Cinco razones puras para recordar a mi hermano

Cinco razones puras para recordar a mi hermano

Ideele Revista Nº 254

(Pintura: Bruno Portuguez)

Los amigos de Ideele me han invitado a que escriba unas palabras sobre mi hermano Raúl, y aunque me honra y agradezco el encargo, debo confesar que la tarea, a pocos días de su partida, no me es nada fácil, porque quiero escribir “pero me sale espuma” como diría Vallejo. Y es que Raúl no solo fue y es mi hermano mayor, sino mi segundo padre y maestro en muchas cosas, además de amigo, confidente, camarada y ejemplo de vida. Por eso, no es mi intención ni pretendo en estas líneas algún imposible ejercicio de objetividad, sino tratar de transmitir lo que significó para mí y muchos más su presencia y lucha en todos estos años, centrándome en cinco rasgos o cualidades, entre otras, que a mi parecer lo hicieron imprescindible e inolvidable.

El primero de ellos fue, sin duda, su compromiso por el pueblo, los pobres, los desposeídos y condenados de siempre de aquí y acullá. Compromiso que no fue de palabra sino de hechos y que lo mantuvo a la largo de los años, a pesar de las decenas de decepciones, reveses y vaivenes que la cambiante escena política peruana le trajo en los casi cincuenta años de militante, con o sin partido. Perteneció a la generación del mítico 68, que por cruel destino ha perdido a varios de sus mejores exponentes como Tito Flores Galindo, Carlos Iván Degregori, Javier Diez Canseco y Raúl,víctimas del implacable cáncer. En esos años que la revolución parecía a la vuelta de la esquina, luego de la muerte del “Che” y el nacimiento de su mitología, al igual que muchos otros se entregó a las labores partidarias en fábricas y sindicatos, y luego en comunidades campesinas, renunciando a los estudios, trabajo y hasta la vida familiar como bien lo retrata “Desde el lado del corazón”, el documental de Pancho Adrianzén donde Elsi, la compañera de toda su vida, es una de las entrevistadas. Luego con los años y el desgranamiento de la izquierda, muchos se fueron alejando, o pasando de incendiarios a bomberos, pero Raúl mantuvo hasta el último, en lo esencial, sus convicciones marxistas y revolucionarias, lo que lo llevó en no pocas ocasiones a la marginalidad y el ostracismo, alejado de cualquier cargo público, incluso cuando estuvo más cerca del poder luego del triunfo de Ollanta Humala, a quien acompañó en sus momentos de aislamiento luego de la campaña del 2006. Al final pudo romper ese cerco con su práctica periodística crítica y de investigaciónde los últimos años en La Primera (luego Diario UNO). En una de sus últimas entrevistas, le confesó a su hija Gabriela: “fui más militante de joven y la mitad de mi período adulto y luego más periodista que cualquier otra cosa, pero con espíritu militante.” En suma uno solo, con distintos matices.

Justamente la práctica periodística define con exactitud su segundo rasgo, que fue su gran capacidad comunicativa. Raúl ingresó a estudiar periodismo a San Marcos, luego de dejar la ingeniería, y si bien no culminó la carrera, esa semilla por las letras y la historia que le venía de casa y mi padre lo fue formando en este oficio. Luego cuando llega a “El Observador” en su calidad de periodista económico, se empieza a entrenar en el quehacer de escribir al gran público –y no solo a los cenáculos de convencidos que era la prensa de izquierda-, buscando un lenguaje que hiciera accesible la discusión económica y política desde una perspectiva progresista y nacional, cuando ya empezaba a ser monopolizada por el pensamiento neoliberal. Le siguió la experiencia como director de “Amauta”, ligado al PUM, y donde también participé en los años más duros del primer gobierno de Alan, con hiperinflación y guerra interna en marcha acelerada. En los 90 se vio obligado a concentrarse en la producción bibliográfica, denunciando la venta sucia de Petroperú y la singular mezcla de autoritarismo, neoliberalismo y favor popular que caracterizaba al régimen de Fujimori, cuando casi nadie se atrevía a cuestionarlo públicamente. Ya en el 2000, luego de la publicación de su obra más amplia y documentada, “Bandido Fujimori”, participa en varios intentos frustrados de nuevos medios, ante la notoria ausencia de la izquierda en ese campo, además de constantes publicaciones en la red, terminando en el 2007 con la “La Primera” bajo la dirección de César Lévano, convertido en jefe de la unidad de investigación y columnista estrella, lo que no le impidió seguir publicando libros como “Fe de erratas”, que revela la corrupción y manejos turbios desarrollados en los gobiernos de Toledo y Alan (por segunda vez) y el breve espacio que circuló “Miércoles de política”, así como otras fugaces aventuras en radio y televisión.

La capacidad de su pluma para llegar a miles de personas de diferentes estratos y simpatías, con sencillez y claridad, no exenta de ironía y perspicacia, acerca los escritos de Raúl a la estirpe pedagógica de José Carlos Mariátegui, así como a la vocación investigadora y denunciatoria de Carlos Malpica, huyendo tanto de la rigidez doctrinaria de los dirigentes políticos, como del críptico academicismo libresco.

El tercer rasgo que me parece importante mencionar fue su apertura a diversos temas y causas, lo que no es tan frecuente en los predios de la izquierda tradicional. Empezando por su gusto por la música y sus admirados Beatles que trasmitió a sus hermanos, combinándolo con la música latinoamericana, cubana y andina en diferentes expresiones; en literatura fue fanático del Gabo y admirador de Vargas Llosa, más allá de sus diferencias en el campo político, así como de otros nombres centrales de la literatura del continente (Rulfo, Cortázar, Arguedas, Amado, Benedetti, Donoso, Fuentes, Martínez, Padura) e internacional. Y en el propio marxismo supo relevar los libros históricos como “El 18 de Brumario”, “Los diez días que conmovieron al mundo” de John Reed, o “La Historia de la Revolución Rusa” de Trotsky, a los pesados ensayos de materialismo y filosofía económica. Igual fue en el cine, donde no era un “especialista” (ese sambenito me lo colgaron a mí) pero sabía disfrutar de todo tipo de películas, con especial interés en las cintas de tipo histórico. Amplitud que se trasladó también a las causas por defender, apoyando sin vacilaciones no solo las reivindicaciones de los trabajadores y las comunidades indígenas, sino el matrimonio igualitario, el derecho de las mujeres al aborto, la separación entre la Iglesia y el Estado y otros derechos conculcados por el conservadurismo extremo y clericalen el país. Incluso, y esto lo puedo referir a nivel personal, no dudó en emplazar públicamente a su ex amigo Humala por su política falsamente nacionalista y xenófoba de persecución a los extranjeros con familia peruana en el país, entre las que se encontraba mi esposa, recordando como la izquierda en los 70 y 80 acogió a los compañeros del cono sur, perseguidos por salvajes dictaduras, dando muestra del espíritu internacionalista, bolivariano y sanmartiniano de una sola América unida por un mundo mejor.

La capacidad de su pluma para llegar a miles de personas de diferentes estratos y simpatías, con sencillez y claridad, no exenta de ironía y perspicacia, acerca los escritos de Raúl a la estirpe pedagógica de José Carlos Mariátegui

En lo que coinciden tirios y troyanos que lo conocieron es en su bonhomía y espíritu siempre alegre y optimista frente a todas las circunstancias, y más allá de los debates y confrontaciones tan frecuentes en la política, supo diferenciar las ideas de las personas, y no llevarla más allá de ese campo. Manuel Dammert, que empezó su militancia en el MIR con Raúl para luego derivar en caminos diferentes, recordaba en su velorio justamente ese rasgo humano que lo hizo tan querido, más allá de las diferencias. Por eso su despedida termina convocando al variopinto sector de izquierda y progresista en el país, desde los nacionalistas desencantados hasta los más radicales de la izquierda, viejos y jóvenes, pasando por todos los matices, candidaturas y militancias que ojalá se traduzca en la ansiada unidad popular para vencer la ofensiva restauradora de que tanto demandó Raúl en sus últimos escritos. Incluso desde la otra orilla, su archirrival Aldo Mariátegui tuvo palabras de elogio, a su manera, reconociendo el rival que tuvo al frente, al igual que periodistas, investigadores y escritores como Claudia Cisneros, Carlos León, Nelson Manrique o Eduardo Gonzáles Viaña; no sorprendiendo el silencio de los popes del periodismo de la prensa concentrada y otros medios afines a quien siempre fue un crítico implacable de su manejo mediático. Víctor Liza lo ha recordado en el trabajo periodístico de los últimos años: “Nunca se le escuchó humillar a nadie en la redacción, sino que siempre fue humilde para enseñar lo que sabía.”

Prueba de ese don de gente fue también evitar el encono con quienes no fueron leales con él, como Humala que terminó llevando adelante la gran traición en el poder que contribuyó al agravamiento de su enfermedad. Aun así, y no obstante los fuertes cuestionamientos que publicó contra el gobierno y su manejo político y económico continuista de lo que había prometido transformar, jamás quiso rebajarse a la prensa carroñera de las tarjetas de crédito, agendas robadas e insinuaciones personales contra el presidente y su mujer, porque entendió que detrás de todo el escándalo montado no había verdadero afán moralizador sobre temas de fondo, sino escarmiento e incluso macartismo de los poderes fácticos, que pasaban por agua tibia a las otras agrupaciones políticas con mucho más rabo de paja.

Por último quiero hablar del coraje y valentía que demostró en varios momentos de su vida, como cuando estuvo preso con mi hermano Hugo en el gobierno que más tarde reconocería como el más importante de nuestra historia; salvando a “El Observador” de su cierre para impulsar un proyecto cooperativo donde terminaría enfrentado a las intrigas del Apra y la crisis económica; o combatiendo desde su trinchera periodística al dogmatismo criminal de Sendero, responsable delasesinato de líderes populares y de izquierda en las páginas de “Amauta”; denunciando la corrupción fujimorista y de los tecnócratas neoliberales aupados al poder con el cuento de las privatizaciones, las mismas que continuaron en los años siguientes como el caso de LAP que le significara incontables juiciose intentos de silenciamiento; o destapando el plan de García, y su prensa ayayera, que buscaron inculpar a sectores de la izquierda y bolivarianos en una fantasmagórico intento de conspiración a su gobierno, que revelaría luego toda la podredumbre con la difusión de los petroaudios, aunque sus agentes policiales hicieran todo lo posible por ocultar las pruebas; o acompañando a los compañeros y militantes presospor acciones subversivas, condenando la política de revanchismo y punición más allá de la ley por parte del Estado y los medios, cuando hacerlo era casi una herejía y pocos se arriesgaban denunciarlo (y por eso su último artículo, así como salida en público, fue para saludar el libro de Alberto Gálvez Olaechea, “La palabra desamada”).

Esa misma valentía y honestidad lo llevo a cuestionar, aun a riesgo de ser iconoclasta, ciertos aspectos del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, en especial las cifras finales del muertos, lo que no fue bien recibido por los que trabajaron en ese documento, tal vez olvidando que “discrepar es otra manera de aproximarnos”, como escribiera Flores Galindo en su último y sentido mensaje. Pero dada la aguda polarización que ese informe había generado en el país, y reconociendo que más allá de sus objeciones se trataba de un texto valioso y necesario para entender el conflicto armado que había vivido el país y sus graves heridas abiertas, Raúl optó por no volver a insistir en el tema como lo refirió en una entrevista a la revista de Ideele. Sin embargo, su mayor prueba de coraje fue la lucha por la vida ante la amenaza terminal del cáncer, en una batalla desigual que sabía pérdida de antemano pero no por eso arredró en el empeño por vivir, en el sentido de Unamuno que exaltó Mariátegui “como lucha, como combate, como agonía”.Desde que en el 2012 reapareció la enfermedad minando su cuerpo pero no su espíritu, la fuerza de voluntad, y el amor y apoyo de la familia y los amigos, lo impulso a seguir en el esfuerzo, acompañado en cuartos de hospital y salas de quimio de su laptop donde día a día seguía tomándole el pulso a este país que tanto le dolía y que tanto quería. Incluso se dio tiempo y voluntad para sacar adelante un último libro con Juan Torres denunciando como Yanacocha, la gran minera del oro cajamarquino, evadía impuestos y seguía impune.

Pero aun así, Raúl no perdió hasta el final la sonrisa ni las esperanzas por las que tanto luchó, rodeado de sus hijas, nietos, esposa, hermanos, cuñados, suegro, sobrinos, amigos, compañeros y tantos que lo querían

Los varios eventos públicos organizados en su honor, que artistas, amigos y compañeros sacaron adelante con tanta generosidad y convocatoria, parecían la reencarnación del ruego vallejiano “acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando: tanto amor y no poder nada contra la muerte”. Pero aun así, Raúl no perdió hasta el final la sonrisa ni las esperanzas por las que tanto luchó, rodeado de sus hijas, nietos, esposa, hermanos, cuñados, suegro, sobrinos, amigos, compañeros y tantos que lo querían, así como de las cientos y miles de personas que solo lo conocieron por su escritos, y no obstante igual lo sentían tan suyo con nosotros.

Termino estas líneas comprobando que la espuma inicial se ha desbordado, y me salió casi el doble del texto que me encargaron. Qué le puedo hacer, ya no está mi maestro Raúl para editarlo y aconsejarme. Y no faltará quien diga que por qué no hable también de lo que pudiera ser cuestionable o criticable en la vida y obra de Raúl, que como todo humano fue falible y se equivocó varias veces. Ciertamente, pero no soy yo el más indicado para hacerlo. Solo he querido en esta nota recordarlo y agradecerle por tantas cosas en la vida que nos dio, que he tratado de sintetizarlas en los cinco rasgos mencionados, despidiéndome hasta pronto de mi hermano de sangre, del alma, tan temprano.

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Mi mas sentidas condolencias

Mi mas sentidas condolencias a Ud
. Y toda su familia. Conoci a Raul en el diario "El observador" y su partida me ha comovido mucho.Q.D.E.P mi querido Amigo!!!!

ideele Magnifica certera

ideele Magnifica certera veraz semblanza de un luchador social patriota EXIMIO PERIODISTA POLÍTICO ANALÍTICO DE NUESTRA REALIDAD POLÍTICA CONTEMPORÁNEA ,que siguió investigadora vivencialmente muy de cerca ,siendo participe activo de las tormentas contradictorias desleales apatricidas en agravio funesto de los intereses nacionales de nuestro Perú de parte de mafias corruptas narco-políticas totalitarias anarquistas apátridas tiránicas ladronas de crímenes masivos de lesas humanidades contra la población mayoritaria nacional de a pie la mas desprotegida desguarnecida ,la mas victimada siniestrada por la dantesca criminalidad irracional de estas aniquiladoras hordas de delincuentes ineptos oportunistas que se cebaron y se enriquecieron con el uso criminal de los poderes del estado a los que pudrieron letalmente con su virulenta criminalidad carrupta de vileza traidora inaudita intolerable execrable a nuestro querido Perú .

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