El giro que suspendió a Italia

Al tres veces primer ministro italiano Silvio Berlusconi lo conocemos bastante: él mismo se ha vendido desde sus medios de comunicación y sus ruidosos escándalos sexuales y de corrupción por los que podría ir a la cárcel. Pero ¿quién es Beppe Grillo, ese simpático comediante que obtuvo el 25% de la votación en la reciente elección italiana? La prensa mundial lo ha calificado de “payaso”, en parte para caricaturizarlo, pero lo cierto es que él ha desarrollado una digna carrera profesional como comediante en el cine, dirigido nada menos que por Dino Risi (Scemo di guerra, 1985, finalista en el Festival de Cannes), y en la televisión con programas de sátira política desde los años 80 del siglo pasado.
La clase política italiana, como todos los ciudadanos a los que representa, puede ser muy histriónica, pero le disgusta que la asocien con la corrupción y la decepción que ahora reina en un país azotado por los malos vientos de la crisis económica. Grillo debió de ser muy eficaz burlándose de personajes públicos y partidos, porque sus reapariciones en la pantalla chica han sido episódicas, hasta que optó estratégicamente por colocarse en las redes sociales.
Con ese apellido, no es difícil asociarlo con el inolvidable cuento de Carlo Collodi, Pinocho, uno de cuyos personajes es el grillo parlante que representa la conciencia del muñeco de madera a quien constantemente aconseja para que tome decisiones correctas y elija bien a sus amistades. Es posible que Giuseppe Piero Grillo, que prefirió ser llamado Beppe, haya querido despertar la conciencia del pueblo italiano en esta oportunidad, conduciéndolo al rechazo de sus políticos tradicionales, de la corrupción y de las indeseables reformas de austeridad aplicadas en el último año por mandato del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea (órgano que funciona de manera similar a un Ejecutivo en la UE), a los que se les conoce como la troika.
Siguiendo con el cuento de Collodi, no cabe duda de que Berlusconi sería uno de los “malos” que induce a la conducta incorrecta de Pinocho, quizá el zorro. Il Cavaliere, como se conoce a Berlusconi por tener una Orden de Mérito al Trabajo, usa sus numerosas redes mediáticas para embaucar al pueblo italiano, prometiéndole que eliminará impuestos y reembolsará algunos de ellos, con una actitud populista que fácilmente ha calado en los ciudadanos, quienes le han dado cerca del 30% de sus votos. Sin embargo, el zorro parece más interesado en continuar en la política para protegerse de la justicia.
¿Qué personaje del cuento correspondería a Pier Luigi Bersani, candidato de la coalición de centro-izquierda que ha obtenido el 30% de los votos? El líder del Partido Democrático sería Pinocho, el protagonista, porque muchos le atribuyen una conducta vacilante por no rechazar de manera clara las impopulares recetas dictadas por la troika, pese a que la población italiana está muy disgustada con ellas, siguiendo el ejemplo de los griegos, españoles e irlandeses. Como Pinocho, Bersani no ha sido muy transparente: primero declaró que algunas reformas son necesarias, e incluso apoyó al gobierno de Mario Monti, principal impulsor de ellas y reemplazante de Berlusconi en un gobierno de transición desde 2011; luego afirmó que son inconvenientes y ahora busca una alianza con Grillo, muy crítico de estas políticas. Hay que decir, por otro lado, que el economista Monti emocionó mucho a los mercados europeos cuando decidió ser candidato. Sin embargo, la fiesta duró poco: obtuvo apenas un 10% de los votos.
Il popolo contra la troika
Al igual que en Grecia, el electorado italiano ha dispersado su voto sin dar mayoría clara a ninguno de los candidatos; y una complicación para Bersani (quien hace unos meses tenía 15 puntos de ventaja sobre sus rivales) es que Il Cavaliere le está pisando los talones (29,5% a 29,1% en la votación a diputados). A pesar de ello, Bersani tiene mayoría en la Cámara Baja debido a una extravagancia legal que puso en vigencia el festivo Berlusconi con una clara voluntad de buscar la reelección una y otra vez: el candidato que logra el primer lugar de la elección en la Cámara de Diputados tiene derecho a más de la mitad de representantes. El candidato de la coalición de centro-izquierda no ha conseguido lo mismo en la Cámara de Senadores, donde Berlusconi y Grillo suman más escaños, por lo que está obligado a cooperar con uno o con los dos rivales que le son hostiles.
¿Cómo se explica este resultado? Por la oposición al gobierno tecnocrático de Mario Monti, que inicialmente alcanzara tasas de aprobación de hasta 80% —sin embargo, la aplicación de las políticas impuestas por la troika, que han desactivado la economía y dejado cifras dramáticas de desempleo, especialmente en la población juvenil (38,7% en menores de 24 años), acabó poco a poco con su popularidad.
Bersani pierde simpatía entre los italianos porque no ha deslindado de manera tajante con Monti, con el que incluso adelantó un posible pacto en un escenario en el que los resultados le fueran favorables; pero, contradictoriamente, quería mantenerse al lado de los sectores más izquierdistas de su alianza de centro-izquierda y los gremios laborales, algo que le recordó el propio Monti. Los beneficiados con este doble juego resultaron Grillo y Berlusconi, sobre todo este último, que utilizó sus medios de comunicación para lanzar duras críticas a Monti y, de paso, limpiarse la imagen, aunque esto no lo ha librado de los procesos judiciales que lo asedian y a los que él califica como una persecución legal.
Lo insólito es que casi un tercio de los italianos sigan apostando por él, lo que pone en evidencia que no son muy diferentes de otros pueblos que, decepcionados de su clase política, buscan soluciones en personajes de conducta muy controvertida. Il Cavaliere, por ejemplo, ha enfrentado juicios por colaboración con la mafia, corrupción, soborno de jueces y policías, evasión de impuestos, abuso de autoridad, grabaciones ilegales a sus enemigos, sin mencionar su reciente escándalo relacionado con la prostitución de menores de edad por el cual está siendo juzgado. Los delitos de Berlusconi son tan numerosos que podría escribirse un volumen del grosor de nuestras páginas amarillas sobre ellos.
Beppe Grillo: el alegre rostro de los indignados
Volvamos a la sorpresa de estas elecciones, Beppe Grillo, a quien las encuestas otorgaban desde el año pasado un significativo porcentaje de votos (15%-20%), que superó, pues llegó al 25% en la votación por la Cámara Baja.
En su caso hay que resaltar la enorme simpatía que ha despertado entre los jóvenes indignados, quienes se identifican con él gracias a su inteligente utilización de la Internet como un medio para la crítica y la sátira. Desde las redes, Grillo organizó en 2007 una de las campañas más sonadas contra la clase política: se trató de la “celebración del día V” (vaffanculo, insulto que transmite una ruidosa descalificación), en la que participaron más de 2 millones de italianos desencantados de su sistema político. Esta acogida de la juventud lo impulsó a formar un partido independiente que 2 años después se convertiría en el Movimiento 5 Estrellas, llamado así por los puntos más destacados de su programa político: agua pública, movilidad sostenible, desarrollo, conectividad y medio ambiente.
Si el zorro Berlusconi aún cree que le bastan sus medios para vender sus baratijas entre los más desesperados, el inteligente Grillo ha preferido las veloces pistas de Internet sumadas a las movilizaciones populares para convertirse en la conciencia de un país desencantado, que ha hecho de la antipolítica y de la duda una masiva forma de manifestarse. Lo que logre concretar políticamente es aún incierto.
Lo seguro es que los resultados de estas elecciones han causado alarma en toda Europa. El mensaje es claro: la Unión Europea debe cambiar; las reformas económicas repetitivas e iguales en todas partes del mundo y que generan recesión, desempleo y sufrimiento tienen que ser modificadas favoreciendo a la sociedad y no a los intereses financieros. O el sueño de una Europa unida pronto terminará como una pesadilla. Ya se han dado las voces de alerta mediante protestas en numerosos países de la región; las primeras alarmas se han hecho oír primero en Grecia y ahora en Italia. La moraleja de la historia es que los líderes europeos deben escuchar a la población; y mientras existan grillos parlantes, podemos esperar que cuentos como el de Pinocho acaben con un final feliz.