Lenguas originarias: avances en los márgenes del gobierno
Lenguas originarias: avances en los márgenes del gobierno
Algunos especialistas han evaluado que, en cuanto a políticas públicas, los resultados del saliente gobierno de Ollanta Humala superan los de sus antecesores. Al mismo tiempo, han coincidido en afirmar que estos logros se deben, antes que a la iniciativa presidencial, al margen de acción relativamente amplio que han tenido los equipos tecnocráticos en los diferentes sectores del Estado durante la gestión saliente.
El politólogo Alberto Vergara, por ejemplo, ha sostenido: “En este gobierno se han hecho cosas importantes: reformas en educación, el acercamiento del Estado a los maestros, las reformas en el servicio civil y Servir, la profundización de reformas en salud, la expansión de programas sociales y la seriedad técnica con que se les maneja”. Sin embargo, el experto ha apuntado a continuación: “También me parece innegable que estos aspectos responden a agendas tecnocráticas muchas veces internacionales, autónomas, que nada tienen que ver con Humala ni con su programa de gobierno”1.
En la misma línea, el sociólogo Martín Tanaka ha afirmado que el gobierno saliente está por encima de los dos anteriores en términos de políticas públicas, pero, debido a su torpeza, se está retirando en una peor posición y con una percepción más negativa entre la ciudadanía. “En los próximos años —ha señalado— diremos de este gobierno que desarrolló una institucionalidad social sólida, se avanzó en infraestructura, se dieron bases para la diversificación productiva, para reformar la educación”. Al mismo tiempo, Tanaka ha apuntado a una paradoja: “Todos estos son méritos de esta capa de tecnócratas y expertos que lograron aprovechar la autonomía que les dio el gobierno. Y, claro, hicieron cosas importantes con las que Humala no se siente identificado y casi no las reivindica. El presidente no está enamorado de estos logros, como si no sintiera que son suyos”2.
Ninguno de los dos especialistas ha mencionado, sin embargo, el área de las políticas interculturales como parte del conjunto de “avances a pesar suyo” realizados por la administración Humala. La compleja experiencia que ha ganado el país en procesos de consulta previa en territorios indígenas después de la tragedia de Bagua, la consolidación de la política de educación intercultural bilingüe y el haber sentado las bases para una política lingüística seria son tres logros en este campo que se podrían añadir al listado formulado por estos expertos. En esta nota me centraré en el último de estos avances, otro paso adelante que se ha dado durante la gestión Humala, pero que, paradójicamente, el saliente y anodino presidente no puede sentir como un logro verdaderamente suyo.
Por las restricciones del espacio y de mi propia experiencia de investigación, en este recuento me centraré en acciones desarrolladas por el Ministerio de Cultura, dejando de lado los resultados alcanzados en el sector Educación, particularmente en la Dirección General de Educación Básica Alternativa, Intercultural Bilingüe y de Servicios Educativos en el Ámbito Rural (DIGEIBIRA), que ha logrado consolidar una política integral de educación intercultural bilingüe y ha conducido un complejo proceso de normalización consensuada de alfabetos en diversas lenguas originarias.
Traduciendo culturas
Como parte del proyecto “Traduciendo culturas: los derechos lingüísticos en el Perú”, he podido observar en los últimos dos años una de las iniciativas más interesantes que ha desarrollado el Viceministerio de Interculturalidad, a través de la Dirección de Lenguas Indígenas (DLI): la formación de 250 traductores e intérpretes entre castellano y 35 lenguas originarias peruanas, que han pasado a formar parte del registro oficial gestionado por la mencionada dirección3.
Para calibrar adecuadamente el avance que supone esta iniciativa, se debe recordar que entre los principales problemas prácticos que tuvo que enfrentar hace solo una década la Comisión de la Verdad y Reconciliación para la realización de las audiencias públicas en las zonas más afectadas por la violencia política de los años ochenta y noventa figuró, de manera prominente, la ausencia de intérpretes certificados en lenguas indígenas, especialmente en quechua y en asháninka. El antropólogo Carlos Iván Degregori resaltó alguna vez el profundo significado cultural de este problema en un período en el que los peruanos constatamos con estupor que el 75 por ciento de las víctimas fatales del conflicto armado interno tenían al quechua u otra lengua indígena como idioma materno.
Al conversar con buena parte de los egresados de los nueve cursos de formación de traductores e intérpretes que se han impartido hasta el momento, hemos podido comprobar la importancia que los participantes otorgan a esta experiencia como un medio para la visibilización y el reconocimiento de sus lenguas, culturas y pueblos. Se trata, en gran medida, de activistas culturales que, a través de la capacitación, se han vuelto más conscientes de las dimensiones políticas del lenguaje y de la importancia de promover los derechos lingüísticos entre sus comunidades.
Muchos de ellos también son conscientes, sin embargo, de las limitaciones técnicas de una formación que, debido a las dificultades logísticas y a las restricciones presupuestales, se reduce a tres semanas de módulos teóricos y a un período adicional de pasantía en una institución pública. La DLI está intentando paliar estas carencias con especializaciones posteriores para los egresados, por ejemplo, en justicia, que ha sido el tema del último curso, llevado a cabo en Sicuani, a inicios de julio último.
No es exagerado afirmar que hasta este momento lo que hemos tenido en el Perú republicano ha consistido en una política lingüística no enunciada en documentos, pero sí practicada en los hechos con un objetivo muy claro: la exclusión de los hablantes de lenguas originarias y el refuerzo de un modelo de Estado monolingüe y discriminador.
Justamente en relación con justicia intercultural se relaciona uno de los primeros retos que tuvieron que enfrentar dos de los más destacados egresados de los primeros cursos: Isaac Paz Suikai y Dina Ananco Ahuananchi, traductores-intérpretes de los pueblos awajún y wampis, respectivamente, al ser convocados a participar en el juicio por la tragedia de Bagua. En las primeras sesiones, ambos intérpretes tuvieron que sortear las dificultades de transmitir a los indígenas acusados mensajes inscritos en una tradición jurídica y discursiva muy distante de las experiencias culturales codificadas en las lenguas de sus pueblos. Las primeras reacciones de los medios de prensa fueron inesperadamente críticas con su desempeño4. Con el paso del tiempo, Ananco ha afirmado, refiriéndose a todos los actores en el juicio: “Yo sé que hay momentos en que saben que nosotros nos equivocamos o nos olvidamos de algunas palabras, pero también saben que tenemos todo el compromiso de poder hacer un buen trabajo en la sala. Creo que va generándose confianza y vamos aprendiendo, en realidad, todos juntos”5.
A partir de esta iniciativa de formación, como un país multicultural, estamos aprendiendo juntos, en realidad, algunas cosas màs que las señaladas por Ananco: la diferencia básica entre traducir e interpretar, las distinciones entre interpretación y mediación intercultural, la complejidad de estos oficios en un contexto lleno de desigualdades culturales de toda índole. Hace falta, además, inscribir esta política de traducción, surgida de las urgencias del contexto político, en el marco de una política lingüística más amplia, que, como veremos, aún está por definirse en nuestro país.
Hacia una política lingüística en serio
La DLI ha culminado su gestión con la aprobación del reglamento de la Ley de Lenguas, cuyo larguísimo título refleja la amplitud de sus objetivos y ambiciones6. No es exagerado afirmar que hasta este momento lo que hemos tenido en el Perú republicano ha consistido en una política lingüística no enunciada en documentos, pero sí practicada en los hechos con un objetivo muy claro: la exclusión de los hablantes de lenguas originarias y el refuerzo de un modelo de Estado monolingüe y discriminador.
Por ello, todo instrumento legal orientado a cuestionar ese modelo constituye una iniciativa digna de destacar. El reglamento recientemente publicado representa una culminación de las labores de la DLI que recoge bien el enfoque intercultural y centrado en los derechos que, con avances y retrocesos, ha caracterizado las acciones de esta dirección en los últimos años. Hay que resaltar, además, que el reglamento se ha aprobado después de un proceso de consulta en el que han participado organizaciones representativas de los pueblos indígenas nacionales y en el que se han tomado en cuenta algunas observaciones y sugerencias (no todas, por cierto) de distintos sectores, incluido el académico.
Lenguas y culturas vivas
Si se compara la propuesta de reglamento que se presentó a la opinión pública con la norma finalmente publicada, se observará que la principal modificación entre ambas versiones consiste en que se deja abierta la definición de los criterios de la política lingüística que se aplicará en el país en los próximos años, tarea que se encarga a una comisión multisectorial que estará dirigida por el Ministerio de Cultura.
Ya que el plan de gobierno de Peruanos Por el Kambio, en el capítulo “Cultura viva”, explicita de manera muy clara su preocupación por las lenguas originarias y sus hablantes, es de esperar que un enfoque genuinamente intercultural continúe guiando el desarrollo de esta política7. Sería conveniente, asimismo, que en su formulación se mantenga el carácter participativo que se ha observado en los últimos años.
A pesar del presupuesto escaso y de las dificultades de gestión que ha atravesado un ministerio nuevo como el de Cultura, las acciones desarrolladas por la DLI a favor de las lenguas originarias han sabido explorar también el potencial de las redes sociales y han apuntado hacia públicos nuevos. En este sentido, destaca la iniciativa “El reto de las lenguas”, que circuló ampliamente en Facebook y que convocó a artistas, intelectuales y activistas culturales a decir una corta frase en una lengua originaria y después invitar a un grupo de conocidos a continuar la cadena. Con el éxito de iniciativas como esta, se ha logrado conectar con acciones desarrolladas “desde abajo” por los hablantes; por ejemplo, interpretaciones musicales en quechua, aimara y kukama-kukamiria, que sugieren un paulatino cambio de enfoque hacia las lenguas originarias por parte de las nuevas generaciones.
Desde que le fueron transferidas una serie de funciones relativas a las lenguas originarias y sus hablantes —antes concentradas en el Ministerio de Educación—, el Viceministerio de Interculturalidad, con muchas dificultades y algunas contradicciones, ha sabido sentar las bases para que durante la próxima gestión gubernamental se formule en serio una política lingüística orientada hacia un horizonte verdaderamente plural en el país. Un enfoque centrado en los derechos ciudadanos garantizará que esta política se conecte con necesidades reales de las personas. Valdría la pena, pues, que los expertos en políticas públicas empiecen a considerar el reto de la interculturalidad como un pendiente en sus futuras evaluaciones de la gestión gubernamental.
1“Alberto Vergara: ‘PPK tiene que seguir siendo candidato por un rato’”. La República 17/07/2016, <http://larepublica.pe/impresa/domingo/786314-ppk-tiene-que-seguir-siendo....
2“Tanaka: ‘En el gabinete ocurre prolongación del perfil de PPK’”. El Comercio 18/07/2016, <http://elcomercio.pe/politica/actualidad/martin-tanaka-gabinete-ocurre-p....
3El proyecto “Traduciendo culturas para los derechos lingüísticos del Perú” se ha desarrollado con financiamiento del Consejo del Reino Unido para las Artes y las Humanidades (AHRC), bajo la dirección de la lingüista Rosaleen Howard (Universidad de Newcastle) y con participación de la especialista en estudios de traducción Raquel de Pedro (Universidad Heriot-Watt) y del autor de este artículo por la Pontificia Universidad Católica del Perú.
4Ver, por ejemplo, http://www.bbc.com/mundo/noticias/2014/06/140605_peru_baguazo_interprete_en.
5Entrevista realizada por Rosaleen Howard en el marco del proyecto “Traduciendo culturas para los derechos lingüísticos en el Perú”.
6Ley 29735, “Ley que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fomento y difusión de las lenguas originarias del Perú”, aprobada el 5 de julio del 2011. El reglamento fue publicado en el Diario Oficial El Peruano el 22 de julio último.
7Plan de Gobierno Peruanos Por el Kambio, <http://ppk.pe/documentos/plandegobierno.pdf>, pp. 98-105.