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María Elena Foronda: “Hay una estrategia de aniquilamiento contra los exsentenciados por terrorismo”

Foto: El Comercio.

María Elena Foronda ha sido suspendida del Congreso de la República sin goce de haber por 120 días. Su falta, para la mayoría de sus colegas, es haber sugerido la contratación como asistente de su despacho a Nancy Madrid Bonilla, quien —resaltan— es una excondenada por terrorismo.  

Para Foronda Farro, este caso era simbólico para el gran grupo de expresidiarios a los que actualmente se les impide reinsertarse a la sociedad al restringirles un derecho tan básico como el del trabajo.

Sus argumentos no han sido suficientes frente a la fuerza de los votos en su contra. Durante el debate de su caso, quedó claro que la causa de su suspensión tiene explicaciones en el pasado y en el presente.  

En esta entrevista, realizada poco antes de su suspensión, la representante de Ancash, atraviesa, por primera vez, el túnel del tiempo, para enfrascarse tanto en la discusión sobre las nuevas leyes contra los sentenciados por delitos de terrorismo, como sobre la contratación de Madrid Bonilla y las razones de fondo y detrás de su castigo.

 Foronda, representante del Frente Amplio, se declara respetuosa de los derechos humanos y defensora de una democracia capaz de apostar por la rehabilitación y reintegración de cualquier ser humano que ha cometido un delito, una vez que haya pagado su condena. Su defensa airosa en el Congreso, según tenía planeado [y finalmente realizó], buscaba ir más allá de su suspensión; pretendía cuestionar la esencia de la política y las configuraciones de poder después de la derrota de la subversión en el Perú; así como los usos del terrorismo, el miedo y la memoria en la sociedad peruana actual.

Días después del reportaje de Panorama sobre la contratación de Nancy Madrid, dijiste que contratarla pudo haber sido un error, ¿por qué?

Ahora, reflexionando conforme han ido pasando los días, creo que el error fue manifestar que fue un error su contratación. Ese fue mi grandísimo error. El asunto es que, viéndolo, ya en perspectiva y de lejos, en ese momento tuve mucha presión mediática.

 

¿Cómo fue el trato que recibiste en tu bancada después de que se conoció el historial penal de Nancy Madrid?

Hablando en confianza, cuando llegué a mi bancada, esta no  tenía una opinión uniforme frente al tema. Casi la mitad de mis colegas pensaban que lo que había hecho era algo que estaba apegado a las normas y que no violaba ningún principio ético, sino que por el contrario, me había atrevido a hacer visible el ejercicio de un derecho de una persona que, habiendo cumplido una pena, podía ingresar a laborar porque no había ninguna norma que se lo impidiera.

 

¿Cuál era la posición de la otra mitad?

La otra mitad señalaba que, cuidando más la posición política de la bancada, yo era un instrumento para golpearlos. Sostenían que, efectivamente, yo había cometido una torpeza y que cómo iba a contratar a una persona que había estado vinculada directamente con una organización terrorista, que era un error político haberla traído a este Congreso. A este Congreso, vale recalcar, con mayoría fujimorista que exacerba el terruqueo histérico y que no tiene una comprensión más integral de los hechos.

 

En el reportaje “Una emerretista en el Congreso” – que emite Panorama-se te ve prácticamente huyendo y evitando dar declaraciones sobre el tema cuando la periodista Karina Novoa busca tus descargos…

Fueron hechos muy rápidos. Pasó la entrevista de la periodista [Karina Novoa] que a mí me agarró en frío. Ella es una periodista que te pone la cámara en la cara y te mete el micrófono. Es muy invasiva, no respeta nada. Yo, en ese momento, salía con mi madre y me agarró en el aire, es por eso que me negué. Luego, la explicación a mi actitud, sí fue por miedo: te desubicas, te descolocas. Yo soy humana, no soy una persona de fierro, tengo sentimientos; y estos son temas que conectan mucho por lo menos en mi historia persona con lo que ya viví. Tú dices “esto ya está superado”, pero al final de cuentas emerge todo. No solo la parte racional, sino la emocional de un proceso que ha sido para mí tremendamente difícil.

 

¿Cómo conociste a Nancy Madrid?

La conocí en mi paso por la prisión. A mí me detuvieron en 1994 porque me acusaron falsamente de pertenecer al MRTA a partir del testimonio de una arrepentida. Eran los tiempos en que bastaba que dijeran que María Elena Foronda era [una subversiva] para que te privaran de tu libertad, del derecho de tener un abogado y te denunciaran sin ninguna prueba y te metieran a la cárcel. Eso pasó conmigo, me sindicaron como “terrorista” justo un día antes de que viniera a hacer una denuncia en el Congreso de la República sobre contaminación pesquera en Chimbote.

 

¿Cómo siguió tu proceso y cuándo conoces a Madrid Bonilla?

Yo pasé unos seis meses en investigación, subí a un tribunal sin rostro que, sin ninguna prueba, me condenó a 20 años  de prisión. Entonces, en apelación ante la Corte Superior de Lima y la Fiscalía de la Nación, se logra demostrar que yo no tenía ninguna responsabilidad y así me devuelven la libertad. En la prisión conocía a las chicas de Sendero y del MRTA. Yo conversé con ellas, conviví con ellas y pude ver su lado humano, pude entender lo que estaban viviendo. Fue ese tema del lado humano lo que a mí me permitió tener una relación con ellas. En ese entonces eran personas que se encontraban sin visitas, muchas de ellas eran inocentes. A mí me dieron unos cuantos golpes, pero no pasé por lo que ellas pasaban.

En esa situación conocí a Nancy Madrid. Años después, la volví a encontrar en una reunión de la Comisión de la Verdad. Yo iba a dar un testimonio de mujeres víctimas de la violencia política ya que, si bien a mí no me violaron sexualmente, sí había tenido una tortura psicológica muy fuerte. En esos tiempos la tortura psicológica era una práctica contras las personas que ellos calificaban como “intelectuales” o que eran profesionales. Sabían cómo manejarse según las características de cada persona que caía bajo sus manos. Sabían transitar entre la tortura psicológica y física.

 

Y la encuentras a ella como una víctima más…

Yo fui a dar mi testimonio. Este, si bien no llegó a la Comisión de la Verdad, sí sirvió de base para las investigaciones de este grupo. Me comentó que estaba trabajando con el padre “Chiqui” [José Ignacio Mantecón] de El Agustino y que había ganado un premio nacional de poesía. Me enteré, además, de que tenía dos niños y que necesitaba otro trabajo, por la cuestión económica. El problema era que no había trabajo para ellos.

 

¿Era una profesional competente?

Era competente. Nancy habla dos idiomas y estudió en la San Marcos y en la Católica, aunque no sé si la carrera de antropología la llegó a culminar.

 

¿Cómo llega la oferta laboral?

Pasó el tiempo, y cuando yo fui elegida parlamentaria por el Frente Amplio, muchas personas me felicitaron, incluso ella. Me dijo que necesitaba trabajar y yo dije: “bueno, ¿por qué no?” Ella guardaba el perfil que yo necesito para que sea mi asistente, no para que sea mi asesora, ya que para desempeñarse en asesoría se tiene como requisito el grado de magíster. Yo la propuse [al equipo de Recursos Humanos del Parlamento]. Le dije con mucha claridad “Vamos a pasar el filtro del Congreso, esa es una condición. Si no pasas, te quedas fuera”.

 

Y pasó.

Pasó por el Código Civil, el Código Penal, el Reglamento del Congreso, la Administración y todos los filtros que el Parlamento pone para que alguien ingrese a trabajar. Fue un trabajo, como lo ven ahora, de puertas abiertas.

 

¿Cómo es tu relación actualmente con ella?, ¿cómo reaccionó al escuchar que ponías en cuestionamiento el hecho de que ella haya llegado a desempeñarse en el sector público?

Esta denuncia fue un shock para todos en la oficina y tomamos la decisión que ya no trabajara más aquí. Ella lo entendió y prefirió alejarse de todo, porque el ataque contra ella ha sido terrible…

 

¿Qué entendió?, ¿que no puede trabajar para el Estado?

Entendió, y todos entendimos, en qué Congreso estamos. Tenemos una bancada mayoritaria fujimorista que solo aprueba iniciativas en beneficio de militares, los policías… Y hay una posición antiizquierda. Para ellos, los izquierdistas son igual a terroristas. No hacen la diferenciación entre tener un proyecto de izquierda y formar parte de un grupo terrorista, para ellos es lo mismo.

Recuerdo que un congresista de otra bancada, en el momento en el que salía este escándalo, me dijo: “Haz cometido un error de primaria. Te entregaste en bandeja siendo tú una persona que lidera procesos muy difíciles en el Congreso”.

 

¿El marco normativo contra las personas sentenciadas por el delito de terrorismo la consideras una violación a los derechos humanos?

Sí.

 

Entonces, ¿por qué un congresista no debería manifestarse en contra de la vulneración de los derechos de este grupo?

En mi bancada somos cuatro los que estamos en un debate muy fuerte en el interior. Uno de estos colegas me dijo: “Tú no deberías sacarla de aquí. Si lo haces, yo la contrato”. Lo que sucede es que Nancy fue una excusa para atacarme. Evidentemente, hay una estrategia de seguridad del Estado filtrada en el Congreso que está siendo manejada por un grupo del fujimorismo. Ellos tenían toda la información y esperaban el momento oportuno. En este caso, justo comenzábamos con el esfuerzo para que se cree una comisión investigadora sobre el derrame de petróleo en la Amazonía. Yo me encontraba denunciando públicamente lo que estaba pasando en Petro Perú. Por otro lado, me metí en el tema de Chaparrí… Temas importantes.

 

¿Crees que hay una relación directa, entonces, entre la denuncia por haber contratado a Nancy Madrid y haberte convertido en una piedra en el zapato para determinado sector empresarial que es apoyado por el fujimorismo en el Congreso?

No tengo ninguna duda. Ahora, si lo vemos desde el punto de vista humano, toda persona tiene derecho a reinsertarse. Yo no creo en sociedades de odio. Creo en la posibilidad de iniciar un proceso de reencuentro de justicia y de paz, para poder transitar a un mayor entendimiento. Algo haré al respecto, aunque aun no tengo estructurado cómo.

 

No estuviste presente en la votación de la ley que impedía que los excondenados por delitos de terrorismo se desempeñaran laboralmente en el sector público, pero ¿cuál habría sido tu voto si hubieras estado?

Yo creo que cualquier persona que ha cumplido una pena, sea de Sendero Luminoso o del MRTA, debería tener la opción de poder reinsertarse en cualquier actividad pública. Creo que tenemos pendiente en el país una agenda que discuta cómo viabilizar aquellas recomendaciones que realizó en su momento la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Yo no creo en la reconciliación sin justicia, creo que es ficticia; pero si queremos ir a un proceso de reconciliación no podría negarse la posibilidad de que aquellas personas que han cumplido su pena puedan reinsertarse realmente. Yo hablo por cualquier persona. No se debe estigmatizar a un grupo, aun cuando tu discrepes en la práctica política. No se les puede negar dos derechos fundamentales: el trabajo y la reinserción a la sociedad.

 

Más allá de la función laboral en el sector público, también sucede algo semejante en el seno de la sociedad. Por ejemplo, cuando se descubre que en las protestas sociales hay un ex miembro de Sendero, del MRTA, o incluso del Movadef, siempre se habla de infiltrados. ¿Crees que la sola presencia de estas personas descalifica el reclamo y las acciones?

La estrategia del Movadef y de Sendero Luminoso, cuando comenzaron a hablar del Acuerdo de Paz, ha sido articularse a la actividad política que existe con otros partidos y seguir haciendo un trabajo político partidario. Creo que en estos momentos se han cerrado las oportunidades para que grupos como el Movadef y el Fudepp puedan participar en la actividad política del país. En este momento yo veo bien difícil que tanto el Fudepp como el Movadef, puedan tener una participación orgánica en la política.

 

Estás haciendo una lectura de la realidad, queremos saber si tú consideras que aquello es lo correcto.

Lo que pasa es que en esa estigmatización de personas que ya cumplieron su condena y cuentan con todo el derecho de poder participar de actividades políticas, sociales, culturales, educativas, religiosas de fuera. Hay un estigma que nace y muere con ellos: Son terroristas. Para mí, el enfoque que se tiene es la del “enemigo interno” al fiel estilo de amigo/enemigo de Carl Schmitt. Entonces, en este escenario, el enemigo interno se traslada a Sendero Luminoso y el MRTA y, por lo tanto, ellos siempre van a ser-desde la concepción militar enemigos, adversarios. Lo seguirán siendo aun cuando hayan cumplido su pena, aun cuando hayan desertado y ya no tengan ninguna militancia en estas dos agrupaciones. Lo dicen los fujimoristas con mucha claridad: “el terrorista va a ser terrorista hasta que muera”. Entonces, la estrategia es de aniquilamiento.

La estrategia de seguridad nacional está armada pensando en que se lucha contra el enemigo y por tanto tienes que aniquilarlo. Se comparte mucho con la lógica de Sendero: si estás conmigo, eres mi amigo; si estás al frente eres el enemigo que tengo que aniquilar. Y esa lógica se sigue reproduciendo, tú no tienes posibilidad de integrarte en ningún aspecto de la vida con plenitud; con tu familia, tus hijos, tratando de reivindicarte, reinsertarte.

No tienen ninguna posibilidad de regresar a la vida con normalidad porque el estigma los persigue. Yo lo siento aquí [en el Congreso]. Por el hecho de haber propuesto la contratación de Nancy Madrid, la señora Martha Chávez aseguró, aludiéndome, que “una terrorista protege a otra”. Así lo puso en su página.

 

Pero la persecución no parece tener efecto en la dinámica conflictiva de los movimientos sociales. 

Hay ciertos vínculos entre la izquierda y la población. Sin embargo, hay que reconocer que las izquierdas están debilitadas. En este proceso de recomposición, las izquierdas en la actualidad disputan los espacios con el Movadef. Y creo que el Movadef está un paso adelante, se relaciona mejor con los grupos más radicales. Por ejemplo, en el tema medioambiental, hay movimientos que se han radicalizado mucho. Solo por mencionar un ejemplo: el Movimiento "Vete a la mierda". Ellos no quieren saber nada de los políticos. Mandan a todos a la "mierda", incluyendo a los viejos. ¿Qué izquierda compagina con ellos? Las izquierdas que están en el Congreso no. Por eso creo que, para sobrevivir como una opción política, debemos abrirnos en vez de cerrarnos. Creo que el Fujimorismo en ese sentido da cátedra de cómo cerrar caminos a otras opciones políticas. Para ello usan la estigmatización de terrorista a toda la izquierda. Finalmente, eso recae incluso sobre los campesinos que reclaman derechos. La criminalización de la protesta social ha sido legitimada en este Congreso, sobre la base de delitos que se han ido tipificando. Son delitos nuevos. Y eso es un logro del Congreso actual. Creo que hemos retrocedido 20 o 30 años en temas de derechos humanos.

 

 

¿Cómo has planteado la defensa que harás sobre tu caso en el Congreso? Se te abre la posibilidad de continuar con la línea de pedir perdón, pero también la de hacer pedagogía política sobre este toma y su relación con los derechos humanos...

En estos momentos yo me siento como cuando me acusaron de terrorista sin ninguna prueba. Vino un abogado y me dijo “tienes dos opciones: o la prisión o acogerte a esta ley de arrepentimiento y salir mañana del país. Te vamos a dar garantía para que te vayas a México”. Yo rechacé a quien me planteó esa posibilidad. Yo creía en mi inocencia y apostaba porque así se me reconociera.

Ahora pasa igual. Para mí, que me suspendan 120 días o me den una amonestación es lo mismo, significa perder. Creo que lo que hice no estuvo mal y defenderé mi inocencia.

 

¿Piensas plantearlo en esos términos cuando te toque defenderte en Pleno?

Pienso decir lo que digo ahora. No sé si en estos términos más políticos, pero sí lo pienso decir, tal cual lo estoy diciendo en este momento, a mi bancada del Frente Amplio. Yo respeto la posición y opinión de mis colegas. Sé lo que esto va a significar para mí. Decirlo en estos términos va a significar una sanción, pero está la posibilidad de acudir a otras instancias judiciales como el Poder Judicial que, estoy absolutamente segura, me van a dar la razón.
En este momento, la reconciliación nacional de la que tanto hablan distintos sectores de la política peruana me parece tan distante...

 

Planteas el tema de la reconciliación y me viene a la mente la consigna que cierta izquierda usa: “Ni olvido ni perdón”. Hoy, esa frase parece el extremo de la otra frase, más bien levantada  por el Movadef: “Solución política” y “Amnistía general”.

Cualquier tema que tenga que ver con reconciliación y derechos humanos no se encuentra actualmente en agenda. Eso demuestra que no existe ningún interés, siquiera de los sectores democráticos y progresistas, por comprender la historia del país. Esa es una urgencia, porque no todo se puede resumir al odio. Hay que transitar por ese camino de la historia, y hay que sincerar las cosas. No podemos concluir que el argumento del odio es la mejor forma de protección. Eso no ayuda para nada en una visión hacia el futuro, menos a la posibilidad de reencontrarnos y de repensar qué tipo de sociedad queremos para nuestros hijos.

 

Usando una frase de Todorov, diríamos que el Estado peruano se esfuerza por crear a sus enemigos íntimos. ¿Qué debería hacer el Estado para mantener una democracia que no sea boba pero que, al mismo tiempo, sea abierta a las diferentes posturas? O concuerda con que  al Movadef hay que negarle cualquier espacio político.

Creo que el punto de partida debería ser reconocer que es parte de nuestra historia, de que existieron. Son reales, y, como tal, ver una estrategia para que Sendero tenga una derrota política. Mientras no haya una derrota política, Sendero va a seguir, llámese Movadef, Fudepp o cualquier otro nombre. Va a seguir reconstituyéndose porque su organización de base es un pensamiento que no ha sido derrotado ideológicamente.

 

Ok. Digamos que puede ser derrotado ideológicamente, pero no se trata solo de ideología. Es una propuesta que se sustenta en problemas estructurales.

Claro, existen y están activos porque las condiciones estructurales de pobreza en el Perú se siguen manteniendo y eso ha sido su simiente para su estrategia político-militar contra el Estado. Eso no ha cambiado. Es un pensamiento absolutamente distorsionado y genocida. Yo no creo que para la revolución triunfe es necesario matar a gente de organizaciones populares.

 

Hoy es difícil estudiar al Movadef, por ejemplo, entre otras cosas, porque se estigmatiza incluso a los investigadores que buscan analizarlos.

No hay peor cosa que la ignorancia. Cuando empecemos a drenar estos miedos, cuando empecemos a bajar los prejuicios y veamos las cosas tal y como son, tal como han ocurrido, vamos a poder entender lo que nos viene por delante. Si no reconocemos lo que nos ha pasado no vamos a poder construir un futuro distinto. Estamos anclados allí. Cuando yo escucho a los fujimoristas inmediatamente recuerdo a la gente de Sendero. Son como su némesis. Tiene esas mismas intenciones unilaterales: “o estás conmigo a estas en mi contra”. No hay la posibilidad de tener un pensamiento analítico más amplio,

 

Rocangliolo, en su artículo “Pedir perdón”, que salió en El Comercio el año pasado, dice: “algún día tendremos que escuchar a Sendero, porque sin ellos la historia está incompleta”. ¿Crees que falta esa parte para completar la historia de lo que nos pasó?

El problema actual es el estigma. Si tú estás hablando con alguien de Sendero Luminoso eres un senderista. No hay la posibilidad de distanciamiento, de una investigación que únicamente pretende entender lo que ha pasado.  Urge comprendernos y mirar hacia el futuro; si no, vamos a repetir lo que hemos vivido. Yo no quisiera que mi hijo viva en un país donde regresen los atentados con bombas.

 

Cuando se vio el tema de Nancy Madrid, se hizo notorio esa urgencia del Frente Amplio por aclarar las distancias con cualquier persona que haya pertenecido al MRTA o Sendero.

Yo creo que en el programa de Frente Amplio como tal reconoce un deslinde literal de estas dos organizaciones, pero sin mayor contenido. Nosotros afirmamos la vida, la paz, la justicia.

 

Sí, claro. No me refiero a enaltecer y justificar atentados y coches bombas, sino a personas que intentan rehacer su vida después de salir de prisión.

No podemos ponernos por encima del bien y del mal. Eso es un error. Ellos son humanos y están allí, queramos o no. Vamos a suponer que le negamos todas las posibilidades de organización, pero viene la pregunta: ¿Qué hacemos con esta persona? ¿Las regresamos a la cárcel? ¿Las metemos en una fosa? ¿Las eliminamos? ¿Las aniquilamos bajo la lógica de que el terrorista es terrorista hasta que muera? Eso es un error atroz. Bajo esa lógica no le darías ninguna opción de reinsertarse a la vida del país.

 

Y en el campo de la memoria ¿Cuál es su lectura?

Una vez lo dije en este congreso. “¡Qué pasa con las víctimas de la violencia política! ¿Quién defiende a las mujeres inocentes que han sido violadas por militares y luego enviadas a prisión? ¿Esas mujeres no tiene derechos? ¿Quién defiende a las mujeres que han sido esterilizadas forzosamente?” La respuesta es facilista: “se han cometido errores” ¿Cómo decirle eso a una víctima? Conozco el caso de una chica campesina que estaba vendiendo papas en la comunidad de Huancabamba. Llegaron los senderistas, le pidieron que les venda papas. Al rato llegó el Ejército, hubo un enfrentamiento. Se llevaron a todos, como si ella fuera de Sendero. Ella era una niña que tenía problemas mentales. A esta chica la violaron. Con el útero afuera llegó a la cárcel en donde permaneció cuatro años. Finalmente, demostraron su inocencia en un proceso y le dieron la libertad. ¿Quién le regresa esos cuatro años perdidos?, ¿quién cura esas secuelas y sus traumas? Y, a mí, ¿quién me regresa los tres años que pasé en prisión injustamente?

Estamos, entonces, frente a un tema humano. Y hay que verlo en ese sentido. Por eso, cuando alguna vez unos pobladores me gritaron en Ancash, “¡Tienes que pedir perdón!”, mi respuesta fue: “¿Perdón de qué, o por qué?” Y replicaron: “por haber contratado una terrorista”. Y yo no tengo que pedir perdón. En estos momentos Nancy tiene mi apoyo más que nunca. A Nancy ahora la siento más cerca que nunca antes. Porque, me pregunto, ¿qué derecho tienen los periodistas para destrozar la vida de una persona?

 

¿Entonces crees que el desafuero es inminente?

Por el lado del fujimorismo están cerrados en eso. Se han agarrado de Nancy para decir que yo también debo pensar como ella pensaba en el pasado. Lo aberrante de esto es que el informe de Ética dice literalmente: "no se puede precisar que Nancy haya cambiado su concepción". Además, pone como referencia que cuando Abimael Guzmán fue capturado, indicó -llevándoselo la mano a la sien-, que las ideas no mueren y que se queda en los demás. Por lo tanto, ella -según la Comisión-, todavía piensa así.

 

Pero Abimael es el cabecilla de Sendero Luminoso, no del MRTA.

¿Te das cuenta lo burdo que es todo esto? Ni siquiera hacen diferencias. Eso yo lo puedo entender en un discurso de los fujimoristas, pero no en un informe de la Comisión de Ética. Pero yo no me voy a quedar con esto. Yo soy una mujer peleadora. Gracias a Dios tengo un carácter fuerte y si me desafueran o me suspenden, buscaré una estrategia legal y si no me resuelven internamente, iré a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Porque no solo se trata de mí, sino de muchas personas que están esperando que en este país se haga justicia.

 

 

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