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Chile y el enemigo

(Foto: Andina)

 […] Quise nadar en las más anchas vidas, 

en las más sueltas desembocaduras, 

y cuando poco a poco el hombre fue negándome 

y fue cerrando paso y puerta para que no tocaran 

mis manos manantiales su inexistencia herida, 

entonces fui por calle y calle y río y río, 

y ciudad y ciudad y cama y cama, 

y atravesó el desierto mi máscara salobre, 

y en las últimas casas humilladas, sin lámpara, sin fuego, 

sin pan, sin piedra, sin silencio, solo, 

rodé muriendo de mi propia muerte.

PABLO NERUDA: “Alturas de Machu Picchu"

 

No soy analista política, ni experta en tratados internacionales. Solo soy una mujer que intenta estar informada para tener opinión de mis dos países. Entonces, el privilegio de poder escribir estas líneas y plasmar mi opinión solo me lo da mi nacionalidad: soy una chilena que vive en el Perú hace 11 años.

Y desde esa perspectiva, se me ha pedido opinar acerca del ya famoso fallo de La Haya. Sin embargo, las obviedades a estas alturas resultan ociosas por una razón previa: yo tengo la camiseta del Perú bien puesta por un sentido elemental de justicia. Por otro lado, porque mi residencia en este país me ha enseñado que las posibles reparaciones simbólicas frente a Chile son importantes para la mayoría de peruanos y peruanas (y no hay que ignorar lo que sana). Por eso volver a repetir que fue un fallo injusto, que las 80 millas son un mal invento, que es un tremendo oportunismo de parte de Chile reclamar el triángulo terrestre resulta ocioso, porque mi vida como una persona de a pie en ambos países me indica que las señales de alarma deben ir por otro lado.

Yo crecí en dictadura, durante una década turbulenta y violenta donde todo en mi país cambió para siempre. Los meses de los 80 transcurrían entre protestas y apagones, con una televisión que nos mentía diariamente, donde toda nuestra realidad cotidiana era silenciada por la historia oficial. La pobreza que nos habitó en esos años determina gran parte de cómo los chilenos y chilenas de más de 35 años nos vemos, nuestras perspectivas, nuestras ambiciones. Cuando los políticos exiliados retornaron al país, en la segunda mitad de la década, llegaron con un plan de salida de la dictadura que excluía muchas de las estrategias que la resistencia política venía trabajando hasta ese momento (y que hizo prevalecer la negociación con el dictador). Así, una vez hechos del gobierno, la Concertación de Partidos por la Democracia se dedicó a administrar un modelo que se había construido imponiendo decretos, recortando derechos, robando a manos llenas. Un modelo impuesto a fuego de metralla para que nadie lo pudiera cuestionar.

Durante los 90, los gobiernos de la Concertación fueron destruyendo el tejido social, desarticulando a la sociedad civil organizada, con el argumento de que las violaciones de derechos humanos ya habían desaparecido. La fuerza de la demanda ciudadana lleva más de 20 años tratando de recomponerse. Famoso es el movimiento estudiantil chileno del 2011, pero muchos desconocen que ya desde fines de los 90, quienes fuimos dirigentes de base en la Universidad veníamos generando la necesaria discusión que pusiera sobre la mesa el tema de la gratuidad y los derechos, aun cuando en ese entonces todavía no habíamos sido traicionados con el ingreso de la banca para financiar los estudios de la clase media baja.

Las AFP, la progresiva reprivatización del cobre, la mercantilización de la salud, la privatización de la educación, la relativización de los derechos laborales, la depredación de la tierra, la contaminación del mar, son procesos que vienen gestándose desde la dictadura para alcanzar su máxima expresión durante los gobiernos de la Concertación. Ese modelo económico, que hoy el movimiento social exige revisar y replantear a través de una Asamblea Constituyente, es el que envidian y admiran muchos peruanos y peruanas, creyendo que el progreso está del otro lado del límite marítimo recién planteado.

Y es que es difícil no creerlo cuando la prensa nos muestra todo el tiempo a los eternos rivales con unos indicadores macroeconómicos de envidia, y cuando vemos por televisión las ciudades nuevecitas (de tanto terremoto y lluvia). Pero esa visión obnubilada (bien manejada por los dueños de todo) no nos deja comprender una tremenda realidad: Chile es el país más desigual de los países de la OCDE1.  ¿Ése es el objetivo del Perú?

La posición de antagonismo hacia Chile debiera cimentarse en el rechazo abierto a construir un país basado en un modelo económico y social que está hoy profundamente cuestionado

Es triste, pero hoy por hoy muchos en el Perú sacralizan un modelo que ha sido fabricado a imagen y semejanza del chileno, que a todas vistas es un mal modelo para las mayorías, porque reproduce y profundiza las desigualdades generando una sociedad de guetos2 donde la vida de las personas está marcada por su origen y todos sus derechos limitados, pues todos los accesos (educación, salud, vivienda, alimentación, etcétera)3  se reducen a lo que se pueda pagar por ellos.

Por estos días las personas en Chile se defienden de las grandes corporaciones a través de las fiscalías económicas y los tribunales de libre competencia, pues la única opción del ciudadano es reclamar como “cliente”: la noción de derechos ha desaparecido4.  Entonces, una vez más me pregunto: ¿Es en verdad nuestra pelea contra Chile por unos kilómetros de mar? Sin dejar de reconocer que no hay motivo alguno para regalarle territorio a Chile (y con la justa comprensión de que se trata además de un espacio territorial arrebatado a través de una terrible guerra cuyas heridas aún no han terminado de sanar), creo que la posición de antagonismo hacia Chile debiera cimentarse en el rechazo abierto a construir un país basado en un modelo económico y social que está hoy profundamente cuestionado, copiando el sistema de pensiones a través de las AFP (que ahora tiene en la pobreza a miles de trabajadores y trabajadoras jubilados), copiando la precarización laboral, copiando un modelo municipalizado de educación (que ha demostrado su fracaso), y creyendo de verdad que seremos mejores cuando logremos ser eso mismo que rechazamos.

Un contrasentido que hay que revisar; si no, pregúntenle al 60% de chilenos y chilenas que no fueron a votar en las últimas elecciones, o al 8% de chilenos y chilenas que, respondiendo a un llamado de colectivos ciudadanos, marcaron AC (Asamblea Constituyente)5 en sus votos para hacer evidente la necesidad de revisar el modelo chileno y todas sus injusticias.

Por ello creo firmemente que ningún tanque, buque o avión de guerra chilenos cruzará los límites para invadir el Perú: no es necesario; la invasión a través del modelo económico empezó hace rato, y quienes lo vienen imponiendo no reconocen más nacionalidad que la de su dinero y su poder.

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1Radio Universidad de Chile: “Chile: El país más desigual de la OCDE”. Disponible en: <http://radio.uchile.cl/2011/12/05/chile-el-pais-mas-desigual-de-la-ocde>.

2Un análisis acerca de la política de vivienda en Chile, en: <http://ciperchile.cl/2012/11/14/por-que-hemos-construido-guetos-y-lo-seg....

3Para más información acerca de las brechas se puede visitar el contenido multimedia acerca de la educación y la reforma tributaria de Ciper Chile: http://ciperchile.cl/multimedia/29443/ y http://ciperchile.cl/multimedia/37721/

4Para tener una idea de cómo los derechos se vienen defendiendo los y las ciudadanos a través de procesos ante las fiscalías comerciales puede leer la siguiente noticia:http://radio.uchile.cl/2013/01/28/integracion-vertical-de-las-isapres-ah...

5Véase <http://marcatuvoto.cl/>.

Entrevista