La cuadra maldita de Lima Metropolitana

La cuadra maldita de Lima Metropolitana

Jorge Levaggi IDL-Seguridad Ciudadana
Ideele Revista Nº 243

(Foto: La República)

“Era un lunes como cualquiera, salí a comprar a la tienda de la esquina como a las 8 de la noche. Cuando pasé por la casa de Juan, noté que afuera había un carro estacionado con personas desconocidas adentro. Me llamó la atención, pero seguí caminando. Pocos segundos después, Juan llegó a su casa. Inmediatamente bajaron las cinco personas del carro: tres hombres y dos mujeres, todos con pistolas. Uno le puso la pistola en la cabeza y lo obligó, insultándolo, a abrir la puerta de su casa. Todos entraron con él. Yo me asusté porque además su esposa estaba en la casa y tiene varios meses de embarazo […] Justo hace unos días, después de tantos reclamos, nos habían puesto a un sereno desde temprano caminando por toda la cuadra. Él también se dio cuenta cuando los ladrones entraron a la casa. Intentó pedir apoyo, pero su radio no servía, así que yo tuve que llamar a serenazgo desde mi celular. Los ladrones se fueron a los cinco minutos, el serenazgo llego después de treinta y la policía después de cincuenta. Por suerte, los delincuentes no dispararon, pero golpearon a Juan y a su esposa…”. (Luis Campos, vecino de la cdra. 3 de la calle Diego de Agüero, San Miguel, Lima)

La cdra. 3 de la calle Diego de Agüero está ubicada en el límite distrital entre San Miguel (distrito al que pertenezco) y Magdalena, a dos cuadras del malecón y a cuatro cuadras de la Municipalidad de San Miguel. Hace aproximadamente dos años, la situación de inseguridad en este lugar cambió radicalmente. Empezaron a ser comunes los asaltos a mano armada, los robos a viviendas y, sobre todo, los robos de vehículos y autopartes. Hoy, la cuadra en la que vivo hace más de veinte años, es conocida como la “cuadra maldita de Lima Metropolitana”.1

Si bien este nombre puede sonar escandaloso, como es usual en los temas relacionados con inseguridad ciudadana, no es poca cosa contar con –probablemente- la mayor incidencia de robos de vehículos a nivel nacional. Entre el 2013 y lo que va del 2014, en esta cuadra se han robado nada menos que veinte carros. Prácticamente una de cada dos familias ha sido víctima de esta modalidad delictiva. El observatorio del delito de San Miguel, el cual utiliza la estadística delictiva generada por la policía y la municipalidad para un mejor análisis de la información, divide al distrito en diez cuadrantes. La calle Diego de Agüero forma parte del décimo cuadrante. En este, entre agosto 2013 y enero 2014, se registró el 39% (correspondiente a 50 casos) de los robos de vehículos del distrito, el 27% (20 casos) de robos a establecimientos comerciales, el 24% (13 casos) de robos a domicilios, el 20% (20 casos) de robos de autopartes, el 19% (más de 400 casos) de delitos contra el patrimonio y el 15% (123 casos) de robo a transeúntes.2

Los datos demuestran que el problema de inseguridad de la zona es real. El décimo cuadrante y, especialmente, la calle Diego de Agüero lideran los índices de incidencia delictiva, los cuales superan por mucho a otras zonas del distrito.

San Miguel ¿Patria Segura?
Un aspecto que ha generado tanta indignación como los mismos hechos delictivos es la poca efectividad de las autoridades locales encargadas de garantizar los servicios de seguridad. Ni la Policía Nacional del Perú, a través de la Comisaría de San Miguel, ni la Gerencia de Seguridad Ciudadana y el equipo de Serenazgo de la Municipalidad han conseguido elaborar una estrategia que permita solucionar este problema.

Cuando los vecinos notamos que la situación se había escapado de control, hicimos lo que nos correspondía: denunciamos los delitos, nos organizamos y buscamos a las autoridades para generar una solución en conjunto. Inicialmente, la alternativa más prometedora fue brindada por la Municipalidad de San Miguel. Se coordinaron reuniones vecinales con la presencia de las autoridades municipales en el barrio; se gestionó la instalación de alarmas operadas a través de celulares e interconectadas con la central de la jefatura de Serenazgo; e incluso, se logró que en la mayoría de los días contáramos con la presencia de serenos rondando en la cuadra.

Como era de esperarse, los resultados de estos trabajos sirvieron más a unos que a otros. Los encargados de la seguridad municipal llenaron reportes exitosos sobre la organización de la comunidad e instalación de alarmas (tan parecido a la bulla que se le da a la compra de patrulleros o cámaras de video vigilancia). Los vecinos, a pesar de esto, seguimos tan inseguros como siempre. Es muy difícil impactar en la inseguridad cuando el objetivo de tu trabajo es demostrar el trabajo que haces.

Existen muchos casos que demuestran cómo el serenazgo, actuando contra el sentido común, y la policía, la mayoría de veces no actuando, nos hacen sentir desprotegidos y nos exponen a la delincuencia

Hace dos meses, por ejemplo, robaron con armas de fuego una camioneta en Diego de Agüero. Los ladrones consiguieron reducir al dueño y se llevaron la camioneta con dirección al Callao. En ese momento había un serenazgo en bicicleta en la esquina que cumplió adecuadamente su función e informó a la central de serenazgo lo que había ocurrido y la avenida que habían tomado los delincuentes como ruta de escape. El problema fue el siguiente: aproximadamente cinco minutos después, pasaron por la puerta de la casa donde ocurrió el robo diez patrulleros de serenazgo con sirenas y circulinas encendidas, a toda velocidad. Como mencioné al inicio, Diego de Agüero limita con Magdalena, lo más alejado posible de la dirección tomada por los delincuentes. ¿Cuál fue el propósito de hacer eso? ¿Esperaban que los delincuentes vuelvan a esta cuadra porque mientras fugaban vieron otro carro que les interesó? ¿No debían esos patrulleros, ayudados por las cámaras de video vigilancia del distrito realizar el seguimiento al vehículo e ir informando a la policía para su intervención? Según Armando Del Hierro, Sub-Gerente de Serenazgo del distrito, el accionar de su equipo fue el adecuado y se realizó en cumplimiento del protocolo ante este tipo de hecho delictivo.

Existen muchos casos que demuestran cómo el serenazgo, actuando contra el sentido común, y la policía, la mayoría de veces no actuando, nos hacen sentir desprotegidos y nos exponen a la delincuencia. La mayoría de veces, cuando ubican a un sereno en mi cuadra durante la madrugada, el efectivo se pasa todo su turno durmiendo; cuando intentamos activar las alarmas de seguridad, no funcionan; y cuando llamamos a nuestras autoridades por alguna emergencia, demoran media hora en llegar o simplemente no llegan. Recuerdo que en agosto del 2013, durante una reunión en mi casa, le robaron el auto a un amigo. Apenas nos dimos cuenta llamamos a la Comisaría de San Miguel y nos dijeron que no podían venir, ni hacer nada, por falta de personal. Es imposible consolidar la coordinación de los diversos actores de seguridad ciudadana a nivel distrital cuando se presentan tantas deficiencias a nivel institucional. Si creemos que impactar realmente en la seguridad ciudadana es sobre todo desarrollar estrategias preventivas que aborden las fuentes del crimen y la delincuencia, imagínense que tan lejos estamos si nuestros métodos represivos presentan un nivel tan bajo.

El último aspecto que debe ser abordado está relacionado con las responsabilidades compartidas, entre los diversos municipios, en temas de inseguridad. La calle Diego de Agüero, por estar ubicada en el límite distrital, debería estar cubierta por el doble de servicios municipales y policiales. Así como por nuestras puertas pasan distintos camiones de recojo de basura, qué fácil sería si ocurriera lo mismo para los temas relacionados con seguridad. Como la evidencia lo constata, nuestra ubicación nos ha dejado expuestos. En lugar de contar con efectivos y patrullaje otorgado por ambas jurisdicciones, hemos sido dejados de lado, bajo la suposición de que nuestra zona es resguardada –o es responsabilidad- del otro distrito. No me atrevo a desarrollar, o siquiera imaginar, una estrategia coordinada entre municipalidades, de cuidado y patrullaje alternado. Por ahora, no existe el interés ni las capacidades suficientes para realizar un trabajo en ese sentido.

Incluso ante los amagos de incorporar la estrategia de “Serenazgo sin fronteras” en años anteriores, los propios efectivos de Serenazgo de la Municipalidad de San Miguel nos han explicado que los límites distritales resultan un problema para ellos y que el paso a otro distrito podría ocasionarles graves llamadas de atención o despidos. Por supuesto, esto significa que en Diego de Agüero, ante algún delito identificado por este tipo de servidor municipal, al malhechor le basta con cruzar la pista para que la persecución llegue a su fin. Y ciertamente esto no es una exageración de mi parte. Es común presenciar, por ejemplo, que personas que se encuentran tomando licor en la vía pública simplemente cruzan la pista para anular el accionar del Serenazgo.

A los vecinos solo nos queda mantenernos organizados y seguir exigiendo que mejore la calidad de los encargados de desarrollar las estrategias de seguridad. Es necesario que los alcaldes muestren verdadero interés y liderazgo en el tema, y que consoliden, además, una visión global de la inseguridad, incluyendo en su planificación a los distritos colindantes. Ante el conocimiento de la migración de la delincuencia y que la mayoría de hechos delictivos son generados por personas ajenas a los barrios, e incluso a los mismos distritos, ¿cómo no pensar en una estrategia integral frente a la inseguridad?

Ante toda esta información, todavía no es posible dar una respuesta certera sobre la maldición de Diego de Agüero, aunque pocas hipótesis permiten explicar por qué tanta mala suerte con el nivel de nuestras autoridades.

 

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1La alta incidencia delictiva en la calle Diego de Agüero llamó la atención de los medios de comunicación. En enero del presente año, el programa “Alto al crimen” realizó un reportaje sobre los diversos hechos delictivos en la zona, al cual tituló: “La cuadra maldita de Lima Metropolitana”.

2Observatorio del Delito y la Convivencia social de San Miguel. Informe Estadístico de la Seguridad Ciudadana y la Convivencia social de San Miguel. Lima, Perú. Enero 2014.

 

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