La comprensión del otro: explicación, interpretación y racionalidad

La comprensión del otro: explicación, interpretación y racionalidad

Ideele Revista Nº 286

Foto: Pablo Quintanilla Pérez-Witch (Facebook)

Según los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, la evangelización de Atahualpa fue complicada, no solo por razones políticas o religiosas sino también por razones de comprensión, interpretación o traducción. En efecto, cuando los españoles, de la mano de Valverde, en su afán conquistador quisieron que Atahualpa comprenda el dogma de la santísima trinidad, encontraron serias dificultades para que este comprendiera el significado de dicho dogma. Garcilaso cuenta, con jocosidad que, frente a semejante afirmación, Atahualpa no tuvo más remedio que decir que lo que significaba para él que Dios fuera uno y trino era que, en realidad, Dios es cuatro. La interpretación de Atahualpa era coherente puesto que, si Dios es uno y trino; y no es posible que alguien sea uno y tres al mismo tiempo (puesto que esto violaría el principio lógico de no contradicción), entonces Dios es cuatro. A Atahualpa no le quedaba mejor solución que interpretar que se trataba de una oración racional y por eso prefirió conjeturar que era una suma en vez de una contradicción. Por supuesto, para la tradición católica esa no era la interpretación correcta porque lo que se quiere decir es que Dios es padre, hijo y espíritu santo a la vez.

Habida cuenta de esta situación, aparecen las siguientes preguntas: ¿Atahualpa fue un buen intérprete? ¿Valverde fue un buen agente? ¿Felipillo fue un buen traductor? O en todo caso, ¿cómo es posible que dos personas cuyas culturas son radicalmente diferentes puedan comprenderse mutuamente?, ¿Qué es comprender a un ser humano o a una comunidad humana? O ¿Cuándo dos personas se comprenden y cuándo se malentienden sistemáticamente?

Estas preguntas y otras relacionadas e interesantes se desarrollan extensa y profundamente en el reciente libro publicado, a través del Fondo Editorial de la PUCP, por el filósofo Pablo Quintanilla Pérez-Wicht: La comprensión del otro: explicación, interpretación y racionalidad. Si bien es un libro sobre filosofía, también es de carácter interdisciplinario porque contiene perspectivas de la lingüística, la psicología y las neurociencias. Se trata de un libro didáctico que si bien supone referencias filosóficas no deja de ser inteligible para neófitos interesados en lo que pueda decirse desde estas disciplinas sobre la comprensión, la explicación y la racionalidad. Tiene la virtud de conjugar la tradición analítica con la continental a pesar de abordar temas que para algunos podrían ser de exclusividad analítica como la filosofía del lenguaje y de la mente. Pero, además de estas características, lo que lo hace especialmente valioso dentro de nuestra sociedad multicultural son sus implicancias filosóficas en la moral y en la política; y su carácter propositivo. Estamos frente a un libro que no solo expone el panorama de lo que han dicho algunos filósofos o científicos sobre la comprensión o la explicación, sino que también propone tesis propias que se apoyan en argumentos desarrollados rigurosamente. Es valioso, especialmente entre nosotros los peruanos, porque vivimos en una sociedad multicultural y frente a esta pluralidad cabe preguntarnos: ¿cómo podemos comprendernos a pesar de nuestras diferencias?

En su libro, Quintanilla distingue, por un lado, la explicación de las ciencias naturales y, por otro, la comprensión y explicación de las ciencias humanas. La explicación se apoya en la causalidad para predecir eventos futuros en función de eventos pasados. Los objetos físicos están regidos por leyes científicas que pueden explicar la regularidad de su naturaleza. La comprensión, en cambio, se aplica para agentes intencionales que poseen estados mentales y, por tanto, se distinguen de los objetos físicos.

De acuerdo con él, es cierto que la comprensión del comportamiento intencional supone también la búsqueda de causas entre estados mentales y acciones, pero dada la presencia de agentes, intérpretes y un mundo compartido entre ellos, es imposible renunciar a la naturaleza triangular de dicha comprensión. Esta es la tesis más importante de Quintanilla: la triangulación de la comprensión e interpretación. De acuerdo con esta tesis, la comprensión del otro no es una especie de descubrimiento de lo que el otro está realmente creyendo, sintiendo o queriendo. Según la triangulación entre intérprete, agente y un mundo compartido; la comprensión es intersubjetiva, es la construcción de una realidad común entre intérprete y el agente que se apoya a la vez en un mundo compartido entre ellos. De esto se sigue que no es posible que la comprensión del otro se apoye solo sobre uno de esos vértices. No habría comprensión, según Quintanilla, si existiera sólo uno o dos de ellos. La triangulación es la condición de posibilidad de la comprensión de agentes intencionales.

Sin embargo, en una situación como esta, estamos frente a un caso concreto de la interpretación radical y de aplicación del principio de caridad.

El argumento sobre la triangulación de la comprensión está relacionado con un experimento mental denominado interpretación radical que tiene sus orígenes en Donald Davidson y W.V. Quine. Según esta propuesta, para entender la naturaleza de la comprensión debemos imaginar una situación en la que un intérprete se encuentra con un agente cuya cultura ignora por completo. En esta situación: ¿cómo puede el intérprete comprender al agente si no sabe ni si quiera la lengua que habla o la cultura a la cual pertenece? El agente es radicalmente diferente al intérprete. Para Quintanilla, si logramos entender qué es lo que sucede en una situación como esta, podremos entender al mismo tiempo situaciones de comprensión e interpretación menos radicales.

En este contexto aparece el famoso principio de caridad el cual sostiene que para que el intérprete pueda comprender al agente y sus proferencias debe atribuirle racionalidad. Es decir, si el intérprete desea comprender al agente no le queda más que suponer que lo que profiere este último goza de coherencia y, además, hace referencia a una realidad compartida. Tradicionalmente el principio de caridad tenía como objetivo maximizar los acuerdos entre intérprete y agente en base a una realidad compartida. Sin embargo, Quintanilla ofrece un planteamiento propio: El objetivo del principio de caridad es minimizar las divergencias inexplicables de estados mentales entre intérprete y agente usando como criterio la noción de simulación. De acuerdo con esta propuesta, el intérprete debería imaginar ser el agente en condiciones contrafácticas. Esto es, el intérprete está obligado a imaginar cómo sería ser el otro si él fuera el agente.

Por supuesto, esta propuesta podría resultar polémica para algunos debido a que podría objetarse que incurre en un etnocentrismo indeseable puesto que el intérprete comprenderá al agente desde sus propias creencias culturales atribuyéndole estados mentales que quizá no tengan ninguna relación con las creencias del agente. De esta manera, cuando Atahualpa interpreta el dogma cristiano de Valverde, lo que hace es simular cómo sería ser un cristiano que profiriera que Dios es uno y trino. Sin embargo, en una situación como esta, estamos frente a un caso concreto de la interpretación radical y de aplicación del principio de caridad. En efecto, lo que hace Atahualpa es simular ser Valverde y le atribuye racionalidad para minimizar la divergencia que pueda existir entre ambos. El etnocentrismo en este caso es inevitable pero no es indeseable puesto que la conjetura de Atahualpa no deja de ser falible. El verdadero etnocentrismo ocurriría, según Quintanilla, cuando uno de los intérpretes asuma que sus creencias culturales son superiores tanto epistemológicamente como axiológicamente. Es decir, si Atahualpa hubiera pensado que su interpretación es la única correcta y es infalible, solo en ese caso, estaríamos frente a un etnocentrismo indeseable.

El libro de Quintanilla desarrolla con solvencia los aspectos más psicológicos y filosóficos de todo este fenómeno de la comprensión del otro. Una de las enseñanzas que podemos obtener de su abordaje es que el triángulo entre intérprete, agente y la realidad que ambos comparten es la condición de posibilidad de la comprensión. Esto es una crítica a una perspectiva internalista de la mente que supone que la interpretación o comprensión del otro es una especie de descubrimiento de sus contenidos mentales reales. Para Quintanilla, en realidad, se trata de la creación de un espacio común, de una realidad intersubjetiva y multidireccional que no se da solo desde el intérprete o solo desde el agente, sino siempre desde los tres vértices.

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