La edad del eufemismo

La edad del eufemismo

Patricia Wiesse Directora de la Revista Ideele
Ideele Revista Nº 228

De la tercera edad, adulto mayor, geronto: todos eufemismos para referirse a la vejez. El declive que puede darse en picada o como lento apagón. Es cierto que éste es un periodo difícil, pero no por eso indigno o inútil, como nos lo enrostran tantos mitos y prejuicios. Hay una palabra horrorosa que se usa para denominar este proceso: decrepitud. Felizmente, tenemos ejemplos de personas mayores que llevan la carga como dignos patriarcas. Y no solo en el cine.

Aun así, el ejemplo que hemos elegido para revalorarlos es cinematográfico. Se trata de una película que nos ha regalado un retrato de la sublime dignidad a la que se puede arribar en la vejez: Amour, obra maestra de Michael Hanecke, el director que desnuda sin contemplaciones las patologías y los límites monstruosos del ser humano, y que esta vez explora el extremo luminoso, el del amor incondicional al que se llega solo con la laboriosidad y la sabiduría que dan los años. El amor en los tiempos del cólera, libre de mezquindades. ¿Cuándo? Con patente de exclusividad en la vejez.

“Hemos pasado mucho tiempo juntos”, dice Georges. Anna y él conforman una pareja mayor; son dos profesores de música jubilados que comparten su soledad, que disfrutan de su intimidad, de sus conversaciones y de sus aficiones. Viven en un antiguo departamento parisino, de grandes habitaciones ventiladas y sólidas puertas de madera. Se respira armonía en ese espacio. Georges es amable y delicado. Cuando llegan a casa después de un concierto de música clásica, él la ayuda a quitarse el abrigo y le dice sonriendo: “¿Te dije que estabas linda esta noche?”. Se relacionan con delicadeza y respeto; se disculpan si alguno fue brusco por algún motivo.

Hay un interés y una preocupación recíprocos. Pero, como presintiendo algo, Georges vive pendiente de Anne. Es de noche y él se despierta. Ve que Anne está sentada en la cama insomne y angustiada. Le pregunta: “¿Qué te pasa?”. “Nada”, le responde ella.

Anne y Georges toman el desayuno. De repente ella se queda inmóvil mirando al vacío, como catatónica. “Anne, querida. Anne, ¿qué te pasa? Mírame”, se angustia Georges. Un infarto cerebral provocado por una obstrucción de la carótida los pone ante una nueva situación. Anne tiene paralizado medio cuerpo. A partir de ese momento Georges se dedica a cuidar de ella con una ternura inconmensurable.

Cuesta abajo
¿Cómo es posible que en la etapa en la que el ser humano puede alcanzar el desprendimiento se le trate con la punta del zapato? Las políticas públicas dirigidas a ese sector de la sociedad no logran librarse de cierto sesgo asistencialista-compasivo.

La población adulta mayor de 60 años no llega actualmente al 9% en el país, pero la proyección irá en aumento. En el 2020 pasará el 10%, y en el 2025, el 12%. Esto porque ahora el Perú tiene una esperanza de vida de 71 años y las tasas de mortalidad han declinado.

La vejez se inicia a los 60 años, y la vejez extrema o longevidad, a los 80. En esta etapa se producen una serie de cambios biológicos que tienen que ver con una disminución de la capacidad vital, y que afectan a los aparatos respiratorio y circulatorio. La fuerza muscular disminuye, los movimientos se producen en cámara lenta, las piernas y manos son víctimas del temblor senil. La carne se descuelga, la talla se reduce, se ve y se escucha menos. La piel se apergamina, se mancha. El pelo y los dientes se caen. ¿Más?

El ritmo de la actividad intelectual se ralentiza. Disminuyen la memoria y la aptitud para el aprendizaje. Se empobrece la capacidad de expresión, y la alteración de las funciones mentales puede llevar a la demencia senil y al Alzheimer. El sentimiento de inutilidad y la confusión muchas veces terminan en depresión. Además, se siente aislamiento, soledad, fragilidad, ansiedad, marginalidad. Hay un abismo generacional y, en los últimos tiempos, una brecha digital. Se vuelve evidente la pérdida de control, de poder, de decisión.

A pesar de todas estas limitaciones, la capacidad de amar se mantiene inalterable o incluso se acrecienta, como lo demuestra la historia de Georges.

Amour
Volvamos a la película más honesta sobre la vejez. A esta aproximación rigurosa; distante, pero llena de ternura.

Anne llega a su departamento en una silla de ruedas. Ella está avergonzada y él esconde su consternación. Georges asume el cuidado de Anne a tiempo completo. Le prepara el té, la acompaña. La ayuda a sentarse. La levanta; el cuerpo de ella se reclina en el de él. La acuesta, la arropa. La lleva al baño, le sube el calzón. Ella lo abraza para poder levantarse.

Anne es orgullosa: “No tienes que llevarme todo el tiempo de la mano. Yo puedo cuidarme sola. Y nada de remordimientos; sería absurdo e incómodo. Vete, no estoy discapacitada. Puedo estar sola unos minutos. Ocúpate de ti”, le dice. Pero él está en guardia a cada instante; vive pendiente. No está tranquilo si no está cerca de ella.

Georges le corta la carne del plato, le practica sus ejercicios, le recuerda algunos momentos felices. Le cuenta historias, le hace bromas. Ella lo escucha con interés, le sigue la conversación. “¿Y por qué no me habías contado eso antes?”, le pregunta. Ella ríe. Almuerzan. Anne le pide por favor que le traiga el álbum de fotos. “Qué bella es la vida tan larga”, le comenta a Georges mientras mira las fotografías. Están en el escritorio, entre cuadros, libros, discos y sonatas para piano de Schubert. Leen el diario y comentan los artículos. De pronto ella cambia de ánimo. Está molesta y le dice: “Yo te aflijo”. Él le contesta: “Tú no me afliges. Imagina que estuvieras en mi lugar”.

Anne está impecable, elegante, arreglada. Georges le lava la cabeza con delicadeza. La viste y le abrocha los zapatos. La sostiene y ella se apoya en él para dar algunos pasos. Un ex alumno los visita. Les regala el disco que acaba de grabar. Ella lo recibe sonriendo, llena de prestancia y dignidad. En cambio Georges, que hasta ese momento era un ejemplo de estoicismo, enmudece y no puede ocultar su cansancio y su agobio. Georges le promete a Anne que nunca más la llevará a un hospital, después de que ella se lo pide con insistencia. Una mañana Anne despierta y se sorprende al ver que había mojado la cama.

Llegamos al punto de quiebre.

Desamparo
Un 25% del total de adultos mayores peruanos está inscrito en la seguridad social. Solo los jubilados que aportaron durante 20 años o más, y tienen 65 años como mínimo, logran esa protección en su vejez. Los otros, si no tienen familiares o medios económicos, con suerte tendrán como destino final el Canevaro o el albergue de Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

La Sociedad de Beneficencia de Lima cuenta con 10 albergues en el Centro, que tienen capacidad para acoger a mil ancianos, y con otros 8 en la periferia de la ciudad. Los de clase media cuentan con más opciones de alojamiento en las casas de reposo o residencias de ancianos donde les ofrecen menos sordidez y más comodidades, pero con unas tarifas que, como en cualquier negocio, son proporcionales a la calidad del servicio.
Ha habido un avance en materia de derechos ciudadanos de las personas mayores. Existe un Plan Nacional para Personas Adultas Mayores; una Ley del Adulto Mayor que establece la atención preferente en los servicios de salud y otros lugares públicos; una ley que les permite migrar del sistema privado de pensiones al sistema nacional; una resolución ministerial que les da el derecho a que cuenten con asientos reservados y tarifas reducidas en los vehículos de transporte público.

Además, la seguridad social les ofrece un programa de actividades culturales y recreativas en sus Centros del Adulto Mayor a nivel nacional. Allí los asegurados de EsSalud pueden participar en talleres que promueven dinámicas del llamado “envejecimiento activo” (que esperamos no sea otro eufemismo). También existen consultorios en los centros de salud, pero hay muy pocos de geriatría en los hospitales generales del país que dependen del Ministerio de Salud. Por el lado de las municipalidades, la mayoría desarrolla sus programas Adulto Mayor y algunas cuentan con Casas del Adulto Mayor.

A esto se suma el nuevo aporte del programa Pensión 65 que el actual Gobierno ha establecido, y que está focalizado en las zonas rurales. Su eslogan es “Ya no están solos, el Estado los protege”,lo cual es cierto en alguna medida, si es que el grupo beneficiado —adultos mayores en situación de pobreza extrema— es suficientemente amplio y representativo. Las cifras oficiales dan cuenta de 253.661 beneficiados que reciben una asignación bimestral de 250 soles (a los 125 soles mensuales hay que descontarles los gastos de transporte y estadía en el poblado en el que se encuentra el Banco de la Nación más cercano). Este monto simbólico cumple con la función casi mágica de devolverle independencia y dignidad a un grupo que bordeaba la indigencia.

¿En qué gastan el dinero? Adquieren sus medicinas, se dan algunos gustos como comprar galletas y un poco de carne, o telas para coser su ropa. Y con la autoestima elevada, a algunos todavía les quedan algunos soles para ayudar a su familia. Dominga Espino, de la comunidad San Rafael, en Socos, Ayacucho, dice: “Por estar en Pensión 65 recibo también atención médica y medicinas. Ahora vivo mejor. Antes me daba miedo ser vieja”.

No obstante los esfuerzos, es necesario precisar que, en el Perú, solo 3 de cada 10 adultos mayores cuenta con una pensión y atención en salud. Por eso no es raro ver ancianos como la señora María Caballero Cotos, de 90 años, en las calles de La Libertad, Chosica, reciclando botellas y cartones.

Las políticas públicas para este sector de la población son aún dispersas y se convierten en beneficios aislados e insuficientes que debieran estar coordinados por un ente multisectorial; y no sería descabellado pensar, por ejemplo, en un subsidio para las familias que atienden a sus familiares mayores.

El fin
Georges le dice: “Calma, calma”. Logra sentarla en la silla de ruedas y el cuerpo de Anne, que ya es un peso muerto, se recuesta en el suyo. Cambia la sábana orinada. A partir de ahí, ella no se levanta más de la cama. Georges es testigo de su galopante deterioro físico y mental. Se siente cada vez más impotente.

Anne se desespera porque no se entiende lo que dice. Está en un estado de angustia permanente. Su rostro refleja humillación cuando una enfermera le cambia el pañal.

Georges contrata los servicios de enfermería tres veces por semana. Mantiene su promesa de no llevarla a un hospital. Solo en su estudio, se imagina que la está contemplando mientras ella toca el piano. “Toma, Anne, querida”, le dice con infinita paciencia cuando ella no quiere comer. Le pasa la servilleta por la boca con finura. Le acaricia la mano y ella se tranquiliza.

Anne habla incoherencias. Georges le canta “sur le pontd’Avignon y danse, on y danse”, y por un momento se conectan. Intenta que practique sus ejercicios para el habla. La fuerza a que tome un poco de agua, y en el momento en el que Anne la escupe, el calmado y ecuánime Georges pierde la paciencia y le tira una cachetada. Inmediatamente se arrepiente y le pide perdón. “Esto me supera”, le dice él, agobiado.
La situación es cada vez más triste y humillante para ambos. Georges siente suya la vergüenza de Anne. No quiere que la vean así y tampoco quiere compartir su dolor. “Nada de esto merece ser mostrado”, le dice a su hija.

Georges escucha los gemidos de Anne, que se hacen más y más angustiados. Se acerca a su cama y le dice: “Estoy aquí, no pasa nada”. Le cuenta una historia de su infancia y ella va tranquilizándose hasta que parece dormida. Es entonces cuando realiza su último gran acto de amor: la asfixia con la almohada.

Después todos sus movimientos parecen reflejos. Sale a la calle y regresa con varios ramos de flores. Corta unas margaritas pequeñas, deshoja pétalos, cambia a su esposa, la coloca en la cama y la adorna con las flores.

Regresa a la cocina y ve que Anne lo está esperando para irse. Salen del departamento y cierra la puerta.

***

Hanecke le dedicó la Palma de Oro de Cannes a su esposa, con la que vive hace 30 años. En su discurso recordó la promesa que se hicieron si alguno de los dos sufriera un deterioro irreversible. Lo más probable es que repitan la historia de Georges y Anne.

Y si creen que ese amor es solo de películas, miren a su alrededor o hagan memoria. Mencionaremos a uno que amó como Georges y que todos conocen: el ex presidente Fernando Belaunde. Cuando su esposa murió, él le escribió: “Espérame”. Violeta solo tuvo que esperarlo un año.

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Hermoso artículo Patricia. La

Hermoso artículo Patricia. La película la vi y la aprecié en todo su realismo, una verdadera obra de arte con actuaciones impecables. Me gustó cómo entrelazas los diferentes momento de la película con la realidad de los viejos en nuestro país.
Felizmente en nuestro caso creo que la familia juega un rol importante... todavía... Felicitaciones

Somos pareja de 71 y 67 años

Somos pareja de 71 y 67 años y mi esposa fue atendida en ESSALUD; estuvo grave porque ella es diabética y sufre de presión alta; tuvo que ser amputada de la pierna izquierda. El servicio de ESSALUD tiene aspectos negativos y positivos; negativos porque en el Carlos Alcántara le daban pastillas, antibióticos, a pesar que su pié estaba deteriorándose y no la trasladaban a la unidad del pié diabético que tiene el Rebagliatti ni al Padomi ni a un endocrinólogo; solo la atendían en medicina general. Aquí se traba toda la atención; si se hubiera trasladado hace meses que los doctores vieron el pié infectado, quizá se hubiese salvado de esa amputación. Pero una vez que la llevé al Rebaglatti aquí si hubo una atención impecable; médicos y enfermeras se portaron muy bien y hasta lo último se intentó no llegar a este extremo. En emergencia se contagió con un virus pulmonar intrahospitalario que la puso grave sumado a su infección del pié que se generalizó; en UCI la trataron bien y salvaron su vida; ella ahora está a la espera de su rehabilitación y su prótesis. Todo bien en el Rebagliatti gracias a los profesionales que trabajan bastante bien.

Muy cierto los comentarios y

Muy cierto los comentarios y sin dejar de anotar que muchos de ellos teniendo Seguro social, sin embargo son atendidos en el pasadiso totalmente abarrotados, y muchas veces agonizan al lado de otros pacientes sin tener una atencion decorosa luego de aportar tantos años al seguro...
Una realidad que a pesar de tanta promesas nadie la soluciona.

Me hicistes llorar. Tengo 55

Me hicistes llorar. Tengo 55 años y solo me falta 5 para llegar a la vejez pero me siento como un joven de 18 años.
Mi madre tiene 85 y sigue completamente lúcida, claro que con los achaques de la edad.
Espero llegar a la longevidad y si DIOS quiere a los 100 años ya que la vida de acá a 30 años mas será muy diferente; completamente diferente.
Saludos

Un excelente artículo sobrre

Un excelente artículo sobrre una inolvidable película que nos habla del amor. He vivido de cerca el deterioro de una persona muy querida y se lo que se sufre. Pero quiero hacer una mención que no he encontrado; como actúa y debe actuar la familia. Esta pareja tenía una hija, tenía nietos pero que eran indiferentes a la situación de la madre, pese a que la Seguridad social francesa le daba de todo lo que es materialmente necesario, el amor familiar no esta presente, la presencia familiar que es tan importante en esta situación no la vemos. El stress del cuidador que se representa en la cachetada es cierta y es posible si todo el esfuerzo esta concentrado en una sola persona. Mi suegra cuando veía a sus bisnietos se iluminaba y agradecía a la vida darle esos momentos extra que le quedaban para gozarlo, cosa que no podía ser en el caso de Anna.
Es importante la protección social pero creo que aun mas es la protección que la familia debe dar a sus personas mayores.

Es una historia triste pero

Es una historia triste pero real. Debemos tomar este ejemplo, pensando en nuestra ancianidad

FELICITO POR TAN EXCELENTE

FELICITO POR TAN EXCELENTE ARTÍCULO, Y QUISIERA LUCHAR PARA LOGRAR QUE EL ESTADO LOGRE AMPARAR A TANTO HOMBRES Y MUJERES QUE DIERÓN LO MEJOR DE SU VIDA, COMO DOCTORES, PROFESORES, ETC. Y NO QUEDEN EN EL ABANDONO!!

FELICITO POR TAN EXCELENTE

FELICITO POR TAN EXCELENTE ARTÍCULO, Y QUISIERA LUCHAR PARA LOGRAR QUE EL ESTADO LOGRE AMPARAR A TANTO HOMBRES Y MUJERES QUE DIERÓN LO MEJOR DE SU VIDA, COMO DOCTORES, PROFESORES, ETC. Y NO QUEDEN EN EL ABANDONO!!

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