Qué verde era mi valle: ¿una nueva etapa del Vraem?

En los años cuarenta del siglo pasado una película con el título que inicia este artículo impactó en el público porque narraba la historia de una familia de trabajadores que debieron enfrentar la baja de salarios, lo que los obligó a buscar formas alternativas de organización y de relación con los propietarios. Es difícil no asociar esta historia con lo que actualmente viene ocurriendo en el VRAEM donde, más allá de las noticias en las que se vincula este espacio con el origen de todos los males que azotan al resto del Perú, empiezan a producirse problemas derivados ya no solo del éxito del narcotráfico sino también de la crisis de la hoja de coca.
Como hemos sostenido en otros trabajos, la agroindustria ilegal de la coca no es solo un asunto de pequeños propietarios cultivadores de coca sino que involucra también a un número importante de migrantes altoandinos que recorren el VRAEM para trabajar en la cosecha de este cultivo. Grupos de cuarenta o cincuenta personas entre mujeres, varones y niños conforman los denominados Quartanchos, dirigidos no pocas veces por mujeres o capitanas que constituyen la base de la fuerza de trabajo en el VRAEM pero que no son tomados en cuenta por los programas de erradicación y cultivos alternativos. Estos trabajadores rurales, aunque invisibilizados, constituyen hasta ahora la fuerza laboral indispensable en la producción de la coca, pero las tendencia actual de disminución de los cultivos los sitúa como los primeros afectados de un proceso que al parecer no tiene vuelta atrás.
La crisis de la coca del VRAEM tiene como primer indicador el progresivo declive del precio de la arroba de coca: sus precios vienen cayendo desde hace más de un año pasando de alrededor de cien dólares por arroba a no más de sesenta en la actualidad. Son varios los factores que explicarían esta reducción, entre ellos la interdicción de los vuelos de avionetas que transportaban la droga y los cambios en el monitoreo del combate al narcotráfico al pasar éste a manos de la PNP en sustitución de las FF.AA, sospechosas de estar relacionadas con el negocio. A esto podemos añadir la implementación de un programa que busca la sustitución de cultivos mediante el subsidio a los propietarios de cocales.
Existe además un factor que tiene que ver con las características de la producción y comercialización de la coca y sus derivados. La de-localización es también parte de una estrategia que busca minimizar riesgos de persecución y reducir costos de producción sobre todo relacionados a la conectividad con los centros de consumo. Lo que se puede observar actualmente en el VRAEM es el traslado de la producción hacia las fronteras sureñas y aunque por el momento, esto no parecería ser notorio, es probable que aumente en el transcurso de los próximos años. El desplazamiento de productores locales hacia esos espacios e inclusive a países vecinos como Bolivia al parecer constituye un punto de inflexión en el declinar de la producción de la coca en el VRAEM.
Los que se quedan
Para quienes finalmente han decidido acogerse a los programas de cultivos alternativos y que son propietarios de tierras en el VRAEM, la incertidumbre generada por las fluctuaciones de los precios de productos como el cacao, café y otros, genera preocupación. Las experiencias pasadas de sustitución de cultivos los hicieron volver al cultivo de la coca. Y aunque, la sustitución va acompañada de un subsidio económico temporal, no se sabe cómo los cambios de gobierno pueden afectarlos. La coca siempre será un recurso de protección ante las dificultades y es por ello que sigue ocupando un lugar central en el imaginario y la identidad de los propietarios del VRAEM.
Estos propietarios agrupados en asociaciones locales o a nivel de todo el VRAEM constituyen actores sociales y políticos importantes respecto de lo que el nuevo gobierno pretenda hacer en este espacio. Por ahora, sus reivindicaciones giran alrededor de sus demandas económicas; sin embargo, su capacidad de acción política puede desplegarse en caso de cambios a la política de sustitución de subsidios pero sin erradicación forzosa. Además, es probable que esta vez, las reivindicaciones regionalistas se vayan a dejar sentir con fuerza en tanto disminuyan los ingresos de la economía ilegal y los recursos aportados por el gobierno central o los gobiernos regionales implicados en el VRAEM.
Mientras tanto, parael ejército de cosechadores de coca que todavía se trasladan de chacra en chacra a fin obtener recursos monetarios la situación se presente más incierta aún. La baja del precio pagado por kilo de coca cosechada los afecta directamente, pues ellos cada vez tienen menores ingresosy, dado que el promedio del jornal pagado en este cultivo es el referente para determinar los jornales pagados en otros cultivos e inclusive en los gobiernos locales, la disminución del precio por arroba de coca implica ingresos más bajos para este sector. Los cambios en las políticas sobre la coca o el criterio adelantado por una futura ministra respecto a la temporalidad de los subsidios no hacen más que generar incertidumbre en VRAEM, incluso entre la población nativa que recibe apoyos bajo la forma de acciones afirmativas.
Lo que espera del nuevo gobierno
Durante la campaña electoral, el hoypresidente Pedro PabloKuczynski se refería al VRAEM como un territorio donde campea la pobreza y el abandono del Estado. Quizás la falta de mayor información sobre este espacio lleva a tales conclusiones. Los distritos del VRAEM no se encuentran en los últimos lugares del índice de pobreza en el Perú y en aquellos como Llochegua dedicados al cultivo de la coca, los índices de pobreza son menores en relación a los distritos altoandinos de donde provienen los cosechadores de la hoja.Tampoco el Estado está realmente ausente,pues más allá de la función represiva en la zona, ofrece servicios de salud y educación, aunque no de calidad.
La propuesta del presidente es la formación de una Corporación de Inversión para el VRAEM sin especificar en qué consistirá y cuál será su modalidad de administración. Pero la corporación es una respuesta tecnológica a un problema que continúa siendo político y que hasta hoy, no ha sido resuelto por los distintos programas, más allá de la interdicción de la producción de coca y la relativa sustitución de cultivos. Los propietarios ilusionados con las actividades emprendedoras pueden desencantarse una vez más si los precios de sus productos se hunden y las acreencias se mantienen.Además, las demandas de participación no se limitan a consultas técnicas. Pronto ellas se convertirán en agenda movilizadora para decidir políticamente en términos del futuro del VRAEM como región. La identidad regional va madurando lenta e inexorablemente entre sus pobladores.
Por otro lado, para aquellos que no tienen nada sino únicamente su fuerza de trabajo y que pierden más con los cambios en la producción de la hoja de coca, una corporación de inversiones suena como una propuesta extraña frente a la necesidad que tienen de convertirse en propietarios de tierras. Poseer siquiera una parcela los hace objeto de atención de parte del Estado. Esta población no tiene canales de expresión política yla probabilidad de ser escuchados y tomados en cuenta no está a la vista. Estos trabajadores rurales son hasta el momento los perdedores del proceso que se viene dando y pueden seguir siéndolo si el nuevo gobierno no los toma en cuenta.
Debemos hacer mención a un tercer actor importante en el presente y futuro del VRAEM. Las comunidades nativas, especialmente ashaninkas que se han beneficiado de las políticas étnicas del gobierno y de la atención internacional. Aunque estas comunidades no se implicaron directamente en la producción de coca; sin embargo, sus relaciones con los cultivadores y los trabajadores de este cultivo no han estado exentas de tensiones. Las presiones permanentes sobre sus territorios de parte de los colonos o paisanos y su posición respecto de la formación de una nueva región deberán ser tomadas en cuenta; más aún si los proyectos hidroeléctricos y el descubrimiento de nuevos yacimientos de gas y petróleo al norte del VRAEM serán objeto de atención por parte del nuevo gobierno.
Finalmente, cuando se trata del VRAEM, más allá de las imágenes construidas desde el exterior y que influyen en las acciones y políticas estatales; se necesita un verdadero compromiso del nuevo gobierno respecto a este valle. Los cambios que se están produciendo con el cultivo de la coca y las tendencias regionalistas obligan a precisar cuáles son los reales planes del gobierno para con este espacio. Qué verde [de coca] era mi valle.