En nombre del pueblo peruano

En nombre del pueblo peruano

Ernesto de la Jara Abogado. Fundador y exdirector del Instituto de Defensa Legal. Actualmente se desenvuelve como abogado independiente, profesor en la PUCP y especialista en temas sobre el sistema de justicia
Ideele Revista Nº 241

(Foto: La República)

Habitualmente lo primero que miramos en las encuestas es la aprobación o desaprobación del Presidente de la República, y, en estos tiempos, inmediatamente vamos a ver qué sucede con Nadine. Luego pasamos a las causas de la aprobación para poder decir cuál es la demanda número uno de la población. Solemos saltearnos la (im)popularidad de las instituciones porque sabemos que estará por los suelos. Igual frente a los ministros, con excepción del de Economía y de alguno que haya saltado a la palestra (Urresti) o si se quiere que de un paso al costado (fue el caso de Cornejo). Nos detenemos seguro en el nivel de aprobación de la alcaldesa, antes porque estaba en caída y ahora porque está en carrera. Nunca se suele dejar de ver si Keiko Fujimori sigue liderando y quién le sigue. Por último, los temas del momento son imperdibles (desde la unión civil hasta la ley universitaria pasando por Orellana).

Pero las encuestas traen otros datos menos ruidosos pero tan o más elocuentes que los anteriores. Últimamente reparo en varios que nos pueden llevar a la conclusión de que cuando usamos frases como “lo que quiere el país”, “los peruanos creemos”, “la población no está dispuesta”, “la ciudadanía exige” es en realidad un exceso de nuestra parte en el uso del lenguaje. Veamos, algunas de estas señales a partir de los resultados de las últimas encuestas nacionales de IPSOS y GFK, y las de la UNI, a nivel de Lima Metropolitana.

Muchas veces, a nivel de “opinión pública” discutimos un tema en tono de vida y muerte, y de pronto salen encuestan que nos demuestran que a la mayoría o una parte significativa del país ese tema le interesa poco o nada, al punto que no sabe de su existencia, o nada tiene que decir al respecto. Algunos ejemplos.

Casi la mitad de Lima y del país no está ni enterado de la ley de reforma universitaria. Tanto IPSOS como la UNI revelan que solo lo está el 53%. ¿No era que “todo el mundo en el país” seguía la discusión por la importancia que para todos tiene lo que pasa con las universidades, al ser vistas como un medio de asenso social?

Menos de la mitad de los encuestados (el 43%, según IPSOS) está enterado sobre la denuncia penal contra el Ministro del Interior, Daniel Urresti, en relación al asesinato del periodista Hugo Bustios en 1988. Para una gran cantidad de gente que parte del “debate público”, el Ministro debió –debe– salir por esa denuncia, pero la mayoría de la población no sabe ni siquiera de su existencia.

El 80% no está enterado sobre las medidas económicas que ha aprobado el Congreso para imponer y dinamizar la inversión en el país. ¿Poca explicación o desinterés frente a lo que haga o deje de hacer el Gobierno?

Frente a muchas preguntas, un gran porcentaje opta por el “no precisa”, el que puede significar "desconozco" o "me llega". Así, en el caso de la elección del Fiscal de la Nación (Ramos Heredia), decisión tan controversial en la “escena pública”, de acuerdo a la encuesta de la UNI, el 36% se abstuvo de opinar.

De otro lado, no son pocos los temas en los que los resultados de las encuestas contradicen lo que para los expertos es el “a-b-c”. Todo el que conoce mínimamente de seguridad sabe perfectamente que las medidas efectistas del Ministro rara-ra-ra, Urresti, no conducen a nada; sin embrago, en un mes, él ha pasado a ser el Ministro con mayor aprobación (24%, según la UNI), por encima, incluso, del siempre puntero Ministro de Economía, Miguel Castilla (14%). (A Dios gracias, paralelamente tiene un alto nivel de desaprobación, 47%, y mucha gente no precisa su posición, 19%).

Otro ejemplo a este nivel es que la gente sigue opinando que una de las causas de la delincuencia es que jueces dejan libres a los delincuentes, (el 83%, según la UNI), cuando quienes conocen del problema no solo opinan en sentido contrario sino que dan datos indiscutibles (el hacinamiento de las cárceles o el hecho de que la población penitenciara se haya duplicado por dos).

También es interesante ver cómo, para poder hablar del país en general, preferimos no referirnos tanto a las diferencias (o coincidencias) que arrojan las encuestas a nivel socioeconómico o por regiones.

Así, cuando hablamos de la aprobación de Humala, nos limitamos muchas veces a hablar del promedio. Ahora está en 22%, según GFK. Pero, ¿qué pasa a nivel comparativo entre los sectores socioeconómicos? Actualmente no hay diferencia significativa, ya que todos los sectores, del A al E, está entre el 23 y el 18%, es decir, muy cerca del promedio. Todo un dato que, de alguna manera, pone en cuestión lo que se suele decir, pues se estaría mostrando que no es tan cierto cuando se afirma que los sectores A y B estarían especialmente felices con el Gobierno por su derechización, ni que los sectores D y E lo estarían por las medidas populistas del Gobierno.

En cambio, por regiones sí hay diferencias muy importantes. En el norte, Humala tiene un nivel de aprobación de 6 puntos por debajo del promedio (16%), mientras que en el centro, 6 por encima (28%). 16 frente a 28%. Ergo, en ninguna de las dos zonas es correcto afirmar que la aprobación de Humala está en 22%.

Si la pregunta se hace de manera abstracta, arroja un resultado; pero cuando la misma pregunta se formula a nivel personal, el resultado cambia

Respecto a por qué se respalda al Presidente y por qué se le rechaza hay que también tener cuidado de no ser tajantes. Muchas veces, la razón por la que una parte significativa de los encuestados aprueba al Presidente, es la misma por la que otro porcentaje también significativo lo desaprueba. En la última encuesta de IPSOS, la primera razón de dicha desaprobación es la corrupción que hay en el Gobierno, pero, simultáneamente, quienes aprueban, ubican la lucha contra la corrupción de parte del mismo Gobierno en un expectante tercer lugar (de 12).

Difícil también de explicar los resultados de las encuestas frente a casos judiciales que han tenido una cobertura mediática muy intensa. No hay un solo medio de comunicación (prensa escrita, radio, TV) que no haya hablado del caso Orellana y su red de su inmensa corrupción. Sin embargo, según IPSOS, más de la mitad de los encuestados a nivel nacional (el 61%) no conoce, ni siquiera está enterado, del caso Orellana.

En cambio, cuando se pregunta por el caso de Gregorio Santos, Presidente Regional de de Cajamarca, es al revés, pues más de la mitad del país (el 61%) sí conoce el caso, y de este porcentaje, la gran mayoría cree que es culpable (el 80% de ese 61%).

Otra diferencia que habría que hacer antes de creer saber lo que piensa la gente es que muchas veces si la pregunta se hace de manera abstracta, arroja un resultado; pero cuando la misma pregunta se formula a nivel personal, el resultado cambia. Así, por ejemplo, en la encuesta de la UNI de abril de este año, el 60% opinó que si la policía detiene a una persona acusándola de haberla visto robando un celular o una cartera, ésta debe ir a la cárcel, como sanción inmediata. Pero cuando se le pregunta si esa persona fuera un familiar, el porcentaje baja a 46%. Cuando IPSOS suele preguntar en el CADE si se cree que los empresarios estarían dispuestos a pagar coima, más del 50% responde que sí, pero cuando se le pregunta si él estaría dispuesto a hacerlo, una gran mayoría responde que no. Igual, menos de la mitad de los encuestados cree que la violación sexual debe estar entre las causas para un aborto legal, pero pasa a ser más de la mitad cuando se le pregunta por su madre, hija, como víctima.

No estoy planteando que cada vez que se quiera expresar algo que vaya más allá de lo que pueda ser una opinión estrictamente personal, tenga uno que hacer o leer previamente un análisis riguroso para confirmar o desechar si hay homogeneidad o discrepancia en el pensamiento de los peruanos. Pero sí que haya que ser conscientes que sustentar nuestras ideas apelando al argumento de que coinciden con “lo que quiere el pueblo” es una manera de hablar más que una realidad. En nuestro país, todos sabemos que el Perú es cada vez más ancho y ajeno.

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