Jueces e involución moral
Jueces e involución moral
Trabajamos en el Poder Judicial, en un Juzgado de Paz Letrado, con demasiada carga procesal, así que para hacer bien nuestro trabajo, mis trabajadores salen a las 10 o 11 de la noche, y yo a las 2 o 3 de la madrugada, ¿qué como podemos resistir ese horario?, no lo se muy bien, cuestión de costumbre dirán algunos, pues de lunes a viernes debemos estar a las 8:00 a.m. en nuestros respectivas oficinas. Alguien dirá, ¿duermen bien? contestaré que muy pocas horas, pero muy bien, y entonces a partir de la facilidad con que en nuestros respectivos hogares, conciliamos el sueño, puedo hablar tal vez en forma dura y con ello sujeta a la verdad, de la involución moral de varias personas que por la labor jurisdiccional que desempeño conozco.
Trabajan muy poco, y contradictorio ello duermen mucho menos, su delicada labor la delegan sin asco, a sus trabajadores ¡algunos tan involucionados como ellos! que aprovechan la ocasión para decidir contra el derecho, contra la justicia, contra la ley, contra todo lo honesto y bueno que hay en este mundo, y lucran con la coima de cada día, pues mientras algunos de sus jefes si bien no coimeen, con su ociosidad promueven la corrupción, le exigen a sus trabajadores: “cuando el OCMA asome la Corte, verifiquen que las resoluciones tengan mi firma, si falta me avisan”, es que ya no saben ni lo que NO han hecho, ni a cuantos han arrebatado sus libertades, su patrimonio o su creencia en un sistema justo, y así y todo, se dan tiempo de asistir horas enteras a gimnasios para mantener en forma sus vetustos cuerpos, es que ¡dependen de su físico para seguir prostituyéndose y seguir conservando sus puestos de trabajo (cargos de confianza, suplencia le llaman)!, cuando marcan sus horas de salida, en esta incluyen las horas del cafecito o alcoba con el casado que las mantienen en el cargo, y cuando llegan a casa, no pueden dormir, aunque se devoren mil pastillas, aunque se embriaguen hasta mayor embrutecimiento del que tienen por naturaleza, y se les diagnostica cuadros de depresión, pese a lo cual con sus degradantes actos, siguen empujando sus existencias hasta el abismo sin retorno del mal, pues siendo villanos condenan a ladronzuelos de zapatillas o celulares, siendo adúlteros disponen el divorcio de sus símiles, por lo que si la involución moral es mala para la humanidad, lo es peor para el estamento de jueces, bien exigía Nietzsche la superioridad moral en todos ellos.
Como los vampiros de las películas, ante un espejo, seguro que no pueden ver su reflejo, es que siendo todos ellos tan distintos fisonómicamente, se parecen tantísimo, es que han impostado su andar pues todos ellos caminan como queriéndose elevar en cada paso para ocultar sus profundos abismos personales, sus miradas se han endurecido hasta el rictus, y cual sea su género, ostentosas joyas de pésimo gusto adornan sus cuellos, dedos, muñecas, tal vez ese falso brillo los distraiga de la contemplación de la ruindad a la que han llevado sus vidas y su delicada misión.
¿Por qué todo ello? Por facilidad, es que es más fácil una vida de relajamiento para al final prostituirse por un buen puesto de trabajo (si hasta Jueces llegan a ser merced a su propia degradación, y no me refiero solo a los que venden sus cuerpos, son peores los que venden sus consciencias y su independencia), que andar estudiando tantas horas en la biblioteca de la universidad, es que es más fácil decir que SI cuando la corrupción toca a sus puertas (basta que firmen sin siquiera leer la resolución judicial que les traen hecha), que fatigarse estudiando detenidamente el caso, las pruebas y decidir por uno mismo con arreglo a la justicia y al derecho, por ello decía Aristóteles que la virtud es más difícil de conseguir, por que hay que buscar el medio exacto entre el exceso y defecto, como buscar el medio exacto entre la cobardía y la temeridad, mientras que el vicio es tan abundante por fácil, pues basta estar en la multiplicidad de posibilidades que nos abismen a cualquiera de los dos extremos para andar fácilmente por ahí con nuestras vidas por la senda del mal, bien dice el dicho que existen mil caminos que conducen al infierno, y uno solo hacia la virtud del cielo, por que cuesta esfuerzo, y uno se fatiga físicamente (esa es la parte dignificante de todo trabajo) estudiando, trabajando, haciendo el bien, consiguiendo una vida entera de rectitud.
¿Que si ellos, son conscientes de su ruindad moral? Pienso que sí, por ello en lo que único que se esfuerzan vanamente es en tratar de destruir a las personas o todo lo que sea bueno, le repulsa la bondad, la solidaridad, y el éxito personal de quienes nos sentimos felices de ser buenos. Y se asemejan en otro detalle banal, es que aunque no oyen su propia consciencia ya muerta de tanta perversidad en sus actos, les importa hasta el desespero el que dirán, ¡vanidad de vanidades, todo en este mundo es vanidad! (Eclesiastés 1,2), todo un absurdo, pues hasta el disfuerzo posan con relucientes medallas para intentar salir en los titulares de los diarios, y cuando la prensa urgadora permanente de la verdad, les descubre sus miserias y los denuncia en primera plana, esa es edición agotada, es que ellos mismos compran todo el tiraje para permanecer impolutos de toda acusación, así nadie se enterará.
Eso sí, todos ellos, arriban a la misma orilla de miseria moral, y no les distingue ni la edad, ni el origen (suplencia o titularidad), ni el género, ni nada, y como el destino a algunos de ellos los sigue manteniendo entornillados en la delicada función de impartir justicia (no se engañen nunca tendrán la dignidad de un magistrado, pues solo prodigan injusticias, ya que de Jueces solo tienen el sueldo que reciben), y entonces reconstruyen la frase lapidaria de la Biblia“y viendo la maldad de los hombres, se arrepintió Dios de haberles creado” (Génesis 7,6).