Charlie Hebdo: El derecho a la blasfemia
Charlie Hebdo: El derecho a la blasfemia
Una reunión en la Alianza Francesa convocó a los periodistas Luis Jaime Cisneros, Fernando Carvallo y a los dibujantes Mario Molina y Piero Quijano, todos ellos vinculados al país que tiene una tradición satírica más antigua que la Revolución Francesa. Por eso es tan impactante que justo allí la libertad de expresión haya sido asesinada en el mismo instante en que cayeron abaleados los nueve periodistas.
El mediodía del día 7 de enero, dos hombres enmascarados y armados con rifles de asalto, irrumpieron en la sala de reuniones del semanario Charlie Hebdo. Sabían que el comité editorial se reunía los miércoles a esa hora. Los asesinos eran de origen francés y habían tenido entrenamiento militar en el Medio Oriente. Pertenecían a Al Qaeda. Preguntaron por el director, Charb, y le dispararon. Luego dispararon indiscriminadamente contra los presentes. Además de Charb murieron Cabu, Tignous, Wolinski y Honoré que eran dibujantes, dos redactores y un corrector.
Fernando Carvallo le recuerda al auditorio que se trata del suceso en el que ha muerto el mayor número de periodistas en los tiempos modernos. Antes el récord lo tenía el Perú con ocho periodistas asesinados en Uchuracchay.
La libertad de expresión en la mira
Luis Jaime Cisneros, de la agencia France Press, condena los asesinatos y el terrorismo. Sostiene que la historieta francesa no es solo Tin Tin, Asterix y Hebdomidaire, sino que ha sido utilizada como una herramienta política y una manifestación de la libertad de expresión, sobre todo al final de la Revolución Francesa. Para Cisneros, el respeto a libertad de prensa es un valor absoluto que no debe tener ninguna restricción. Este es un momento para reflexionar sobre ello porque ha salido a flote la discusión sobre si debe haber algún tipo de restricción con respecto a dibujos o contenidos que puedan ofender a las personas que practican algún tipo de religión. Por ejemplo, los diarios norteamericanos New York Times y Washington Post se negaron a reproducir las caricaturas de Charlie Hebdo, alegando que podían ofender a sus lectores. Esto indica que en determinadas sociedades funciona la autocensura con más fuerza que en otras.
Fernando Carvallo, que ha vivido muchos años en Francia, explica que allí se procesa y se puede condenar a quien incita el odio a una comunidad étnica o religiosa – el antisemitismo u otras variantes del racismo – o al que hace apología del terrorismo, pero no se puede condenar a quien se burla de una religión cualquiera que sea. La diferencia con el pensamiento anglosajón es que para la ley francesa la religión es una creación del espíritu humano, igual que una obra de arte. El periodista pone un ejemplo que sintetiza esta idea: Uno puede considerar que la Quinta Sinfonía de Beethoven es cursi, pero eso no es un delito.
Mario Molina, conocido por los dibujos y viñetas de humor político que publica en El Comercio, resalta la tradición que liga la política al humor en Francia. Explica que, entre la primera mitad y mediados del siglo XIX, aparecen una serie de revistas de humor y sátira política que son antecedentes del anticlericalismo del Estado laico y del respeto a la libertad de prensa. Aunque también resalta que se han producido muchos episodios de censura e, incluso, detenciones de editores y dibujantes. Recuerda un caso emblemático: el del director de la revista de caricaturas Charles Philipon, quien fue acusado judicialmente por burlarse del rey. En el momento que lo estaban juzgando hizo un dibujo en cuatro partes que empezaba con la cara del rey Louise Philippe y terminaba en una pera. Finalmente lo sentenciaron. Para Molina, éste es un indicador de que siempre ha existido una pugna entre los editores y humoristas satíricos y el poder de turno.
Molina define el punto neurálgico del debate y toma posición: Afirma categóricamente que la blasfemia1 se debería respetar en una sociedad laica. Cuenta que a Camus le preguntaron por qué era pertinente burlarse y hacer sátira de las religiones, y él dijo que eran ideologías y que cualquier dibujante, periodista o cineasta puede hablar de ellas de la forma que crea conveniente. En conclusión, sostiene que no se pueden poner límites.
Cuenta que a Camus le preguntaron por qué era pertinente burlarse y hacer sátira de las religiones, y él dijo que eran ideologías y que cualquier dibujante, periodista o cineasta puede hablar de ellas de la forma que crea conveniente
Piero Quijano es un reconocido artista plástico y dibujante del diario La República. Sobre el escritor Camus añade que tuvo ocho procesos judiciales, uno de ellos interpuesto por el Ejército francés. Y refiriéndose a lo anterior, precisa que a lo largo de los años han sido publicadas una serie de ilustraciones antisemitas que eran bullying puro y duro contra la población judía, y que ello no era sátira ni una expresión contra el poder. Pero que, aun así, a pesar de los excesos, nada justifica matar. Enfatiza que la historia de la caricatura es controversial y que hay caricaturistas de todo tipo.
Luis Jaime Cisneros refiere que el propio Quijano fue censurado. Uno de sus dibujos fue retirado de una exposición por el Instituto Nacional de Cultura - en pleno siglo XXI - porque supuestamente se burlaba de los símbolos de la patria. Éste era un monumento en el que los soldados aparecían acuchillando a unos campesinos quechuas, e iba acompañado de una leyenda que decía: “La Nación a sus héroes”.
Por mis dibujos me conoceréis
Cinco dibujantes fueron asesinados ese mediodía. Molina recuerda a Wolinski y a Cabu especialmente. Relata que Wolinski nació en Túnez y que de niño, mientras sus compañeros les pedían a los colonos africanos chocolates y chicles, él les pedía historietas. Ya en Francia publica una centena de libros, la mayoría de ellos referidos a la realidad política. Tenía una especial fascinación por las mujeres, el sexo y las relaciones amorosas. Cuando le preguntaron qué es lo que veía cuando una mujer abría las piernas, contestó: “Los ojos”. Entró a Charlie Hebdo en el año 1961.
Sobre Tignous, Molina sostiene que ha sido una sorpresa descubrirlo. Le impresiona que, al igual que Charb y Wolinski, su trazo parece ser fruto de una urgencia o necesidad. Dibujaba de una forma muy rápida. Le parece que sus dibujos son sumamente agresivos, pero a la vez tienen cierto tipo de ternura y una mirada amable hacia las cosas.
Piero Quijano se centra en Cabu, un dibujante que descubrió en la antigua librería de la Plaza San Martín en los años 70, cuando era un adolescente, junto con los clásicos de la literatura francesa y las aventuras de Tintín. Relata que encontró una historieta de Cabu sobre una escuela, los profesores y su director, al que le encantaba dar discursos para escucharse a sí mismo, y que tenía una hija parecida a Brigitte Bardot a la que todos deseaban pero que no le daba bola a nadie. Quijano descubre que se trata de los recuerdos del propio Cabu sobre el liceo de su ciudad natal, y que hay un personaje, Duduche, que es una extensión de él mismo, que está en contra de todo tipo de autoritarismo y militarismo. Incluso Cabu y Duduche se parecían físicamente: tenían el mismo tipo de pelo, lentes redondos tipo John Lennon o Harry Potter, como referencia para los más jóvenes.
A Quijano le sorprendió cuando vio los dibujos de Cabu (en realidad se apellidaba Cabut, pero eliminó la “t” porque le parecía que sin ella el nombre se adaptaba mejor a su oficio) en las carátulas más duras de Hara Kiri y Charlie Hebdo. La imagen que tenía de él era la de un tipo sensible, pacífico, que trataba “de pasar piola” en el sistema francés. Pero se da cuenta de que Cabu había sido marcado por mayo del 68 y por su experiencia en el servicio militar en Argelia, de donde regresó hastiado. También descubre que se trata de un dibujante con mucha soltura sobre el papel, que dibujaba de frente con plumón, sin borrador, y no se equivocaba. En conclusión, descubre a un tipo radical y bonachón a la vez, que salía en la televisión enseñando a dibujar a los niños.
Quijano termina diciendo que ha lamentado cada una de las muertes ocurridas ese 7 de enero, pero que la de Cabu fue una pérdida personal.
Carvallo nos recuerda, también, que uno de los levantamientos del siglo XIX en Francia se produce por una queja colectiva por la falta de respeto de la libertad de prensa
La tolerancia
Fernando Carvallo da una visión histórica que pone en contexto lo ocurrido. Empieza señalando que la reacción no ha sido unánime. El 7 de enero uno de los diarios más prestigiosos y antiguos de Europa, el Financial Times, publicó un editorial – que fue retirado a las pocas horas por una ola de críticas de los lectores - afirmando que la línea editorial de Charlie Hebdo era estúpida y de alguna manera decía que se lo habían buscado.
Carvallo cita a uno de los sociólogos más importantes de Francia: Alain Touraine, quien luego de las muertes, dijo: “Han asesinado a Voltaire”, el filósofo francés del siglo XVIII, muerto antes de la revolución. Voltaire estaba asociado al humor porque escribió sobre la risa. También la religión es un tema mayor de su reflexión. El periodista recuerda que las grandes guerras religiosas y las matanzas religiosas en Francia han sido hechas entre confesiones cristianas diferentes, en particular, la matanza de la Noche de San Bartolomé.
Continúa refiriéndose a Voltaire, de quien dice es el primer intelectual comprometido de la historia. Su primer compromiso fue poner en duda una decisión judicial de un protestante al que se le acusó de haber asesinado a un niño tirándolo a un pozo, y él sostuvo que se le acusaba porque era protestante y por la serie de prejuicios que los católicos tenían en ese momento. Introduce el concepto de la tolerancia, formulada en la frase famosa: “No estoy de acuerdo contigo, pero daría mi vida para que tú puedas defender tus ideas”.
La Revolución trajo la proclamación de los Derechos del Hombre, que en su artículo undécimo define que no hay ninguna restricción a la libertad de prensa, salvo los límites que la ley dicta. La ley de 1881 especifica que si se publica algo que incurre en alguna causal penal puede haber un proceso posterior, pero solo en casos de difamación o cuando haya una incitación a la violencia. La Revolución excluye el concepto de blasfemia. No existe esa figura penal. Sin embargo, en el año 1990 fue promulgada una ley que prohíbe el negacionismo (la negación de crímenes contra la humanidad.) En Francia, por ejemplo, sí es un delito sostener que no ha habido un Holocausto.
Carvallo nos recuerda, también, que una de los levantamientos del siglo XIX en Francia se produce por una queja colectiva por la falta de respeto de la libertad de prensa que los Borbones de la Restauración se habían comprometido a respetar. Es por eso que en esa monarquía llamada “de julio”, florece la prensa libre y la caricatura con el destacado Honoré Daumier, a quien Balzac llamó “el Miguel Ángel de la caricatura”.
Y luego se refiere específicamente a Charlie Hebdo. Manifiesta que en sus 45 años de vida la revista ha tenido 52 denuncias por ofensas a personalidades del mundo político, y también ha perdido algunos procesos hechos por grupos católicos extremistas. El semanario viene de una tradición anarquizante, anticlerical y ha trabajado la caricatura es en su esencia: como un instrumento social para favorecer la igualdad entre los ciudadanos. Así, permite que nos burlemos de los poderosos que aparecen bajo su peor ángulo.
Desgraciadamente el extremismo islamista ha venido manifestándose desde que la revolución de Khomeini, en 1979, que condenó a muerte a Salman Rushdie en el año 1988. Con las guerrras del Golfo, de Irak y la aparición de Al Qaeda existe una crispación constante. Es en este contexto que Charlie Hebdo asumió plenamente la defensa de una publicación danesa que presentó unas caricaturas de Mahoma. Así se puso en la mira.
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Blasfemia es una ofensa verbal o con hechos hacia lo venerado por una religión. La Revolución Francesa marcó la pauta cuando dejó de prohibirla e introdujo los conceptos de libertad de religión y libertad de prensa.
Hemos retrocedido 226 años.
Charlie Hebdo nace en 1970. Su ancestro fue Hara Kiri, cerrada por una carátula que la justicia consideró denigrante, y que relacionaba a las víctimas de una discoteca que se quemó con la muerte del presidente Charles De Gaulle. Ellos publicaban la tira cómica norteamericana Charlie Brown, y utilizaron el nombre “Charlie” , considerado insolente, para referirse al ex presidente francés. Hebdo es semanario en francés. Por lo tanto, lo nombraron Charlie Hebdo. Esta revista tiene en su haber 52 procesos judiciales. En la mayoría de casos, la justicia francesa declaró que eran dibujos excesivos y provocadores, pero que eso no era ilegal. |