El silencio de los otros

El silencio de los otros

Ideele Revista Nº 280

Foto: The Volunteer.

El documental español El Silencio de los otros, dirigido por Almudena Carracedo y Robert Bahar, se centra en la historia de miles de víctimas de la dictadura franquista y de su lucha contra la impunidad.

La cinta arranca con el testimonio de María Martín. “Lo injusta que es la vida… No, no la vida. Los humanos son muy injustos,” relata con dolor la anciana, apoyada en su bastón, sentada al pie de la carretera donde los franquistas de su pueblo fusilaron y enterraron a su madre. “Decían que eran de rojo… Aquella noche mataron a 27 hombres y tres mujeres”. El asesinato ocurrió en Buenaventura (Toledo) el 21 de septiembre de 1936, cuando María tenía apenas seis años. Ascención Mendieta, de 90 años,intenta recuperar los restos de su padre cuyo cuerpo fue enterrado en una fosa común en Guadalajara. En Madrid, José María “Chato” Galante vive a pocos pasos de su ex torturador, Antonio González Pacheco, más conocido por su apodo “Billy el Niño”.Y, como si fuera poco, miles de mujeres continúan buscando a los hijos que les fueron robados al nacer.

El Silencio de los otros recibió el Premio del Público en la Berlinale. En Toronto, la cinta fue presentada en el festival de cine Hot Docs donde recibió una ovación de pie. Revista Ideele estuvo allí y conversó con los directores de El silencio de los otros, Almudena Carracedo y Robert Bahar, así como con José María “Chato” Galante, uno de los protagonistas del documental.

¿Cómo así nace este documental?

AC: Acabábamos de terminar un documental sobre la lucha por la dignidad de las mujeres indocumentadas en Los Ángeles y pensé: Estamos aquí luchando, dejando nuestras vidas y nuestro trabajo como documentalistas en este tema, pero ¿qué pasa con mi propio tema, que lo tengo ahí colgado? Digamos que ese fue uno de los orígenes.

RB: Voy a agregar algo desde una perspectiva internacional. Yo soy estadounidense y estoy al tanto de estos temas e historias gracias a Almudena, mi pareja no solo profesional. En Estados Unidos estudiamos la historia del fascismo en Europa. Algo de la Guerra Civil Española, sabemos de Guernica, conocemos a Hemingway, pero muy poco de la dictadura que se mantuvo durante 40 años. Y no nos enteramos nada del Pacto del Olvido recíproco de la Ley de Amnistía posterior. Esta situación lo hace a uno pensar en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Sudáfrica, o las demás Comisiones de la Verdad y la Reconciliación en otros países, o el Tribunal Especial de Camboya de la ONU, en los que se impone un proceso que busca la verdad y considera el tipo de justicia o reparación que merecen las víctimas y lo que le espera a los perpetradores, y cómo podemos garantizar que estas cosas no se repitan. Teniendo este marco de referencia en cuenta y el hecho de que en España nunca hubo un intento de lidiar con esta situación, con todas las experiencias de las víctimas que iban saliendo a flote para la película, ello me servía de poderoso estímulo para querer contar la historia.

El silencio de los crímenes durante la guerra también se dio en Italia, en Austria y otros lugares. Alemania fue el único país que realmente trabajó el tema, pero ahora, al mismo tiempo que en España, que fue donde nació, se está imponiendo un nuevo movimiento sobre el tratamiento de datos personales que impulsa laaplicación del“derecho al olvido". ¿Cómo comulga el proyecto de ustedes con ello?

CH: Desde mi punto de vista, de ninguna manera.Nosotros estamos pidiendo un derecho a la justicia que signifique que a esa gente la juzguen, establezcan si cometieron crímenes de lesa humanidad, que son imprescriptibles  e inamnistiables, en un tribunal perfectamente democrático, y si así fuera, la condenen a la condena que les corresponda.Los problemas que nosotros denunciamos no son problemas de delitos comunes; nosotros estamos hablando de justicia universal y de crímenes contra la humanidad.

AC: El perdón es una cuestión individual, ¿no? En la película, Carlos Slepoy, el abogado, dice claramente: “Un Estado no puede perdonar unos crímenes, el Estado tiene la obligación de juzgar.” Por un lado esto, y por el otro, efectivamente no estamos hablando de crímenes comunes sino de crímenes de lesa humanidad. Yo creo que es allí donde se plantea la gran diferencia.

Pero basándose en la amnistía que decretara la justicia española, que da a entender que no los considera crímenes de lesa humanidad, los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos durante el franquismo podrían ahora buscar amparo bajo esta nueva ley para impedir la difusión de sus datos personales ante Google. Me gustaría averiguar si alguien se está aprovechando de esta situación para así hacerlo. ¿Lo saben ustedes?

CH: No lo creo, porque mientras se siga manteniendo la cobertura por parte de la judicatura española, pues no lo harán. Nosotros lo que denunciamos en la aplicación de la amnistía es que, como dice Pablo de Greiff, Relator Especial sobre la promoción de la verdad, la justica, la reparación y las garantías de no repeticióndel Consejo de Derechos Humanos de la ONU: “No existen amnistías preventivas. Tú para amnistiar, tienes que haber investigado y procesado. A partir de allí puedes amnistiar.”Resulta que a esta gente ni se les juzgó, ni se tomó ninguna medida, ni se ha investigado y se les amnistía preventivamente. Él dice: “Eso es una ley de punto final; no una amnistía.” Y lo que hace y le pide en su informe al Estado español es que este reconozca dentro de la justicia a las víctimas. Ese acceso a la justicia, cuando son crímenes de lesa humanidad, es obligatorio, porque esos crímenes ni son amnistiables ni prescriben, pase el tiempo que pase. Ese es el criterio. Eso es lo que nosotros reivindicamos, cuando la judicatura española se salta eso, esta prevaricando. Esa misma justicia española que juzgó a Pinochet por crímenes de lesa humanidad o que en la sentencia del Tribunal Supremo Español, sobre el caso de la dictadura argentina, especifica que: 1) las leyes de punto final no son aplicables a los crímenes de lesa humanidad; 2) que esos crímenes no prescriben nunca, está llevando adelante procesos de justicia universal, pero rehúsa mirar lo que se hizo dentro del Estado español. Esa es la flagrante contradicción de una judicatura que no pasó un control democrático.Ese es un mal no solamente español. Si tú vas a cualquier país europeo, te encuentras con que son capaces de establecer eso, pero háblale a los franceses de los crímenes que cometieron en Argelia o durante el Holocausto, claro.O sea, la justicia universal es un enorme paso para la humanidad, pero es un paso que no se ha terminado de dar y las resistencias que hay a dar ese paso son por ese tipo de motivos porque es mucho más fácil juzgar cosas que sucedieron en otro país.

"Nos embarcamos en ese viaje con esa serie de personas durante una serie de años, en los cuales somos testigos y participantes de todos los momentos".

AC: Y normalmente en el "Sur Global", ¿no? Es mucho más fácil decir son cosas que pasan en América Latina, o en Asia, o en África, que decir que está pasando en el "Norte", y que en el corazón europeo haya estas flagrantes violaciones de los derechos humanos. No interesa a nadie reconocerlo. Pero hablando incluso de los españoles en España, está todo el mundo absolutamente escandalizado con los 500 niños robados en Argentina, pero en España estamos hablando de miles y miles (no se sabe realmente cuál es el numero), un mínimo de 30,000 que fueron registrados hasta el año 1952 y ya imagínate el número que sumaría del 52 hasta los 80, ¿no? Hay un proceso también de mirar hacia afuera, precisamente porque la gente tampoco sabe que hay miles de niños robados en España. Parte de lo que queremos hacer con el documental es dar a conocer esto dentro de la sociedad española también. Hay un trabajo externo, internacional, con la película y un trabajo interno dentro de España para que la gente conozca esto que está pasando, y la respuesta que hemos obtenido hasta ahora ha sido absolutamente espectacular. De gente que ha venido a proyecciones fuera de España, porque en España todavía no lo hemos mostrado, pero, claro, estamos empezando fuera precisamente porque es un tema muy difícil, pero cualquier persona que ha viajado fuera y que no tenía ni idea tiene esa sensación de querer decir: “Joder, alguien me ha robado mi historia y ahora quiero ser parte de ella. Quiero conocerla para poder también entender mi presente."

¿Pero ustedes creen que esa amnesia colectiva haya sido desentendida?

AC: No, claro, no ha sido desentendida; ha sido creada obviamente.

Porque el otrora juez Baltasar Garzón trató de exhumar los restos de las víctimas, ¿no?

AC: Bueno, fue el inicio de un proceso de investigación y fue allí, digamos, donde se le paró los pies. En España obviamente va a haber una oposición muy fuerte, pero estamos convencidos, porque lo estamos viendo, que realmente hay menos oposición de la que nos han vendido. Es decir, que hay una generación joven que ahora mismo no tiene ni idea de lo que pasó, que no vivió en su carne el conflicto, ni tiene ningún tipo de conflicto con nadie, que va a responder muy positivamente al documental, si somos capaces de llevarlos a ver la películaen cine o en televisión. Y también hay toda una generación que en su momento se blindó detrás del modelo de transición que está empezando replantearse; que a lo mejor podían haberse hecho las cosas de otra manera. En el documental ni siquiera juzgamos si se hizo bien o se hizo mal. Simplemente se hizo así. Esto fue un pacto de Estado, que fue más allá de una ley de amnistía; democráticamente hablando no se podía hablar de estas cosas, porque era algo desagradable ponerte a hablar de los crímenes del franquismo. Entonces, es algo de lo que no se ha hablado en la sociedad.  Y lo que la película plantea precisamente es: hoy en el 2018, ¿qué hacemos como sociedad con este tema? ¿Qué hacemos con miles y miles de personas que están enterradas en las cunetas?, porque estamos hablando de más de 100,000, ¿eh? ¿Qué hacemos con todas estas personas que fueron víctimas de tortura cuyos victimarios están en la calle, disfrutando, y además habiendo sido condecorados en democracia por su trabajo como policías? ¿Qué hacemos con miles y miles de personas que no saben quiénes son sus padres o que ni si quiera saben que fueron robados? Tenemos la convicción, no sé si por ingenuidad, o porque realmente es así, de que la sociedad española ya está realmente madura; es una democracia suficientemente madura como para poder afrontar estos temas.

RB: Y hay cierta urgencia, si tenemos en cuenta la edad de muchas de las víctimas, la edad de algunos de los perpetradores, uno tiene probablemente entre 5 y 20 años para lidiar con esta situación.

CH: Es que era una sociedad de caciques, y cualquier persona que defendía un mínimo de dignidad frente a eso era considerada un enemigo público. Y decidieron borrarlo y te matan. O sea, que la idea que yo creo que está bastante clara en el documental es que hay elementos de genocidio. Es que ahí la idea de exterminar a un sector de la sociedad está dicha y escrita. Se habla de todo lo que fue la ideología de ese exterminio de un sector de la sociedad. María está en ese sector. Es el sector más frágil de la sociedad, pero el sector más digno de la sociedad: María es un personaje de Federico García Lorca. Es un personaje de una entidad moral soberbia. Soberbia durante toda su vida. Yo creo que entender a María Martín es entender a mi país. Yo me siento orgulloso del país en el que nací porque es un país capaz de producir gente así.

AC: Una de las cosas que como directores queríamos hacer con la película es precisamente contar la historia a través de personajes que son personas reales. Y eso tiene un poder muy fuerte. No es un documental de entrevistas. Es un documental en el que invitamos a la audiencia a ser parte de un viaje, de una experiencia, de un grupo de personas que deciden luchar por su dignidad y luchar por la justicia. Nos embarcamos en ese viaje con esa serie de personas durante una serie de años, en los cuales somos testigos y participantes de todos los momentos. Hay momentos divertidos, donde nos reímos. Pero también hay momentos más difíciles, muy duros.

 ¿Cuánto tiempo duró el rodaje de la película?

AC: Estuvimos grabando durante 6 años y tardamos 7 años en hacerla. Tenemos 450 horas de grabación, y estuvimos editando durante un año y medio. Sí, un proceso muy complicado, pero precisamente la razón por la que duró tanto tiempo es porque queríamos que funcionara a otro nivel. Es decir, que no fuera solo un documental que pudiera llegar a la gente que lo necesitaba.En España hay mucha gente para la cual el ver reflejada su historia en un documental es muy importante. Pero queríamos llegar un poco más allá. Queríamos llegar a una gente que jamás se sentara a ver un documental sobre memoria histórica porque ves un rollo o lo que sea. Queríamos también que fuera una experiencia cinematográfica y que funcionara para este movablemiddle, para este medio movible al que si conseguimos llevar a la película se va a sentir emocionado, porque se va a poder sentar durante 90 minutos y va a poder sentir lo que es estar en la piel de estas personas. ¿Qué se siente siendo el hijo de María Martín? ¿Qué harías tú si te hubiera pasado eso a ti? ¿Te daría igual que tu abuela estuviera en un cementerio? Porque hay mucha gente que dice que es reabrir heridas. Claro, y mucha otra dice que será reabrir heridaspara los que no las tienen, pero para los que las tenemos, las tenemos bien abiertitas; no se han cerrado nunca, y esto a nosotros nos ayuda a cerrar heridas. O sea, eso de volver a abrir heridases un discurso que se ejerce desde el sector de la población que no las tiene.

¿Y quién decide cuándo y por qué?

AC: ¿Y puedes obligar a alguien a olvidar? No puedes obligar a nadie a olvidar. Olvidar y perdonar es una cosa individual, no colectiva ni desde luego puede ser impuesta por parte del Estado.

"Se le ha hecho olvidar a esta sociedad cuál es su pasado, y eso es imposible".

¿Cómo sabían que esos restos estaban en las fosas comunes del cementerio?

AC:Es un caso un poco excepcional, porque las fosas que había en el cementerio estaban documentadas por los funcionarios del mismo, porque los enterradores recibían dinero por cada cuerpo que enterraban. Entonces, ellos se ocuparon muy bien de inscribir a cada muerto que enterraban. Lo que es sorprendente de esta exhumación es que cada lápida de ese cementerio realmente es una fosa común vertical hacia abajo. O sea que había 20 o 25 cuerpos por cada lápida representada. Y la historia curiosa del padre de Ascención Mendieta es que durante 40 años esa parte del cementerio estuvo cerrada, hasta que llegó la democracia no les dejaron acceder a esa parte del cementerio civil. Tiraban las flores por encima de la tapia, etc. Cuando por fin accedieron, les dieron la oportunidad de escribir los nombres de las personas que habían sido fusiladas. Les pidieron dejar espacio porque había mucha gente. Pues ellos pusieron el nombre de su padre, en el caso de Ascención, o de su abuelo, en el caso de los hijos de Ascención: Timoteo Mendieta. Y dejaron el espacio, pero nadie puso otros nombres, por miedoo por... Entonces el único nombre que aparece en la fosa es el de Timoteo, aunque hay 22 personas. Y lo dice uno de los forenses, que cada fosa llama a más víctimas, a más hijos... A raíz de esas exhumaciones llegan muchos familiares; llega mucha gente que por fin rompe el veto familiar, o el silencio familiar. De repente se sabe que el tío fue esto o que el abuelo fue lo otro y que está enterrado ahí. La película narra el proceso de construcción de un movimiento social; cómo la gente se va uniendo y va desenterrando todo esto realmente. Las exhumaciones también son parte de ese proceso de desenterrar la historia y de traerla al presente, claro. Es un trabajo hecho por la sociedad civil. En el 2018 el Estado español…

CH:Ni lo considera su obligación.

AC:Y se enorgullece ahora mismo de dar presupuesto cero a una ley de memoria histórica, que de por sí fue muy tímida. Se enorgullece públicamente de dar presupuesto cero a estas investigaciones.

CH:Eso es parte de la dimensión del problema que hace particularmente cruda la historia de la recuperación de la memoria en nuestro país, porque es una recuperación imprescindible pero necesariamente conflictiva como lo ha sido en toda Europa, como bien lo decías al principio: el único sitio donde se asumió hasta sus últimas consecuencias fue en Alemania. En cualquiera de los otros sitios, se ha intentado limitar ese conflicto. Y ese conflicto 40 años después es algo explosivo en nuestro país, pero porque lo han hecho explosivo quienes deberían de haberlo resuelto hace al menos 40 años.

AC:Bueno, pero hablando de lidiar con ello, muchos países latinoamericanos nos llevan a España años luz en el trabajo de memoria histórica.

CH: Sí, sí, sí, sin ninguna duda. Cualquier país nos lleva años luz.

AC: Cualquiera, pero en América Latina en concreto, que durante mucho tiempo siguieron de una manera u otra ese modelo de olvido español, dieron la vuelta a todo y han sido precursores de otros modelos diferentes para lidiar con el pasado, y España se ha quedado atrás.Es realmente vergonzoso, ¿no?

¿Por qué ahora este documental? ¿A quién le importa?

AC: Uy, a todo el mundo. 

CH:¡Hombre! Ahora, justo ahora, probablemente es el momento en el que más interés sobre este tema hay en nuestro país en los 80 últimos años. Es verdad que aquí hubo peleas y que el movimiento por la recuperación de la memoria tiene una larguísima historia, bastante más dura de lo que se suele reconocer, pero hoy no hay día en que en los principales diarios de nuestro país no aparezcan cosas relacionadas con la memoria; actividades relacionadas con el Valle de los Caídos; conflictos en renombrar calles dedicadas a criminales de guerra; querellas que se ponen contra torturadores. Todo ese tipo de cosas hace solo 5 años no existía para nada. Y si existía era para denunciarse como agresiones a la convivencia democrática en nuestro país.Hoy existe, como decía Almudena, un sector de la sociedad que está muy interesado en recuperar esa historia con un criterio claro: "¡A mí me han robado mi historia!" Y eso te lo dicen los jóvenes. Nosotros vamos a los institutos y empezamos a tener apoyo de gente que ya ni siquiera son los nietos. Es la generación siguiente a los nietos de la gente que mataron en la Guerra Civil, nuestros nietos, los nietos de la gente que perdió en el tardo franquismo, es la gente que está hoy interesada en esas historias. Es un sector social amplísimo, porque eso está claro. Se le ha hecho olvidar a esta sociedad cuál es su pasado, y eso es imposible. Tú no puedes construir una sociedad apoyada en tu recuerdo del imperio español en el siglo XVI y olvidarte que hace 40 años hay una dictadura en este país o las cosas que han pasado y las consecuencias que tiene sobre el modelo de sociedad en España, sus limitaciones y sus problemas, que aparecen cotidianamente.

RB: El creciente movimiento social que culminó en esta demanda y que tuvimos la suerte de documentar, también indica que este es el momento adecuado para encarar estas preguntas. Quisiéramos también enfatizar la urgencia por ver la película en otras partes. Estamos recibiendo solicitudes de Argelia, Líbano, los Balcanes, Sri Lanka y Colombia, lugares en los que se están dando procesos de justicia transicional o de post-conflicto. La película se refiere asimismo en forma más amplia a lo que ocurre tras un conflicto, encara aquellas preguntas en busca de la verdad, la justicia, la reparación la no repetición, y ofrece este modelo o este ejemplo, de cómo un grupo pequeño de víctimas empezando en torno a una mesa de cocina, en este caso la de Carlos Slepoy, puede organizar y utilizar el principio de jurisdicción universal como herramienta cuando su propio gobierno no les permite perseguir crímenes que han ocurrido para ir a otra parte a encaminarse hacia la justicia. Y creo que este es un mensaje en un mundo que se está tornando cada vez más totalitario. Creo que este mensaje es my importante y es por ello que esta película va a estar dirigida también a otros conflictos.

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