza que vaya en rescate, no de la camiseta sino de su sentir. Finalmente, se piensa con apenas el 20% de la capa cerebral, pero el sentir y actuar es el 80%.
¿Existen personalidades que no se someten al poder o todos caen en su hechizo?
El poder cambia ordinariamente, pero depende de la estructura de personalidad y seguridad interna, así como de cuán arraigada está la ideología. Miren a Mujica en Uruguay. Algo muy importante sobre Ollanta que hay que resaltar es que no es un corrupto, y eso en un país como este es valiosísimo. Y no valoramos eso. Yo creo que los sectores altos lo detestan porque finalmente él y Nadine son unos cholos que no son iguales a ellos. Les tienen un desprecio total. Es una cuestión de clase. No sé si ellos son conscientes. Miren cómo a través de Castilla se le han impuesto y lo siguen atacando.
Y por último, ¿qué vas a hacer ante la alternativa Keiko-Alan?
No quiero pensar en esa alternativa. Sería demasiado. Sería un sadismo de la vida con nosotros.
Enviado por Jorge Silva Mora (no verificado) el
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dra como hago para contratarla, trabajo en una ong de Arequipa "Proyecto de desarrollo y fortalecimiento familiar", soy el administrador, para una conferencia del dia 10 de octubre, aprox. 2 horas de charla, un tema específico, por la tarde, cuanto me saldría, en soles o como me comunico con ud. Gracias por la molestia.
Que bien Carmen, felicitaciones! Hemos hablado muchas veces pero no sabía que compartíamos el afán por la justicia social.
Enhorabuena!