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Enviado por jacqueline alvarado (no verificado) el
Falta de liderazgo, nula planificación y muy pocas obras nuevas son los rasgos que definen el primer año de Luis Castañeda en la Municipalidad de Lima. Un periodo que, por ahora, deja un saldo pobre y augura un futuro no muy promisorio para áreas como seguridad y transporte. A un año, empieza a borrarse la imagen de gestor eficiente de pocas palabras.
Un año no es tiempo suficiente para elaborar un balance cabal, pero sí para encontrar los rasgos que definen un estilo. Y el estilo que Luis Castañeda ha impuesto a su gobierno de la Municipalidad de Lima es el mismo que ya le conocíamos: poca transparencia en la gestión, decisiones precipitadas, nula planificación integral y una excesiva personificación del trabajo. Desde luego, fue un cambio radical para la Municipalidad, pues la gestión de Susana Villarán, para bien y para mal, se caracterizaba precisamente por los rasgos contrarios.
Luis Castañeda dirige la Municipalidad de Lima sin un rumbo claro. Aun antes de que asumiera el mando ya estaba empeñado en romper con el orden previo: apenas se sentó en el sillón municipal, su primer acto fue ejecutar el despido de tres mil trabajadores. “Fueron despedidos sin previo aviso, de manera arbitraria y sin ningún sustento técnico”, comenta el regidor de la Municipalidad de Lima Augusto Rey.
Las áreas más afectadas fueron la seguridad ciudadana y el transporte. Los efectos no tardaron en hacerse notar: la Avenida Abancay, que había alcanzado cierto orden con la presencia de los inspectores, volvió a convertirse en un foco de tráfico donde las combis usan los paraderos a su antojo.
Otro síntoma bastante visible ha sido el colapso del Metropolitano. “El metropolitana está colapsado porque no se conecta con ningún sistema de transporte”, explica el regidor municipal Hernán Núñez. La idea era que, con el inicio de los cinco corredores viales se pudiera distribuir la carga de este sistema, pero lo cierto es que tres de ellos no se han implementado. Ni siquiera se ha retirado la mitad de las combis del corredor que une La Marina con Javier Prado. “A este paso se va a tardar los cuatro años en retirar solo las combis de ese corredor”, agrega Núñez.
Esa lentitud no solo retrasa la reforma, sino que afecta a las empresas formales que ganaron la licitación y no pueden operar. “Los están arruinando. La imagen que les están dando a los que se interesen por la reforma del transporte es pésima”, critica el ex aspirante a la alcaldía e investigador del Instituto Peruano de Economía [IPE], Pablo Secada.
Seguridad, transporte, transparencia y juegos panamericanos
En estas cuatro áreas clave se revela el estilo de Castañeda. En la primera de ellas, los datos son muy claros y dicen que la seguridad no es una prioridad para su gestión. No solo no ha implementado lo que ofreció en su plan, sino que ha desmantelado la Gerencia de Seguridad, reduciendo su presupuesto en 40% y el número de serenos, que pasó de 1702 a 955, en un 56%. “Castañeda el tema de la seguridad siempre se lo ha sacado de encima”, afirma Secada.
Sus propuestas fueron potenciar el patrullaje motorizado, apoyar y trabajar con la policía, vigilar Lima Metropolitana y Cercado con cámaras y elaborar un mapa del delito. Pero según el informe de Seguridad Ciudadana del IDL, en el 2015 solo se aumentó en tres el equipo de motocicletas y no se compró ninguna cámara de seguridad. Además, el alcalde faltó a siete de las ocho reuniones entre la Municipalidad y los jefes policiales del Cercado, su zona de competencia directa. “Solo asistió a la primera reunión donde le tocó poner las actas. En la actual gestión no hay ningún convenio firmado con la policía”, indica Núñez mostrando el documento que lo prueba.
En lo referente al transporte, Castañeda tuvo la prudencia de solo ofrecer tres metas: implementar un sistema de semáforos integrado, campañas de educación vial en los colegios y continuar con el sistema de corredores viales. Solo cumplió con la última de estas tres medidas, aunque parcialmente y con bastante lentitud.
La lenta implementación del corredor Javier Prado y la de los tres corredores restantes ha afectado a las empresas formales. Luis Maraví, de Consorcio Panamericana, empresa que iba a operar en los corredores de la Panamericana Norte y Sur, dice que iniciarán acciones legales contra la Municipalidad por el retraso. “Teníamos expectativas de empezar a operar en ambos corredores en junio. Nos preparamos durante tres años con la gestión anterior, capacitamos choferes, planificamos e invertimos capital social pero no podemos operar”, agrega.
“Felizmente decidió continuar con los corredores. Sin embargo, vemos un incumplimiento de su palabra ya que dijo que, a diciembre del 2015, en quince distritos iban a desaparecer las combis”, comenta Rey.
El financiamiento de la obra que tanto destaca, el by-pass de 28 de Julio, provino de un fondo que no gestionó. Se tomó el fideicomiso con el que se iban a reforestar las riveras del Rímac y ejecutar el traslado de la comunidad Shipiba de Cantagallo. Y a pesar de que se trató de una buena cantidad de dinero, no se rindió cuentas a nadie y hasta ahora no se sabe cuál será el costo total. Lo que sí se sabe es que se trata de una obra plagada de sobre costos y, lo que resulta aún peor, de dudosa efectividad según señalaron ingenieros de la UNI.
El puente Bella Unión es un caso aparte. Según el regidor Núñez, había ya un fondo disponible para iniciar la obra, pero Castañeda prefirió usar la partida del proyecto Lima Amarilla y retrasó el inicio de la obra pese a que, en mayo de 2015, la Empresa Municipal Administradora de Peaje de Lima [Emape] alertó de un enorme riesgo de colapso. Castañeda prometió concluir la obra en un año, pero las obras recién iniciarán en abril.
Otro punto criticable es la transparencia. Desde que asumió el cargo, Castañeda ha desechado la iniciativa de abrir al público las sesiones del Consejo Metropolitano, donde se toman algunas decisiones importantes para la ciudad. La información que ofrece el portal web de la Municipalidad es muy reducida e incluso a los regidores se les niega pedidos de acceso a información.
Tenemos que pensar en calidad de vida y en bienestar y eso es imposible si no estás pensando en la ciudad sino en tu bolsillo; en segundo lugar, si no tienes liderazgo; y en tercer lugar, si no tienes una noción básica de políticas públicas.
“Como regidor he solicitado innumerables veces información y son contadas las veces que se me ha otorgado […] No nos dan nada. Todo eso me lleva a pensar que estamos en una gestión municipal que no es transparente y que dificulta el acceso a la información”, comenta Rey.
En 2013 la Municipalidad alcanzó el 95% de transparencia en su portal web, pero este año cayó a 82%, según información de la Defensoría del Pueblo.
El último punto débil durante la gestión de Castañeda es el nulo interés que ha mostrado por los Juegos Panamericanos, uno de los eventos deportivos más importantes de América. Este evento requiere de una millonaria inversión en infraestructura pero trae beneficios y prestigio. Según el presidente del Buró de Convenciones y Visitantes de Lima, Carlos Canales, el evento podría dejar US$ 250 millones para el país.
Si bien la Municipalidad no cuenta con el presupuesto para llevar a cabo las obras que se requieren, existen áreas concretas donde sí puede aportar. Una de ellas es el transporte público, una exigencia fundamental de la Organización Deportiva Panamericana [Odepa]. Pero la reforma avanza a paso lento.
Otra exigencia es la construcción de la Vía Olímpica, clave porque es allí donde dormirán los deportistas. La Municipalidad tiene la obligación de designar el lugar. Pero no lo ha hecho.
Pero Castañeda no solo ha dejado pasar esas oportunidades, sino que ha mentido reiteradas veces al decir que el coliseo principal se construirá en Cantagallo, lo que al menos por ahora no sería posible, ya que usó el fideicomiso con que se iba a trasladar a la comunidad shipiba que allí vive.
Problema de fondo
Estos hechos no son más que síntomas de una enfermedad mucho más grande: la falta de planificación. La gran mayoría de ciudades desarrolladas tuvieron un plan de ordenamiento urbano y uno de transporte. Sin ir muy lejos, Quito y Bogotá lo tuvieron y hoy son ciudades más ordenadas. “Todos los de afuera se cortan las venas cuando escuchan cómo es el plan urbano y cómo Lima no hace nada respecto a sus activos: el mar, las zonas históricas, sus ríos”, dice Secada.
Hasta ahora Castañeda solo se ha enfocado en la construcción y remodelación de obras pequeñas o urgentes, pero no cuenta con un plan ni ideas claras de lo que quiere para la ciudad. Se podría decir que avanza a tientas, improvisando soluciones que puedan traerle popularidad en el corto plazo.
“El PLAM que hizo Susana Villarán lo dejaron en el aire y los planes que el mismo Castañeda hizo durante su último gobierno también los desecharon”, lamenta Secada.
En Lima los activos que podrían revalorarse son la franja de acantilados y las playas que componen la Costa Verde; los mercados, que podrían transformarse en focos de turismo que expongan y oferten la riqueza cultural; el transporte, que debería articularse en un solo sistema; y el planeamiento urbano, que contempla un crecimiento ordenado de las zonas urbanas.
“Hay mil cosas que se pueden hacer, pero no vas a hacer ninguna cuando tengas instituciones débiles y el líder de la Municipalidad ofrezca su liderazgo para ofertar obras y robar”, critica Secada.
Desde la gestión de Susana Villarán ya no es posible pensar este cargo como el de un mero ejecutor de obras que solo es parcialmente responsable de áreas como el transporte y la seguridad. Al alcalde ahora se le exige más: tener una visión organizada, interceder y gestionar que estos problemas sean solucionados. Sobre esa nueva valla es imposible pensar que la gestión de Castañeda deja, en su primer año, un saldo positivo.
“Tenemos que pensar en calidad de vida y en bienestar y eso es imposible si no estás pensando en la ciudad sino en tu bolsillo; en segundo lugar, si no tienes liderazgo; y en tercer lugar, si no tienes una noción básica de políticas públicas y la capacidad de convocar a gente que haga las cosas bien”, indica Secada.
Persiste en Castañeda también la necesidad de borrar lo hecho por la gestión anterior. En lo que va de su primer año, solo por citar algunos casos, ya le cambió el nombre a Vía Parque Rímac, ahora Lima Amarilla; a Barrio mío, ahora Programa de Ayuda Solidaria; a los mini gimnasios, hoy conocidos como Gimnasios de la Solidaridad; y a La Noche de los Museos, hoy La Noche de Lima.
Sería sensato decir que es muy pronto para lanzar una conclusión sobre su gestión, pero lo que vemos, más que errores concretos, son rasgos de un estilo de gobierno. Y los rasgos de un estilo no cambian con el tiempo.
Enviado por jacqueline alvarado (no verificado) el
que nuevamente se convoque a una revocatoria, sino funciona, nada, asi es todo lo que comenta el periodista sobre la gestión nula del Alcalde, sin plan de acción, otra vez mas nuestra Lima va sin rumbo , o mejor dicho con rumbo al caos , uno que trabaja en el centro, observa a diario el desarrollo caotico de la vida urbana, es una pena que el proyecto de Villaran del rio Rímac, se haya tomado dinero para hacer otra obra que le gustó al acalde.. Pobre Lima, y aunado que su gente no protege lo suyo !!! ..