Las personas homosexuales
Enviado por Ana Abugattas (no verificado) el
El revuelo que ha causado la propuesta de ley sobre la unión civil remueve el tema de los prejuicios y el rechazo que emergen cada vez que se quieren ampliar los derechos de las poblaciones LGBT.
Hace 16 años se estrenó la película In & Out: Kevin Kline es Howard, un profesor de literatura inglesa en un colegio de Greenleaf, Indiana. Está comprometido y pronto se casará. Una noche, toda la población de Greenleaf está frente a sus televisores esperando la entrega de los Óscar, porque un actor de la localidad y antiguo alumno del colegio donde Howard trabaja ha sido nominado a mejor actor por un papel en el que representa a un soldado gay. Al recibir el premio, lee su discurso y agradece a su querido profesor de Literatura, Howard Brackett, y añade: “que también es gay”. Esta declaración pública deja estupefactos a los habitantes de Greenleaf y trastorna la vida de Howard, que nunca se había permitido imaginar esa posibilidad.
En el mundo —no en el Perú— se ha vuelto común la práctica del outing, que consiste en revelar a reconocidas figuras públicas como homosexuales escondidos. Se “saca del armario” (to out) a un insider o habitante “del interior”, con consecuencias de todo tipo: la persona puede quedar sepultada en vida, ser obligada a renunciar a su posición de poder o a desaparecer del espacio público. Otra posibilidad es que este acto facilite el ascenso de gays y lesbianas a posiciones de influencia y autoridad. Los efectos o riesgos políticos del outing son siempre impredecibles.
Howard fue expulsado de la escuela donde trabajaba, al igual que Tomás, iqueño, homosexual, de 35 años, profesor de primaria en un colegio de la Tinguiña, quien fue expulsado por presión de los padres de familia y trasladado a la oscura oficina de una UGEL.
(Pura) teoría
Mientras que la Asociación de Psiquiatría estadounidense zanjó el debate hace ya varias décadas, en el Perú ciertos sectores e iglesias siguen utilizando teorías obsoletas y oscurantistas que hablan de patologías y anormalidades; de lo antinatural, lo abyecto, lo cochino. La basura frente a lo limpio, lo asimilable y lo correcto. Mientras tanto, en el mundo académico la teoría se disparó cuando Michel Foucault lanzó la tesis de que la sexualidad es una construcción social, no un hecho natural. Luego, la filósofa postestructuralista Judith Butler lanzó su libro El género en disputa, en el que se plantea cómo ciertas prácticas sexuales imponen la pregunta: qué es una mujer, qué es un hombre. Una mujer “es” en tanto funciona como tal en la estructura heterosexual dominante, y si cuestiona esa estructura pierde el lugar que ocupa en el género.
Butler se propuso entender el terror que sienten algunas personas al volverse gays, perder su lugar y no saber quiénes terminarán siendo si tienen relaciones sexuales con alguien del mismo género. Esta confusión se ha agudizado con las nuevas formas de asumir un género que han surgido con la transexualidad, la paternidad y la maternidad lésbica y gay, y las nuevas identidades lésbicas. La teórica profundiza sus estudios y se pregunta: “¿Cuándo y por qué algunas lesbianas masculinas que tienen hijos se convierten en ‘papá’ en vez de ‘mamá’? Su conclusión es que ni la transexualidad, ni el transgénero, ni la paternidad y maternidad lésbicas y gays llegan a romper la estructura heterosexual dominante.
Como una evolución aún más audaz de estos estudios aparece la “teoría queer”. Según el Oxford English Dictionary, queer significa: “1. Extraño, excéntrico, dudoso, sospechoso. 2. Homosexual. 3. Echar a perder, roto”. Para el filólogo Marcelo Soto, “es una palabra que en el uso de la lengua inglesa puede referirse tanto a sujetos masculinos como a los femeninos, y por extensión a todas y cada una de las combinaciones de la dicotomía de género que pudiéramos imaginar: transexuales, transgéneros, bisexuales”. En el uso cotidiano es un insulto. Su equivalente es maricón, chivo. Pero cuando los activistas se autodenominan así, se produce un trasladado de la carga de violencia y discriminación ejercida por la sociedad heterosexual contra la comunidad LTGB, y es precisamente esa fuerza la que se subvierte al utilizar el término en primera persona: termina siendo una provocación y un acto de reivindicación política (“yo soy marica y qué”). Para Soto, esta estrategia de subversión performativa es el elemento central de las políticas queer. “Es hacia ese desplazamiento y resignificación producidos por la reapropiación del performativo a lo que apunta su uso en el marco de la teoría queer”, sostiene.
El duque
Buscamos a Jorge Bracamonte, el segundo padre del movimiento homosexual en el Perú, si consideramos que Óscar Ugarteche fue el primero. Lo que inmediatamente se le viene a la memoria cuando le preguntamos sobre los avances del movimiento LTGB en el país, es Duque, la novela de José Diez Canseco escrita en 1934, la primera que toca el tema de la homosexualidad en la literatura peruana. El personaje debe ocultar su opción sexual. (En realidad no importa cuál sea: lo importante es que no se sepa.)
Bracamonte sostiene que el programa contra la homofobia instaurado en Brasil desde el gobierno del presidente Cardoso ha dado buenos resultados porque ataca las causas de fondo relacionadas con la pobreza y la desigualdad de oportunidades en educación y en el acceso a la salud. En ese país, como en Argentina y México, el Estado está apoyando los procesos de transformación de los cuerpos a través de los tratamientos hormonales gratuitos. “Si mi cuerpo necesita un cambio para responder a una nueva identidad, y no lo puedo hacer porque soy pobre, entonces el Estado tiene que asumir esa responsabilidad”, remarca.
En Argentina existe una ley de identidad de género para las personas travestis, que les permite cambiar su nombre y registrar el nuevo en su documento de identidad. Incluso en Cuba, donde hubo una fuerte represión contra la población homosexual, se dictan políticas de salud pública a favor de las minorías sexuales. En el año 1988 se realizó la primera operación de reasignación de sexo. La primera transexual operada en ese país se llama Mavi, y las dificultades que tuvo que afrontar para construir su feminidad en una sociedad llena de estereotipos y prejuicios han quedado registradas en el documental En el cuerpo equivocado, dirigido por Marilyn Solaya.
Según Bracamonte, los principales avances en el mundo en general son consecuencia del matrimonio igualitario y de las uniones civiles, que son una realidad en 60 países, y que han permitido que los homosexuales puedan acceder a derechos que antes les estaban negados. Y añade: “Han surgido modelos distintos de familias y los Estados han tenido que producir formas jurídicas para garantizar derechos en el caso de la convivencia o del concubinato.” En el Perú, esta posibilidad le ha sido negada a un millón y medio de ciudadanos. En sus artículos cuarto y quinto, la Constitución peruana establece que tanto el matrimonio como el concubinato son asuntos entre hombre y mujer.
La figura de la unión civil tiene una esencia discriminatoria. Se trata de ciudadanos que por su orientación sexual no podrán acceder a los beneficios del matrimonio, con lo que se crea una figura jurídica que solo podrá ser aplicada a los homosexuales
Polémica medieval
Después de que se presentara en el Congreso el proyecto de ley sobre la unión civil entre personas del mismo sexo para ser debatido en marzo del próximo año, una encuesta arrojó que el 65% de la población peruana está en contra de esa posibilidad. Esta figura legal aparece en Dinamarca en el año 1989, y otorga a las parejas del mismo sexo derechos civiles similares a los que se generan por el matrimonio, pero con algunas diferencias. Por ejemplo, no están incluidos beneficios como el derecho a heredar sin tener que pagar gravámenes fiscales, o la posibilidad de solicitar devoluciones fiscales conjuntas, o la pensión de viudez, o el derecho a la visita ilimitada y a tomar decisiones cuando la pareja se enferma, o la obtención de la ciudadanía en el caso de que uno de ellos sea extranjero, o el divorcio como sistema legal que les permita distribuir los bienes de manera equitativa, y, por supuesto, tampoco la posibilidad de adopción conjunta. Hay denuncias sobre una serie de casos en el Perú en los que los jueces han priorizado el derecho de sucesión, dejando sin efecto contratos civiles firmados para proteger los bienes de una pareja del mismo sexo.
La figura de la unión civil tiene una esencia discriminatoria. Se trata de ciudadanos que por su orientación sexual no podrán acceder a los beneficios del matrimonio, con lo que se crea una figura jurídica que solo podrá ser aplicada a los homosexuales. “Lo aceptamos porque preferimos eso a nada. Lo que ocurre ahora es que muchos no tienen protección legal cuando la pareja muere, viene la familia y se lleva todos los bienes, y ni siquiera les permiten asistir al entierro”, afirma Bracamonte.
Este debate no se puede dar en un país que está apenas en el primer escalón: el de las políticas de reconocimiento, y en el que la población LTGB está todavía peleando por sus derechos civiles. El nivel es tan bajo que cada semana ocurre un crimen de odio. Las muestras de afecto entre la población homosexual se perciben como “cochinadas”. Las lesbianas son sometidas a violaciones correctivas. De cada dos travestis, una vive con sida. Ellas, que se rellenan las nalgas y tetas con aceite de avión ante la indiferencia estatal y general, no pueden cambiar su nombre por uno femenino.
Las políticas sobre el VIH y el tratamiento de la enfermedad son reveladores: cada día mueren tres personas de sida, y, de éstas, dos son gays, travestis o bisexuales. Según Bracamonte, es la mayor causa de muerte en esta comunidad. “Para las poblaciones específicas, se habla de epidemia cuando están afectadas en más del 5%. En el Perú, de acuerdo con las vigilancias epidemiológicas del MINSA, la prevalencia del VIH en estas comunidades es del 12%. Estamos ante una epidemia”, agrega. La ONUSIDA recomienda que para revertir una epidemia se debe tener bajo control al 80% del grupo afectado. Actualmente solo se brinda cobertura al 5%.
Detrás de las palabras
Octubre 2013: Ideele conversó con adolescentes de 14 a 15 años de edad de tercero de secundaria del colegio mixto Héroes del Cenepa, en el Cercado de Lima. El discurso ha cambiado. El tema es abordado con naturalidad por las alumnas, pero hay nerviosismo entre los alumnos, que se ríen y hacen bromas sobre gays y maricas. Las respuestas muestran una apertura sorprendente en varios aspectos: no tendrían problemas si su profesor fuera gay, o votarían por un candidato abiertamente homosexual. Pero también son evidentes las contradicciones. Los hombres se asumen tolerantes, pero se les escapan frases como “mientras que me respete”, “que no se me insinúe”: prevalece la idea de que el homosexual puede perjudicar, incomodar, no ser respetuoso, o que puede hacer algo indebido en cualquier momento.
A todas las mujeres les chocaría tener un hijo homosexual. Una dice: “No tendría problema, pero si es mujer que sea mujer, si es hombre que sea hombre”. Otra duda cuando se le pregunta si la homosexualidad debe ser aceptada por la sociedad: “Sí, pero no”, responde. Ellas no se sienten “amenazadas”, porque ninguna declara tener una amiga lesbiana y sienten que la homosexualidad no las toca directamente.
Una encuesta sobre la percepción de la población general hacia la población trans y gay, realizada por el Instituto de Opinión Pública de la Universidad Católica el año pasado, revela que hay más aceptación en el nivel cognitivo, pero persisten resistencias en el nivel emocional. Es decir, la población general es consciente de la situación de vulneración de los derechos básicos de la comunidad LTGB y apoya las leyes protectoras y las políticas generales (incluso las actitudes, opiniones y los juicios morales pueden ser positivos), pero la situación cambia radicalmente cuando se trata de iniciativas que les dan poder en el ejercicio de sus derechos, como, por ejemplo, el acceso a cargos públicos o su inclusión como miembros de las instituciones tradicionales.
El 78% de los encuestados opina que a los homosexuales deberían otorgárseles los mismos derechos sociales que al resto de la población; y casi el 50% no tendría problema de seguir siendo amigo de alguien que ha descubierto que es homosexual. Sin embargo, el 50% está a favor del cierre de los bares homosexuales, el 74% considera que los homosexuales deberían ser marginados de la profesión de la enseñanza básica (se asume que son pedófilos y pederastas), y el 79% se sentiría incómodo si su hijo fuera homosexual.
El rechazo visceral tiene que ver con la dimensión emocional, viene de adentro, está oculto y agazapado esperando atacar. Hay que cambiar de entrañas.
Enviado por Ana Abugattas (no verificado) el
Enviado por Víctor Hurtado ... (no verificado) el
Patricia:
Está muy bien lo que dices (de paso, vaya un saludo para Óscar Ugarteche, a quien no veo desde que almorzamos en el barrio de Tacubaya, en la capital de México, en octubre del 2006).
Quisiera comentar las ocurrencias anticientíficas de Foucault y de Butler. La identidad sexual no es una "construcción social": es un derivado psicológico de la conformación del cerebro (desde la gestación) y de la acción de las hormonas (hasta la adolescencia). Es posible que los transexuales y los bisexuales tengan dudas sobre su identidad sexual, pero estas derivan también de una conformación diferente de su cerebro. Nadie escoge ser bisexual ni transexual: se lo siente (como se siente ser heterosexual).
Sería bueno que la gente interesada en estos asuntos deje ya de repetir las simplezas de F. y de B., puro pensamiento mágico. Más bien, debemos leer mucho de neurociencias, y felizmente hay buenos libros de divulgación.
Así aprenderemos también que las neurociencias dan bases científicas para defender a las minorías sexuales, que no son "culpables" de ser como son; por tanto, tienen los mismos derechos que todas las demás personas.
Más ciencia y menos popmodernidad [sic].
Gracias.
Víctor Hurtado Oviedo.
Las personas homosexuales,bisexuales, transgeneros, hombres y mujeres, son tan seres humanos como tu o como yo y si crees en Dios/Diosa, el/ella nos ha creado a su imagen y semejanza a todos y cada uno de nosotros/as. En mi opinion, deberian tener los mismos derechos que cada peruano y peruana tenemos. La homosexualidad no es "una preferencia" como algunos dicen.....quien en su sano juicio podria preferir o escoger el abuso, la discriminacion, y en muchos casos la muerte en manos de asesinos homofobicos?
Como Psicologa clinica, conozco de cerca el sufrimiento que conlleva ser diferente a lo que la sociedad espera de uno. En mi experiencia como clinica las personas homosexuales, transgenero, bisexuales, se dan cuenta desde temprana edad que son diferentes y nadie sabe la causa de esto. Lo que sabemos hoy es que no es una enfermedad y tampoco son pedofilos o pederastas. Son seres humanos.