De la serpiente al caballo: Balance de las relaciones Perú-China

De la serpiente al caballo: Balance de las relaciones Perú-China

Cynthia A. Sanborn Directora del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico
Ideele Revista Nº 236

(Foto: La República)

El maestro Dong explica que cada año de la serpiente marca el inicio de una nueva era.Hay que liberarse de todo lo anterior y empezar una nueva etapa en nuestras vidas. Y tiene lógica dentro del horóscopo chino: Un proyecto empieza en el Año de la Serpiente, alcanza galope en el Año del Caballo, y llega a su cumbre final en el Año de la Cabra. (Patricia Castro Obando en La nueva era de la Serpiente1) 

El Año de la Serpiente que, según el horóscopo chino, terminó el pasado 30 de enero, trajo un nuevo Gobierno en China y el anuncio de importantes reformas económicas, políticas y sociales en ese país, orientadas a extender el “sueño chino” a más sectores de su enorme población.

El último año también marcó una nueva etapa en la relación entre Perú y China. Durante 2013, esta relación fue elevada al nivel de “asociación estratégica integral” luego de la visita del presidente Ollanta Humala a ese país en abril del 2013, y de la firma de 11 nuevos acuerdos bilaterales, orientados a reforzar la cooperación en materia agrícola, infraestructura, educación, cultura y desarrollo social.2  Algunos de los hitos más importantes del último año son la autorización de operaciones en el Perú del Banco Industrial y Comercial de China, el banco más grande del planeta; la adquisición de Copeinca por China Fishery Group, con la cual esa empresa obtiene la cuarta parte de la cuota peruana y se convierte en el principal productor mundial de harina de pescado; la anunciada venta de las acciones de Petrobras en el Perú a la China National Petroleum Corporation, la segunda empresa más grande del mundo; y la inauguración del megaproyecto Toromocho, a cargo del Aluminum Corporation of China, que ayudará a elevar el estatus del Perú como potencia mundial en producción de cobre.

El acercamiento entre Perú y China ha generado diversas reacciones, desde el jubileo de los ministros de Economía, Agricultura y Minería, hasta los temores a la competencia china de no pocos empresarios nacionales. En algunos medios, e incluso entre sectores de la sociedad civil, también han rebrotado referencias prejuiciosas y xenofóbicas hacia los chinos. Pero más allá de los prejuicios, la intensidad de nuestras relaciones con China hoy genera preguntas serias sobre las prioridades de ambos países, y las posibilidades de lograr el mayor beneficio mutuo como resultado de ellas. Preguntas que desde el mundo académico debemos tratar de responder.

Las demandas de una China creciente han significado enormes oportunidades para países como el Perú, para abrir mercados y atraer nuevas inversiones. Pero también resucitan preocupaciones sobre los riesgos de una dependencia excesiva de las exportaciones primarias, y los retos para lograr una economía más diversificada y productiva. ¿Nuestras relaciones con China refuerzan este patrón? ¿O abren mercados para nuestros productos más diversos?

Además de los efectos macroeconómicos de esta relación, surgen preguntas sobre el impacto de la creciente inversión directa china, especialmente en el sector minero, donde capitales de ese país constituyen hoy la cuarta parte del portafolio manejado por el MINEM. ¿Acaso las empresas chinas tienen formas de operación distinta de las otras en este sector? ¿Reaccionan de manera diferente que sus pares occidentales ante los conflictos sociales o las cambiantes demandas regulatorias? La industria minera en China ha tenido serios problemas con regulaciones ambientales y seguridad laboral, lo que ha provocado dudas sobre la capacidad de sus empresas de cumplir con estándares globales para la industria. Pero también se sabe que las empresas estatales chinas pueden acceder a mejor financiamiento desde la banca de su país, para invertir en recursos humanos, tecnología de alto nivel y programas sociales directos. Asimismo, para las nuevas autoridades chinas, mejorar la reputación y la eficiencia de sus empresas tiene alta prioridad. ¿Esto se refleja en los nuevos proyectos mineros chinos en el Perú?

Perú-China, ayer y hoy
China ha estado presente en el Perú desde hace más de 160 años. Investigadores como Isabelle Lausent-Herrera y Rubén Berrios nos recuerdan que, en el siglo XIX, más de 100.000 hombres chinos fueron traídos al país como coolies, para laborar en las haciendas azucareras y las islas guaneras. Obreros chinos también ayudaron a construir nuestros ferrocarriles, y a extraer caucho y oro de la Amazonía. El primer tratado entre el Perú y China fue firmado en 1874, y la migración china desde entonces ha tenido una importante influencia en nuestra sociedad. En el siglo XXI, una nueva ola de migrantes chinos está llegando, en conjunto con un creciente flujo de productos y empresas de ese país. Hoy el Perú tiene la población étnica china más grande de América Latina.

Las relaciones diplomáticas entre el Perú y la República Popular China se iniciaron en 1971, siendo el Perú el tercer país de América Latina (después de Cuba y Chile) en reconocer al Estado comunista. Pero la inversión china en el Perú fue casi inexistente hasta 1992, cuando el grupo Shougang compró la Empresa Minera Hierro del Perú (Hierro Perú). En ese entonces, fue la inversión china más grande en América Latina, y Hierro Perú, una de las primeras empresas estatales peruanas en ser privatizadas por el gobierno de Fujimori. Sin embargo, pasarían otros 15 años antes de que inversiones más significativas llegaran a los Andes.

En 2004, el Perú estuvo entre un grupo de países latinoamericanos que reconocieron el estatus de China como economía de mercado, y en 2008 las relaciones entraron en otra fase, cuando los entonces presidentes Hu Jintao y Alan García establecieron una asociación estratégica que llevó a la firma del TLC en 2009. En 2007 y 2008, además, tres de las más importantes concesiones en cobre pasaron a manos chinas: Majaz (Piura), Galeno (Cajamarca) y Toromocho (Junín). En 2011, China reemplazó a los Estados Unidos como el principal socio comercial del Perú, y en 2013 se anunció esta nueva fase de la asociación, orientada a profundizar las relaciones más allá de la estructura comercial actual.

Las demandas de una China creciente han significado enormes oportunidades para países como el Perú, para abrir mercados y atraer nuevas inversiones. Pero también resucitan preocupaciones sobre los riesgos de una dependencia excesiva de las exportaciones primarias

Balance comercial e inversiones
China es hoy el principal mercado para las exportaciones peruanas, y el 80% de ellas son primarias —cobre, hierro y otros minerales, y harina de pescado—. A su vez, las importaciones de China al Perú han aumentado más que las de cualquier otro país: mientras que en 1993 el Perú compró US$ 90 millones en productos chinos, el año pasado compramos casi US$ 7,8 mil millones, es decir, 87 veces más. Hoy, también, más de 100 empresas chinas están legalmente registradas para operar en el Perú, y al menos 60 de ellas se agrupan en la Asociación de Empresas Chinas en el Perú.

En la medida en que la demanda china de nuestros recursos naturales es más alta que la demanda mundial, podemos decir que esto contribuye a reforzar la orientación del Perú como exportador de materias primas. La inversión directa de China en el Perú también se concentra principalmente en los sectores minero, pesquero y de hidrocarburos.

Sin embargo, también podemos decir que los esfuerzos para contrarrestar esta tendencia están dando algunos frutos, pues China se ha convertido hoy en un destino creciente para productos peruanos de mayor valor agregado. Y aunque la bonanza minera hubiera ocurrido con o sin TLC, el tratado parece haber sido importante para motivar a más peruanos a buscar nuevas oportunidades de negocio al otro lado del Pacífico. El TLC, por ejemplo, permite que el 83,5% de las exportaciones peruanas entren en China sin aranceles, y también ofrece protección para los productos peruanos más vulnerables a la competencia. Según investigaciones de Fernando Gonzáles Vigil y Alexis Yong, el resultado hasta ahora ha sido una modesta pero prometedora diversificación.

Durante el primer año de implementación del TLC, por ejemplo, el número de exportadores peruanos aumentó en 30%, o alrededor de 500 compañías, y el comercio total con China creció en 25%. Desde entonces, las exportaciones agropecuarias no tradicionales han aumentado en más de 8 veces, según COMEX. De acuerdo con la misma fuente, durante el último año nuestras exportaciones no tradicionales a China ascendieron en total a US$ 247 millones o un 20% más que el año anterior. El nivel tecnológico de los bienes exportados a China, según Yong, también está aumentado: mientras hace una década el 83,6% era bienes primarios, en 2011 aproximadamente el 28,9% lo fue, y el 70,5% estuvo compuesto por manufacturas basadas en recursos naturales. Aunque la mayoría de éstas está relacionada con minerales, el crecimiento ha sido más rápido en alimentos y agropecuarios.

¿Qué significa la competencia de las importaciones chinas para los productores locales? Sin duda, el balance comercial es negativo en algunos sectores, como textiles, confección y calzado. Aunque falta mayor investigación empírica sobre este tema, pareciera que la expansión general de los mercados, y el mejor acceso a bienes intermedios competitivos, han compensado los efectos negativos de las importaciones chinas en algunos sectores. Un estudio de Carolina Cárdenas y Guiliano Gavilano de 2013, por ejemplo, sostiene que la penetración china tuvo un efecto positivo sobre los salarios en empresas de sectores que no compiten directamente con China, y menor impacto sobre los salarios en aquellos sectores que sí compiten directamente. Aun en confecciones y textiles, los autores encuentran que muchas empresas manufacturan productos con una alta tasa de componentes importados de China, lo que los lleva a concluir que los efectos negativos de la competencia china deben ser analizados en cada etapa del proceso de producción.

El reto, ahora, consiste en mantener la tendencia a la diversificación, y tomar medidas más agresivas para asegurar que los exportadores peruanos puedan responder a las cambiantes demandas de una China que desacelera pero, a la vez, busca mejorar su calidad de vida y el acceso a nuevos bienes. Hay que apoyar a la industria nacional para que sea más competitiva, y atraer inversiones chinas en otros sectores de la economía nacional. También habrá que superar brechas entre los sistemas legales y financieros de ambos países, sin dejar de exigir altos estándares en transparencia y conducta empresarial. Para enfrentar estos retos, es fundamental formar profesionales de ambos países con las habilidades lingüísticas y culturales necesarias, y promover intercambios entre ellos.

Moviendo montañas: China y la minería peruana
En los últimos años, alrededor del 60% de nuestras exportaciones han sido minerales, y China es el principal mercado para ellos. Asimismo, el 25% del total de inversiones mineras proyectadas para los próximos años provendrá de China, y esta cifra llegará a más del 30% cuando una empresa china adquiera el proyecto Las Bambas en 2014, como se espera. Esta creciente presencia china, ¿ha tenido efectos en el cumplimiento de los estándares ambientales y laborales que todos esperamos, o en las buenas prácticas en relaciones comunitarias e inversión social? ¿Hay un “estilo chino” de hacer negocios en este sector?

Hasta ahora, la respuesta corta sería “no”. La experiencia china es demasiado diversa, reciente y dinámica para extraer conclusiones definitivas. Hay al menos 14 empresas chinas operando en el sector minero peruano, principalmente estatales, pero también algunas privadas, con inversiones a lo largo del país. La mayoría de estas inversiones están concentradas en cobre o hierro, son nuevas concesiones o greenfield, obtenidas de manera directa o a través de la adquisición en bolsa de empresas occidentales junior, y están en la fase de exploración. Hasta la inauguración de Toromocho en diciembre del 2013, la única minera operativa en manos chinos en el Perú ha sido Shougang Hierro Perú.

Antes de generalizar, entonces, se debe analizar la experiencia de cada empresa, sus relaciones con las autoridades chinas y peruanas, y con otros actores y grupos de interés. Aún hay muy pocos estudios en esta línea. Nuestros estudios preliminares sobre el caso Majaz/Río Blanco, por ejemplo, sugieren que ni los inversionistas ni los diplomáticos chinos fueron adecuadamente informados sobre las condiciones que iban a enfrentar, en una zona donde la resistencia a la minería es alta. Sobre el caso de Galeno, aún no hay estudios conocidos, a pesar de ser vecino inmediato del controvertido proyecto Conga, y de los campesinos defensores de las lagunas del lugar.

Irónicamente, los dos casos sobre los cuales hay mayor investigación disponible, incluyendo más de una tesis de posgrado y varios estudios comparativos, son también los casos extremos en cuanto a imagen y conducta corporativa: Shougang y Chinalco.

Shougang y Chinalco: ¿Dos caras del dragón?
Shougang fue la primera empresa minera china en probar suerte en América Latina, con la compra de Hierro Perú (Marcona), empresa fundada en los años 1950 y nacionalizada por el gobierno militar en 1975. En 1992 heredó una empresa con pérdidas económicas y alta conflictividad social. Según estudios realizados por Rubén Gonzáles Vicente y Amos Irwin, el gobierno peruano despidió a la mitad de los trabajadores antes de la venta, pero le tocó a Shougang desalojarlos de la vivienda obrera. Además, la intención de la empresa de traer obreros chinos en reemplazo de los despedidos causó protestas violentas en Marcona, y los chinos tuvieron que ser devueltos a casa.3

Bajo dos décadas de gestión china, Shougang Hierro Perú se volvió una empresa altamente rentable. Sin embargo, sigue siendo una de las empresas mineras más criticadas en el Perú. Promesas incumplidas para modernizar las operaciones, invertir en mayor seguridad obrera y mejorar las condiciones de trabajo y de vida en Marcona, no serán olvidadas por los trabajadores ni vecinos. Según varios autores, los ejecutivos de Shougang han sido poco flexibles en las negociaciones sindicales, lo que ha generado huelgas y protestas anuales que llaman la atención de los medios. Shougang representaría el estereotipo negativo de una empresa que ignora estándares globales en su afán de extraer lo más posible de nuestro hierro para las necesidades de su propia economía.

Sin embargo, la realidad puede ser más compleja. En un trabajo reciente, Irwin compara el desempeño laboral y ambiental de Shougang con otras empresas mineras en el Perú: Antamina, Doe Run, Yanacocha, Buenaventura, Southern y Volcán. Analizando indicadores como accidentes, multas, salarios y beneficios, concluye que ninguna empresa cumple con los más altos estándares de la industria global, y que la empresa china se ubica en un punto medio.4  Tiene el más alto número de huelgas, pero es comparable en salarios y tiene menos obreros subcontratados. Entonces, la conclusión no es que los chinos tengan un desempeño diferente que otros, sino que las autoridades peruanas han sido débiles en la aplicación de estándares con casi todas las empresas en operación.

Los empresarios chinos que han invertido en minería peruana en la última década, además, están tratando de aprender de los errores de otros, no solo de Shougang, sino también de empresas como Yanacocha, que también se inició en 1992 y ha enfrentado conflictos sociales recurrentes. En su camino a ser potencias globales, diversas empresas chinas hacen mayores esfuerzos para actuar con responsabilidad social, y ser percibidas como tales. El principal ejemplo es Chinalco.

En 2007, Chinalco adquirió la junior canadiense Perú Copper Inc., y obtuvo así el Proyecto Toromocho, ubicado cerca del histórico campamento minero de Morococha, en las alturas de Junín. El nombre del proyecto proviene de la montaña que será derribada próximamente, para construir una enorme mina de cobre de tajo abierto y su planta de procesamiento.

Según diversas fuentes, Chinalco ha invertido más de US$ 3 mil millones en este proyecto, cuya vida útil está proyectada a 36 años. Con una producción anticipada de 250.000 toneladas durante su primera década, se espera que Toromocho genere alrededor de US$ 7,5 billones en ingresos fiscales para el Perú. A diferencia de Shougang, el proyecto Toromocho se destaca por su alto nivel tecnológico y una construcción de estado del arte para la industria. Resalta asimismo por su inversión en una planta de tratamiento de aguas ácidas para la zona a su alrededor, y por diversas formas de inversión social. Pero antes que nada, la empresa ha llamado la atención por haber realizado la primera reubicación consultada y pacífica de una población minera en la historia reciente del Perú —la de los 5.000 habitantes del pueblo de Morococha.

Según un estudio que realizamos con Victoria Chonn, Chinalco inicialmente encontró resistencia de parte del alcalde de Morococha y de un grupo de propietarios. Pero con paciencia y buena asesoría, la empresa ha logrado que la mayoría de los residentes —en gran parte inquilinos— aceptara reubicarse, a unos 7 kilómetros de distancia. A los pocos que no aceptaron, el Estado les ha dado un empujón, a través de una controvertida declaración de emergencia con orden de evacuación. En Nueva Morococha tendrán casa propia, servicios nuevos, agua limpia, y la promesa de títulos de propiedad. Para algunos, también habrá trabajo en la empresa china, mientras otros laboran en las mineras vecinas o buscan ansiosos nuevas fuentes de ingreso, aún inciertas.

A pesar de las dudas, es evidente que antes de producir su primera tonelada de cobre, Chinalco ha puesto una valla más alta para la industria minera en el Perú. Valla que genera quejas de algunas otras empresas del sector, por considerar que distorsiona el mercado. El apoyo financiero que recibe Chinalco también parece considerablemente mayor que el de otras empresas del sector.

Entonces, ¿es Chinalco el nuevo modelo para la inversión minera china? ¿O se trata más bien de una excepción? El tiempo lo dirá.

 

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1Patricia Castro Obando, “La nueva era de la Serpiente”. Disponible en: <http://china-files.com/es/link/25977/la-nueva-era-de-la-serpiente>.
2 Véase <http://gestion.pe/politica/peru-y-china-elevan-relacion-nivel-asociacion-estrategica-integral-2063123>.
3Véase Irwin: “El caso de Shougang: comparando la minería china y occidental en el Perú”. Revista Apuntes número. 73, 2014 (disponible en:. <http://www.up.edu.pe/revista_apuntes/SitePages/ver_articulos.aspx?idsec=489>).
4Irwin, op cit., p. 115.

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