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Enviado por Cristian Correa (no verificado) el
Somos un país con aproximadamente 31.2 millones de habitantes con un PBI de algo más de 203 mil millones de US$, y un PBI per-cápita de alrededor de 6,500 US$. Tenemos una larga historia como habitantes del espacio que ocupamos como país, y una cicatriz, que hasta hoy a veces parece llaga viva, como resultado de la conquista, colonización y las secuelas de la peculiar independencia que procesamos.
Estamos insertos en la economía mundial a la que vendemos básicamente minerales e hidrocarburos que son alrededor del 66% del total, 16% de Manufacturas, 8% de productos agrícolas, pesca y otros productos son el 9%. Un 25% de ese 16% de Manufactura que exportamos son productos textiles y el resto son productos con relativamente menor nivel de elaboración.
Tenemos un territorio aún desintegrado en el que la Costa ha sido privilegiada tanto por la infraestructura vial como también por casi todo tipo de inversión pública, en particular, las represas construidas en los principales valles costeños que ahora hacen posible que las regiones de la Costa sean las principales exportadoras de productos agrícolas. En este sentido, la Sierra y la Selva aún no han sido plenamente incorporadas.
La Longitudinal de la Sierra, que debió ser una tarea del siglo XX, está siendo pobremente reemplazada, en el siglo XXI, con una serie de pequeñas carreteras que unen provincias y distritos a lo largo de la Sierra, pero no está ni en diseño una autopista o una línea de ferrocarril (que podría ser mejor aún, y más barata) que unan Puno con Cajamarca y puedan extenderse hacia La Paz en Bolivia y Loja o Quito en Ecuador.
La integración plena de la Selva va a tener que esperar aún más.
Mientras tanto, se ha destinado alrededor de US$10,000 millones para ser invertidos en Lima en la construcción del tren subterráneo o Metro de Lima, confirmando que la inversión pública prioriza la Costa y, particularmente, Lima. Por su propia naturaleza, la inversión privada y los factores de producción (capital, trabajo, etc.) hacen lo mismo siguiendo el aumento de productividad generado en los lugares donde ocurre la inversión pública. Por esto, no debe sorprendernos ni que la inversión privada se concentre en Lima ni que, recientemente, las invasiones de terrenos hayan reaparecido en Lima, pues en una economía de mercado el trabajo, al igual que otros factores de producción, sigue la ruta de la mayor productividad.
El Estado - Situación actual
Tenemos un Estado bastante débil y pequeño (por ello fácilmente corruptible), que carece de capacidad para cumplir, cabalmente, con las funciones que el desarrollo del país requiere. Ni en la Educación, ni en la Justicia, ni en la Salud, ni en la Seguridad, ni en la construcción de infraestructura, etc., el Estado está cumpliendo con lo necesario para satisfacer las funciones que, históricamente, las sociedades han exigido de esta institución. La Salud es uno de los sectores atendidos insuficientemente. Un claro ejemplo de esto lo constituye el Hospital para el cáncer, INEN, cuya desatención es creciente. Pese a las promesas gubernamentales muchos peruanos con limitados ingresos mueren esperando ser atendidos en el INEN. La privatización de la atención de la salud y, en particular, del cáncer avanza a paso acelerado.
Una manifestación de esta ausencia estatal es la fragmentación social que se vive, esa incapacidad estatal de contribuir a que los pobladores nos sintamos integrantes de una misma sociedad y parte de un mismo proyecto nacional. Esto no es nuevo, pero es tan antiguo que ya debimos haberlo superado. Desde la antigüedad, reyes y gobernantes han legitimado su ejercicio del poder atendiendo a sus súbditos en tiempos de necesidad, esperando a cambio su lealtad (en particular en tiempos de guerra o conflicto).
En nuestro país, cuando ya debimos haber resuelto los problemas que le dieron origen, seguimos temiendo el resurgimiento de Sendero Luminoso.
La Economía
Después de varios años de crecimiento impulsado, básicamente, por factores externos, nuestro país está retornando a la “normalidad”, es decir, a tasas de crecimiento alrededor de 2.5-3.5 % al año. Tal como lo muestran los Gráficos 1 y 2 que siguen, la tasa de crecimiento del país ha disminuido desde 2008, y parece tender a estabilizarse alrededor de la cifra mencionada.
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Estas tasas no serían malas para un país desarrollado, pero para nosotros es absolutamente insuficiente si queremos ser un país desarrollado dentro de 10, 15 o 20 años. Las brechas en salud, educación, infraestructura, etc., que necesitamos cubrir son demasiado grandes, y si algo no cambia para acelerar esta tasa de crecimiento llegaremos al 2030 con un ingreso per-cápita que apenas habría pasado de 6500 US$ a cerca de 8600 US$ y seguiremos temiendo el resurgimiento de Sendero Luminoso.
La brecha con los países desarrollados es inmensa y, a este paso, seguirá agrandándose.
No vemos que en el horizonte cercano puedan aparecer fuerzas externas que nos arrastren a otra década de crecimiento rápido, como las que arrastraron a nuestra economía desde el 2005 hasta el 2013. La llamada “ventana demográfica”, de la que algunos esperaban milagros en términos de crecimiento, se está cerrando sin que se concreticen los sueños depositados en ese período. Esta “ventana” generó esperanzas erróneas, aunque ella solo consiste en un período durante el cual empieza a decrecer la tasa de crecimiento poblacional para no volver a subir, con lo que la ventana se torna en una ilusión dolorosa: si durante ella no se alcanzó el desarrollo, posteriormente el envejecimiento de la población agravará la situación del país. Durante estos años no se ha producido ni la inversión requerida, ni en los lugares y actividades necesarias. La priorización de la inversión en el llamado Metro de Lima es una muestra. Una inversión de esa magnitud en infraestructura en los valles serranos (en infraestructura, energía, educación y salud), por ejemplo, hubiera sido mucho más efectiva para el desarrollo del país, pues hubiera generado una ampliación y profundización del mercado nacional. Con agua permanente mediante reservorios y buenas vías de comunicación la Sierra podría competir con la Costa en exportaciones agrícolas y de todo tipo, en beneficio del país.
El desarrollo y el sector externo
Mostrando una tendencia que viene desde 2007, la balanza en Cuenta Corriente, positiva desde2004 hasta 2007, decreció y desde 2009 es claramente negativa. En 2014 el déficit fue algo mayor de 4% del PBI, como se aprecia en el Gráfico 3. Esto, entre algunos otros factores, está indicando que el crecimiento que estuvimos experimentando no estuvo acompañado de aumentos significativos de productividad que nos permitan exportar más. Esto puede generar una gran debilidad y poner un límite al crecimiento económico, pues cuanto más se crezca mayor será el déficit en Cuenta Corriente.
Los datos sobre el Tipo de Cambio Real Efectivo muestran lo mismo (cuanto más alto es el valor del TCRE menor es la competitividad). Según las cifras, Perú perdió competitividad entre 2007 y 2012, el 2013 hubo una ligera recuperación que no se ha modificado hasta Mayo 2015, como se aprecia en el Gráfico 4.
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La Pobreza
La pobreza peruana es, básicamente, rural y no costeña, lo cual no significa que no haya pobres en la Costa o en las ciudades. Según el INEI, al 2012 el 26% de la población peruana se encuentra en situación de pobreza. En Lima la población en pobreza es el 15%, mientras en el resto del país es el 31%. En las ciudades del país es el 16.6% mientras que en las áreas rurales alcanza el 53%. En la Costa es el 16.5%, en la Sierra es el 38.5% y en la Selva es el 32.5%. La pobreza se ha reducido pero no a la velocidad necesaria, y se mantiene en niveles elevados e incompatibles con el desarrollo del país.
Algunos encuentran en la llamada “tramitología” el principal obstáculo al crecimiento de las inversiones, sin embargo, un obstáculo mucho mayor es la falta de calificación de la fuerza laboral, la falta de condiciones de salud y sanidad de la población en general, la carencia de transporte eficiente y rápido…todo esto, en particular, en la Sierra y Selva, y en las zonas rurales.
¿Necesitamos un cambio de modelo? ¿En qué consiste?
Las fuerzas identificadas con las derechas han usado la palabra “cambio” (en las elecciones pasadas no hubo ninguna de ellas que no mencionara el cambio en el nombre o en la propaganda de su agrupación), pero han rechazado ardorosamente dicha necesidad. Por su lado, las fuerzas que se identifican con la izquierda han venido sosteniendo que este cambio es indispensable, sin haberse puesto de acuerdo en qué consistiría.
Nuestra respuesta es afirmativa: es necesario un cambio de modelo, pero ¿en qué consiste?
Tanto la izquierda como en especial las derechas, no se ha entendido la necesidad de desarrollar el mercado en nuestro país pese a la propuesta de La Gran Transformación, traicionada y abandonada por Humala.
La primera estuvo equivocada todo el siglo XX. Se desgastó derrochando idealismo, proponiéndose una idea no sólo equivocada sino también imposible: la destrucción del mercado y su reemplazo por alguna forma de planificación central como vía hacia el desarrollo del país. Con seguridad, el profundo atraso de nuestro país influyó en esta mirada que impidió ver que el mercado en el mundo y mucho más en nuestro país, tenía (y tiene) un inmenso potencial de crecimiento y una igualmente grande función que cumplir para nuestro desarrollo. La izquierda durante el siglo XX creyó que la fuerza del mercado ya se había agotado. Sin embargo, la población peruana entendió que esto no era así, y con su alejamiento de esas propuestas redujo a la izquierda a porcentajes minúsculos de la población y a alguna especie de capillas seudo-conspirativas.
El discurso de defensa del mercado debió quedar en manos de las derechas. Pero estas, seguramente también por el atraso del país y su extremada pobreza que tenía en su base la diferenciación social y racial, pasaron la mayor parte del siglo XX sin entender que el desarrollo del país y la inclusión de la población andina india y mestiza eran la misma cosa, y estaban vinculados con el desarrollo de un mercado nacional. Ellas entendieron el mercado como la defensa de su propiedad y de su supuesto derecho a manejar el país de acuerdo a sus pequeños intereses, por eso nunca creyeron ni aceptaron la necesidad de desarrollar el mercado en toda la extensión del país. Como evidencia de esto se puede mostrar que, pese a haber controlado el Estado prácticamente desde el inicio de la República, nunca buscaron integrar el territorio nacional (con la sola excepción de la buena intención del Presidente Manuel Pardo y Lavalle en el siglo XIX). Tampoco se interesó en incluir a indios y mestizos al Estado desarrollando infraestructura y extendiendo servicios públicos para toda la población.
Esta incapacidad de las derechas se hizo patente en su incapacidad (hasta ahora) de entender el llamado Gobierno Revolucionario de Juan Velasco Alvarado, cuyo objetivo declarado (al margen de sus equivocaciones) era desarrollar el mercado nacional protegiendo la industria, e incluir a indios y mestizos a la vida nacional para crear un país de ciudadanos. Al no cumplirse con este reclamo para la integración del país y la inclusión de la población, nuestra historia republicana, en particular la reciente, estuvo marcada por una violencia que hasta hoy hace imposible una evaluación objetiva de esos acontecimientos.
El cambio de modelo es necesario
Sin embargo, el cambio de modelo es necesario. Si queremos un país industrializado necesitamos que se desarrollen grandes industrias (pues ningún país logra industrializarse promoviendo solo las PYMES aunque esto puede ser un comienzo). Esto, que puede empezar con el esfuerzo de pequeños empresarios, será tarea del país en general, pero en particular de grandes empresarios o emprendedores que trabajarán porque saben que disfrutarán de los beneficios de su dedicación. Por lo tanto, la propuesta de cambio tiene que implicar que los empresarios de todo tamaño, incluyendo a los más grandes, resultarán beneficiados. En este sentido, la izquierda y los trabajadores tienen que entender que no es un pecado ser gran empresario. El desarrollo del mercado en todo el país solo puede desarrollarse si la base social del cambio son los empresarios modernos.
Para proteger al mercado, la economía de mercado moderna ha creado mecanismos e instituciones para su Regulación. En todo el mundo desarrollado, los mercados son regulados por instituciones especializadas. La verificación de la calidad del producto y su ajuste a las especificaciones establecidas, el cuidado del mercado para evitar que este sea controlado por grandes compradores y vendedores, son tareas de la Regulación. Estas tareas de vigilancia para el buen funcionamiento del mercado que llamamos Regulación del mercado, debe incluir al mercado laboral.
El Estado es el principal interesado en el buen funcionamiento del mercado. Buena parte de las limitaciones tanto en el crecimiento económico como en el buen funcionamiento del mercado se deben a que el Estado, debido a su pequeñez y debilidad, no ha funcionado bien. La ideología de las derechas peruanas ha contrapuesto Estado y Mercado y ha buscado debilitarlo, tal como también lo hizo la ideología de la izquierda. Pero, en la historia humana ambos han coexistido y se han reforzado mutuamente.
En este enfrentamiento ganó la ideología de las distintas derechas, el resultado está a la vista. Tenemos un Estado tal como lo quisieron. Alguien dijo que “Dios castiga a los hombres concediéndoles sus más recónditos deseos”, las derechas querían un Estado raquítico para controlarlo, y obtuvieron un Estado raquítico pero que, en muchas situaciones, ya no controlan. Las protestas mineras, el crecimiento de la delincuencia y el sicariato son expresiones de esto. Pero, un modelo diferente de crecimiento económico necesita un Estado fuerte, convalidado y reconocido por la población que, regulando adecuadamente al mercado permita su mayor expansión en todo el territorio nacional.
Enviado por Cristian Correa (no verificado) el
Enviado por Emilio Arteta T... (no verificado) el
Mi estimado pariente, si la sierra tiene una geografia diferente a la costa, como se podria hacer una carretera longitudinal msi los Andes impiden eso, la geografia del Perú en la Sierrra es diferente y de la Selva también, se deben aplicar nuevas tecnicas de vias de comunicación y transporte para integrar mas a nuestro pais.
Me parece interesante la reflexión sobre integración de la Sierra y la Amazonia para la generación de un mercado nacional, y la crítica a la inversión pública localizada en la costa. Precisamente una de las propuestas más interesantes de la CVR para abordar las dimensiones colectivas del conflicto armado y la profunda marginalidad histórica fue la inversión pública en las zonas marginadas y afectadas por ambos. Esta podría ser una plataforma politica progresista en lo económico y social que continue la labor de la CVR, pero que tenga eco en los desafíos del presente.