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La reconversión de políticas sobre drogas en el VRAEM y en el Perú

(Foto: lamula.pe)

Dos años y cuatro meses después, se ha producido el desenlace que podría significar el fin de un “secuestro” al que estuvieron sometidas las políticas de drogas en el país desde 1978 hasta hoy. La salida de la señora Masías el 27 de mayo es el corolario de un fracaso anunciado a nivel internacional: esta “guerra contra las drogas” no va más como lo dice el Informe de la OEA sobre el problema de las Drogas en el Hemisferio, o el estudio del London School of Economics. Es el caso de la erradicación compulsiva de cultivos anunciada el 2012 y 2013 como un logro, pero que no ha impedido que Perú siga siendo el primer productor mundial de pasta base de cocaína, por un hecho sencillo que escapa a la mente de los funcionarios limeños en DEVIDA: los cultivos de coca se mueven en el territorio de la selva alta llegando incluso a la Amazonía baja; éstos se fragmentan y los “narcos” buscan mayor productividad en la misma área de terreno (más plantas por hás, más alcaloide por hoja seca, ver cuadros). Por su parte, los grandes carteles internacionales dejan que las “firmas” peruanos se encarguen de poner la droga en punto de frontera o en alta mar sin necesidad de reproducir escenarios violentos como en América Central o México.

Mientras, las huestes de erradicadores del CORAH estacionadas en la base policial de Palmapampa, al mando del inefable Zarate Gambini y su contraparte en Lima en DEVIDA, impulsan irresponsablemente el re brote de un conflicto y una guerra contra los campesinos en el VRAEM. Finalmente, el gobierno decidió ponerse los pantalones, prender la lucecita y suspender acciones de erradicación compulsiva de cocales que además de ser ineficientes, pueden servir de combustible a las columnas de SL que intentan pasar nuevamente de Urubamba al VRAE, como lo atestigua el reciente abatimiento de tres subversivos. De hecho, éstos tenían la misión de “batir el campo” en el VRAEM, una vez se iniciara la erradicación compulsiva de las 16,00 hás ofrecidas por la Sra. Masías.

Ahora, el reto no es menor, para el nuevo jefe en DEVIDA, Alberto Otárola. Hay muchas reformas que requieren una alta dosis de voluntad política, por ejemplo, para atacar los cuellos de corrupción que aparentan colapsar nuestro sistema de control estatal, en lo que se refiere a los IQ, los impactos de la UIF, la PN en el aeropuerto, en el VRAEM y las fronteras. Lo cierto es que el nivel de corrupción cercana a organismos estratégicos así como los gobiernos regionales, asemejan los oscuros tiempos del montesinismo fujimorismo e incluso, parecen trascender los negocios relacionados al TID (oro, contrabando, recursos, dinero sucio). La presencia de grandes e innombrables promotores/delincuentes, que circulan en los entornos más conocidos de Lima nos indica el nivel de impunidad con la que la alta delincuencia vive el éxito extractivo. Para otros, “la plata llega sola” como refiere el caso de los “narco indultos”, en donde se pone en juego una política humanitaria de Estado, a cambio de dinero fácil.

Lo cierto es que la situación de la (in)seguridad en el Perú, se encuentra en un dilema pese al incremento de presos (70,000), cárceles y delitos: la PNP/MP, son incapaces de prevenir ni combatir el delito por volumen y falta de foco. La gente de la calle, atizada por cierta prensa amarillista, pide más “mano dura” como una supuesta defensa ante un múltiple ataque de bandas, extorsionadores, remanentes, traficantes. Esto, sin ponernos a pensar siquiera, qué hacemos nosotros en nuestra casa y comunidad para evitar este desmadre de (i) legalidad.

Del lado del Estado, la cosa no mejora y ese es el enorme reto de la propuesta de “reconversión productiva” propuesta para el VRAEM. En estos 22 años de crecimiento económico basado en el extractivismo ha pasado de todo: un Presidente preso, dos investigados y la gente en esa región sigue aguardando. Así, los funcionarios del Estado están más pensando en el presupuesto por resultados y pese a su mejor intención, no tienen como ofrecer dicha “mano dura” por falta de puntería, recursos, y el caos que reina en el sistema criminal, en su conjunto. Empecemos, pues una modesta transformación empezando por el VRAEM.

 

 

 

 

 

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