Cuba en transición

Cuba en transición

Oscar Vidarte Arévalo Internacionalista
Ideele Revista Nº 205

A partir de lo ocurrido en Cuba en los últimos meses, cabe preguntarse si estamos frente a un cambio de dirección en el modelo hacia uno de corte liberal o si se trata simplemente de algunos retoques a un modelo caduco que intenta adecuarse a los nuevos tiempos.

Los comentarios del ex presidente cubano Fidel Castro, aunque luego desmentidos en parte, revelan que más allá de la exactitud de lo expresado hay cierto nivel de cuestionamiento a un modelo que parece no estar funcionando. Incluso, su crítica va más allá del modelo mismo: el reconocimiento de responsabilidad en la política de persecución de homosexuales en Cuba, aunque pueda parecer un dato anecdótico a estas alturas, cobra gran importancia en un país donde el tiempo parece haberse detenido.

En este contexto, el Gobierno cubano ha hecho público el “Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social”, que promueve cambios sustanciales en la estructura económica del país caribeño. Y aunque el presidente Raúl Castro exprese que “primará la planificación y no el mercado”, él mismo ha dicho que estas reformas son necesarias “para que no se hunda la Revolución”.

¿En qué consisten las principales propuestas de reforma en Cuba? En primer lugar, en el reconocimiento de diferentes formas de propiedad y producción, como las empresas mixtas, las cooperativas y los trabajadores por cuenta propia. Justamente esta última actividad, también llamada “cuentapropismo”, ya ha comenzado a ser implementada. Aun cuando existen todavía muchas trabas para acceder a una licencia de trabajador por cuenta propia, hay ya miles de beneficiados que están iniciando un nuevo negocio o están legalizando uno que ya tenían pero que estaba prohibido.

En segundo lugar, las reformas tienen que ver también con la eliminación de subsidios, la descentralización de la economía (contra el excesivo poder del Estado central) y la aplicación de despidos masivos (de un Estado claramente ineficiente). A esto se suma un aspecto bastante sensible para la población en los últimos 50 años: la eliminación de la conocida libreta de abastecimiento, gracias a la cual la población obtenía alimentos de la canasta básica a precios bastante reducidos, y que ha dado paso a mercados mayoristas autorizados por el Estado.

Un tercer ejemplo de esta nueva política de reducción de las restricciones al comercio se puede ver en la autorización para construir y remodelar casas, como paliativo a la crisis de viviendas que existe en Cuba. Si no impulsar antes políticas de liberalización del mercado parecidas promovió el mercado negro y la delincuencia, en esta ocasión, y para este caso específico, los materiales de construcción dejarán de ser subsidiados y se venderán a precios de mercado.

Aun así, y debido justamente a las experiencias truncas del pasado, existe mucho escepticismo en la población con respecto a estos cambios. La oposición está preocupada porque considera que esta reforma es insuficiente, y lo están también los sectores más duros del Partido Comunista, que creen que estos cambios podrían ser los primeros pasos hacia la restauración del capitalismo.

Un factor adicional, y poco comentado, es que en los últimos tiempos se han visto algunos avances en materia de derechos humanos en un país muy criticado por este tema. Desde la liberación, aún lenta, de los detenidos políticos, hasta la conmutación de la pena al último condenado a muerte en Cuba, evidencian un mayor grado de flexibilidad frente a un asunto  tan sensible y de tanta importancia para Occidente.

Y ya que hemos mencionado a Occidente, otro aspecto que merece consideración en esta nueva etapa para Cuba es el tipo de relación que se puede establecer con los Estados Unidos luego de más de cuatro décadas de bloqueo económico. Aunque las medidas adoptadas por los Estados Unidos son consideradas por el Gobierno cubano como positivas pero muy limitadas, es importante señalar que la presidencia de Barack Obama ha permitido un acercamiento al facilitar los viajes de nacionales estadounidenses a la isla, algo permitido hasta hace poco solo a aquellos que tuvieran familiares en Cuba. Se ha facilitado asimismo el envío de remesas, lo que ha implicado mecanismos de diálogo bastante productivos.

Estas medidas no bastan, sin embargo, para acabar con el conflicto que ha marcado históricamente la relación entre ambos países.  Conflicto que se muestra, por ejemplo, en la reciente suspensión del servicio postal hacia los Estados Unidos por parte de Cuba, debido a las nuevas medidas de seguridad impuestas por la potencia mundial. Esperemos que el presidente Obama pueda cumplir su promesa electoral y logre acercarse a Cuba en un momento tan trascendental como el que se vive en la isla por estos días. Su papel puede ser fundamental para la apertura cubana al mundo.

Finalmente, si retomamos las preguntas planteadas al principio, habría que afirmar que el escenario actual plantea importantes cambios en el modelo cubano. En este sentido, creo que la transición china o vietnamita, aunque un poco tarde, son buenos ejemplos para comprender la importancia de adaptarse a los nuevos tiempos antes que implosionar y desaparecer por completo, como ocurrió con la Unión Soviética. Estas reformas no intentan hacer de Cuba una democracia ni una economía de mercado —como, en su momento, las reformas en la Unión Soviética no buscaban su disolución—, pero sí incorporarla, a partir de modelos alternativos ya existentes, al mundo globalizado.

Si la Cuba autoritaria puede resistir a estos cambios, lo sabremos en unos años. Lo único cierto es que, hoy, la isla más grande del Caribe, en palabras del músico cubano Silvio Rodríguez, se encuentra “en un momento crucial”.

 

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