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Ayacucho ha quedado

Ayacucho ha quedado evidentemente en la memoria colectiva como el símbolo de un tiempo de violencia y muerte, pero a pesar de que las características de los conflictos necesariamente no son los mismos, ni obedecen a la coyuntura de la década del 80 y el 90 en la región, cada vez que se suscitan hechos de violencia, los nuevos escenarios no son objeto de un análisis objetivo por parte de los hacedores de políticas o quienes toman decisiones a nivel de gobierno, el Ayacucho “terrorista” resucita. Lo más lamentable de este hecho es que las políticas y estrategias para enfrentar los sucesos del VRAEM no son coherentes, porque no responden a la realidad del contexto y Ayacucho vuelve a tomar un sesgo negativo. Felicito el artículo de Jeffrey Gamarra por su análisis detallado de las características político sociales de la nueva coyuntura y por continuar apostando por Ayacucho.