Transporte: Cuánto rodado
Transporte: Cuánto rodado
Poco a poco la ciudad les fue poniendo mayor atención. Al principio ni espacio tenían. A inicios del siglo pasado algunos animales, como los caballos, gozaban de mayores privilegios. Pero la historia fue cambiando, y conforme pasaban los años se les iba dando mayor importancia, hasta acaparar la atención general.
Tanto es así que algunos propusieron políticas de esterilización, pero las autoridades no les hicieron caso. Por el contrario: se promovían estrategias de reproducción intensiva. El espacio de la metrópoli fue quedando angosto y se empezaron a inventar nuevas áreas para ellos. Se crearon guarderías en toda Lima, pero nunca eran suficientes. Parecía tratarse de un asunto de necesidad pública, pues se empezaron a usar espacios colectivos en su beneficio. Se ensancharon calles, se cortaron árboles. La ciudad entera se rendía a sus necesidades.
Hablamos de los automóviles y de una ciudad que sucumbe frenéticamente a los desenfrenos de la cultura motorizada. Con la prosperidad económica de los últimos años, todo creció —carros, demanda, gente— en el orden de prioridades que dicta una ciudad sobre ruedas. La infraestructura colapsa y nada parece ser suficiente para atenuar los pasos pesados de ese invencible elefante blanco.
La constatación del caos rodado lleva de inmediato a re-pensar en un sistema de transporte público eficiente. Hasta hace algunos años la política municipal era arreconchumar el transporte público a las vías laterales y priorizar el concurso de los automóviles. Es decir, privilegiar al 20% de la población sobre el 80% que se movilizaba en ómnibus, coasters y combis. Esa estrategia hizo colapsar el tránsito y ahora se busca implementar soluciones conjuntas. El Metropolitano es una de ellas.
Descifrando el transporte metropolitano |
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(Fuentes: Luz Ámbar, El Comercio, CIDATT).
La parte del león
¿Cuál es el meollo del problema? Realmente, un hoyo. Claudia Bielich, una socióloga que se pasó cuatro años intentando desentrañarlo, ha elaborado uno de los estudios más completos sobre el tema. Le puso La guerra del centavo, y da cuenta del “desmadre” cotidiano del tráfico capital.
Claudia descubrió que el problema no residía ni en los odiados choferes, ni en las despistadas pistas, ni en las precarias eñales ni en los policías de mano ancha. El problema del sistema de trasporte público es el mismo sistema. ¿Qué cosa?
Para que un sistema funcione se necesitan empresas, rutas y operarios. En Lima nada de eso funca, empezando con las empresas. A las que conocemos como tales les toca la parte del león: tienen la enojosa tarea de solo cobrar y cobrar.
“La Municipalidad le da a la empresa la concesión de la ruta. Ellos se dieron cuenta de que el negocio era no tener carro, sino buscar gente con carro para que se afilien, y te cobra por eso. Entre empresa y chofer no hay relación alguna; por eso ellos no asumen ninguna responsabilidad de lo que ocurra con el carro o los choferes. Las empresas solo se relacionan con los propietarios de carro y se dedican solo a cobrar. Cobran por cada vuelta, por derecho de paradero inicial, por derecho de cama, si las hubiere, etcétera”, explica Bielich.
Los choferes y cobradores terminan convirtiéndose de víctimas en victimarios debido a un régimen en el que su ganancia consiste en esos centavos que se pelean palmo a palmo con sus colegas de ruta.
“Esto origina que los choferes se pongan a correr o que se queden parados horas de horas”, señala Bielich.
Paradójico: Uno de los principales problemas de Lima es el transporte, pero su solución dejaría descontentos a todos
¿Psicópatas al volante?
Cuando del problema del transporte se trata, se ha desarrollado en el capital la capacidad para irse por la tangente. Hace unos años se presentó un informe que parecía descubrir la piedra filosofal del asunto: los choferes eran unos psicópatas. El estudio ponía atención en la gran cantidad de problemas psicológicos que presentaban los operarios de transporte. ¿No se tratará más bien de un sistema malsano que enferma, de rey a paje, desde el primer operario hasta el último usuario?
A otros se les ocurre que el problema es que los choferes no conocen las reglas de tránsito, por lo que hay que darles clases intensivas. Cada vez que escucha esto de boca de una autoridad, a Claudia le dan ganas de golpearlos: “No sirve de nada, porque los choferes conocen las reglas de tránsito muy bien; por eso las violan”.
Cualquier iniciativa que trate de enfrentar en serio este problema debe, en primer lugar, desmontar y reorganizar el transporte. Para Luis Quispe, de Luz Ámbar, el principal problema es la dispersión de funciones. Existen muchas entidades destinadas a regular el transporte, pero ninguna tiene el control central. Por lo tanto, nadie se hace cargo:
“La ley de 1999 establece cinco autoridades para transporte: el Ministerio, los gobiernos regionales, los gobiernos municipales, la Policía Nacional e Indecopi. Después han aumentado dos más. La autoridad está dispersa, es una amalgama, no hay una autoridad central única”.
Propuestas municipales (No se hagan ilusiones) | |
IBERICO | Sustituir 26 mil vehículos combis y coaster antiguas por 8.700 ómnibus que operen en 200 rutas. Reducir el número de líneas de unas 500 a solamente 200. |
FLORES | Diseño de un plan vial que permita integrar los distintos centros que existen en la capital. Poner en marcha el tren Chosica-Callao, usando los rieles del Ferrocarril Central. |
KOURI | Impulsar una autoridad central de transporte para Lima Metropolitana que fusione las tareas del Ministerio de Transportes, las municipalidades de Lima y del Callao y la Policía Nacional, que priorice una solución integral del problema. |
VILLARÁN | Reordenar el sistema de rutas. Que no existan aquellas que vayan de un lado a otro de la ciudad, sino que hagan postas. |
ALEGRÍA | Concluir el Tren Eléctrico en el Rímac, para que pueda conectarse con rutas a Chosica, La Punta y otros puntos de Lima |
Se busca alcalde malulo
Ningún especialista acá está descubriendo la pólvora. Los tejes y manejes del problema los puede desconocer la población, pero no las autoridades. ¿Por qué no hacen nada al respecto? Será porque una reforma del transporte dejaría, al menos a corto plazo, descontentos a todos. A toditos.
A los usuarios, porque los obligaría a caminar más para llegar a los paraderos, y tendrían que aprender que el carro no pasará cada 5 minutos. A los choferes y cobradores, porque habría menos rutas y carros. Buses más grandes pero menos combis. Las empresas, a su turno, tendrían que formalizarse y asumir responsabilidades. En todo caso, tendrían que juntarse entre ellas. Ganarían menos. Al menos de momento.
Paradójico: Uno de los principales problemas de Lima es el transporte, pero su solución dejaría descontentos a todos.
Indudablemente, la salida es de largo aliento y se necesitan muchos ingredientes: en primer lugar, el liderazgo de alguien que no tenga problemas en caer mal a la gente ni intención de reelegirse. Ni de ser Presidente (plop). El transporte implica comprarse el pleito. Y en un pleito siempre se sale magullado, así se gane la pelea.
¿Cuál es el costo real del transporte en la ciudad? |
Erick Reyes / Urbanista, especialista en transporte En la Ciudad de Lima (entiéndase como el Área Metropolitana de Lima y Callao), más de 9,2 millones de personas convivimos en una ciudad que se sigue construyendo para que cerca de 1,1 millones de vehículos puedan transitar como dueños absolutos de ella. Más intercambios viales y más carriles en las avenidas, tiene como costo reducir el espacio urbano para el tránsito y confort de las personas, menos áreas verdes para regenerar el oxígeno y mayor velocidad en los vehículos. |