Sara Joffré, persona de teatro

Sara Joffré, persona de teatro

Ideele Revista Nº 247

(Foto: La República)

Es aún muy pronto para hacer un balance justo del caudal de legados de Sara Joffré al teatro y la cultura en el Perú. Sara me contó de aquella vez que en medio de una discusión que comparaba las realidades del teatro latinoamericano, una colega nacional apuntó: "Es que en el Perú no tenemos Instituto Nacional del Teatro, en el Perú tenemos Sara Joffré". Sara lo recordaba y reía con algo de sorna. Pero creo que somos muchos los que a menudo hemos pensado exactamente así respecto a ella.

Gran autora de teatro, excelente directora, crítica controversial, investigadora del teatro nacional, creadora de la Muestra de Teatro, editora de la Revista del mismo nombre, traductora, maestra informal y formal de dramaturgia, de crítica, viajera incansable por todo el Perú teatral, gran difusora de la obra de Brecht; Sara ha sido, por sobre todo, una apasionada de la vida a través del teatro. De allí que, ante la noticia de su muerte, entre tantos legados sobresalientes quizás el primero que sus amigos, colegas e incluso ocasionales adversarios han recordado, es su imborrable presencia en nuestro panorama teatral. Pues Sara ha sido, ante todo, militante del teatro hecho en el Perú.

Gran difusora de la obra de Brecht (la International Brecht Society con sede en EEUU le dedicará un homenaje especial en su próxima revista), Sara parecía haber hecho carne aquella máxima del pensador de Ausburgo: "el teatro no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma". Fue precisamente darle forma lo lo que Sara hizo a través de dos de sus legados más visibles: el inicio de la Muestra de Teatro Peruano en 1974, y la edición de la Revista Muestra, en el año 2000. Ambos espacios han creado el mapa de la teatralidad peruana que ahora vemos, y han sido fruto de un paciente y tenaz trabajo, similar a la tenacidad con que un martillo golpea una piedra hasta darle forma.

Es impresionante pensar que una joven creadora se animara a reunir a un grupo de autores, grupos y directores hace poco más de 40 años para discutir en torno a la pregunta "¿Existe un teatro peruano?" y para crear un encuentro de espectáculos que privilegiara al autor peruano. Más impresionante saber que sería la misma creadora que se propuso sostener catorce años una publicación exclusivamente dedicada a los autores de teatro nacional, desde el año 2000.

¿Qué vincula a estos dos extraordinarios gestos de fuerza creativa en la experiencia teatral peruana de las últimas cuatro décadas? Primero los une la imbatible pasión por demostrar, por mostrar, que existe un teatro peruano, que ese teatro escrito y producido en el Perú se sobrepone a las condiciones abortivas de la propia nación, con frecuencia de su propio sistema teatral, y que crece, se expande, hasta convertirse hoy en nombres propios, obras, sagas, encuentros y festivales. La misma imbatible pasión que animó los primeros años de la Muestra de Teatro peruano y luego la sacó de Lima, fue la que animó a Sara a aceptar como natural que la Muestra se convirtiera en Fiesta popular, concarguyocs andinos y festejos amazónicos, en encuentros maratónicos y extraordinarios en diferentes lugares de nuestro complicado país, las últimas décadas del siglo XX.

"Tiene el hombre del Perú también su propia tragedia, su propia comedia", había escrito Sebastián Salazar Bondy, declarando a modo de reto, de desafío al tiempo y la bruma, que él, Salazar, había encontrado en tal certeza la razón para ser un dramaturgo en un país sin teatros. Sara Joffré dialoga con la idea de Sebastián, no tengo duda, cuando propone la cuestión clave que ha originado todo este conjunto de preguntas y respuestas que ahora, con mayor certeza, llamamos ¨el teatro peruano¨. En la pregunta por la existencia de un teatro peruano está la semilla que germina en la Muestra como encuentro nacional, un movimiento de teatro independiente y descentralizado, y también la Revista que dejó de publicarse solo un mes antes de su muerte. Editar una Revista de Autores de Teatro es una perfecta respuesta para su propia pregunta formulada en 1974. Hoy existe un teatro peruano, y ha sido capaz de sostener los 24 números originales y consecutivos, y las más de 40 obras publicadas.

Esta revista sirvió también para dar fe que el Perú acabó brillantemente una década extraordinaria de la dramaturgia peruana, los años 90. Los mismos años que nos enfangaron, denostaron en la política, fueron los años que vieron germinar uno detrás de otro, los autores y obras más arriesgados de los últimos 50 años. Confrontacionales muchos, extraordinarios casi todos.

Esa década del 90 se explica en muchos factores (el desarrollo de un teatro profesional, la influencia del teatro de grupo independiente, etc.), pero tiene como columna vertebral la fe devueltaen que podíamos hablar de nosotros mismos y del mundo sin pedirle permiso a Broadway o al Berliner Ensemble. Que podíamos ser, o empezar a ser, auténticos en nuestras voces, y que nuestras voces no eran ni mejores ni peores sino simplemente las nuestras. El martillo brechtiano, usado con delicadeza y paciencia por nuestra amiga Sara Joffré, había dado materiales y concretos frutos.

Muestra, la revista y el festival por igual, han sido similares a cápsulas lanzadas al espacio, como retos al tiempo y la bruma. La Revista, por ejemplo, avanzó creciendo, engordando, enflaqueciendo, cambiando de color, de formatos, de impresores, de canales de distribución. Un tiempo anduvo en Librerías, un tiempo incluso con delivery inmediato a cargo de su editora en persona. Recibió autores novísimos y también nuevos textos de escritores con enorme experiencia. Pero siempre publicó lo que había que publicarse, con la premura indiscutible de quien intenta atrapar una vida. La vida teatral de Lima, por ejemplo. Y fue, de ese modo, lo mejor que puede ser una publicación: absolutamente necesaria. Y por la misma razón, también, se volvió necesariamente mortal. Porque los tiempos han cambiado y los cambios se hacen más sensibles cuando algo concreto desaparece.

En una genial lección final, Sara organizó ella misma el funeral de su revista, en octubre del 2014. Franca, jovial, provocadora, como siempre, en aquella velada ella nos legó también el desafío de pensar en todo lo que haremos, en todo lo que aún hace falta que hagamos, por este teatro peruano, esta pasión inútil y llena del más profundo sentido.

En este recodo del camino recordamos a Sara Joffré con la certeza de que nos hereda todas sus preguntas sobre nuestro teatro, bajo este cielo sin cielo, como tan bien escribiera Sebastián.

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