Otro César Hildebrant. Nada
Enviado por Amparo Chávez (no verificado) el
Hace unos días, en un artículo publicado en la prensa europea, el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, señalaba que la diplomacia, entre sus diversos principios básicos, tiene el de luchar por un laborioso equilibrio de intereses. Si nos atenemos a esta aseveración del prestigioso ministro, pues podríamos asegurar que, en el reciente fallo de La Haya, nuestros intereses no han logrado ningún equilibrio y, mucho menos, han sido salvaguardados.
Los que creemos que el llamado “triunfo en La Haya” es todo lo contrario, hemos sido atacados no con la fuerza de los argumentos y de los hechos sino con descalificaciones que demuestran la debilidad de los victoriosos. Se acusa de chovinista a quien defiende el interés nacional, o de buscar notoriedad a quien ejerce la función política de la crítica. Es en ese sentido necesario precisar que motivos hay, más que suficientes, para no unirnos al coro “victorioso”.
El 27 de enero pasado, cada uno de los puntos principales de la posición peruana ha sido derrotado en La Haya. Que la frontera marítima con Chile empiece en el Hito n.° 1 y no en el Punto Concordia es señal inequívoca de la pulverización de la tesis peruana, no porque nos falte razón, sino porque no supimos defenderla. A eso podríamos agregar que la llamada bisectriz, que debería partir de un punto lo más cercana a la costa según nuestra postura, fue también diseñada a la medida de los intereses chilenos, apartándonos de la riqueza económica, ubicada en las 30 primeras millas y, peor aún, dejando sin costa, sin mar, a una orilla de poco más de 200 metros pero que, proyectada hasta las 200 millas, es un área considerable.
La diplomacia, como cualquier sector, debe ser sujeta de crítica y fiscalización. Eso al menos es lo que haría cualquier Estado que se siente un Estado. Pero no sucede en nuestro país, donde el amiguismo, la falta de conocimiento de nuestra historia y, sobre todo, el predominio de la economía por sobre la soberanía nos han colocado en una situación que, estoy seguro, la historia condenará.
Tal vez el medio que con mayor certeza ha calificado el reciente fallo de La Haya ha sido el célebre semanario británico The Economist. Lo llamó “victoria simbólica”, y eso ha sido. Otros analistas internacionales han calificado al resultado como de una pérdida sentimental para Chile, y ambos tienen razón. El Perú no ha tenido una victoria real. Le han otorgado un espacio en alta mar, sobre cuya soberanía económica ni siquiera estamos seguros pues no hemos firmado la Convención del Mar, y sobre cuya riqueza natural no hay mucho que decir, por la falta de estudios, ni que explotar, por la ausencia de infraestructura. En ese sentido, el triunfalismo exhibido es ridículo, a tal punto que Chile continúa con la soberanía marítima desde el hito n.° 1 y no ha perdido nada, en absoluto, de la riqueza económica que genera la zona. El canciller Moreno ha declarado que la situación económica de Chile en la zona sigue intacta, y tiene toda la razón.
El 27 de enero pasado, cada uno de los puntos principales de la posición peruana ha sido derrotado en La Haya
Uno de los problemas en el Perú es que se ha celebrado, sin mayor análisis, el resultado. Si no queremos repetir los errores, debemos analizar el proceso. Mientras en Chile hacían lobby y política, en el Perú se pedía el silencio político y se señalaba como incapaz de sufrir de la presión del cabildeo a la Corte Internacional de Justicia. A razón de sus últimos fallos, Nicaragua-Colombia y Perú-Chile, no tengo la menor duda de que la Corte, como cualquier juez, sufre y siente los embates del cabildeo. Allí están los resultados para demostrarlo. Nos descuidamos, entendimos con una lógica perdedora que cualquier resultado nos favorecía, y allí tenemos a la vista un veredicto injusto para el Perú, pues consolida la posición chilena.
Con gran desconocimiento se dice ahora que todos nuestros problemas fronterizos han quedado culminados. Tampoco es así. Bolivia ha presentado una demanda contra Chile sobre la cual podría ser que nuestro país, según los tratados, tenga que ser consultado. Y, por otro lado, persiste el problema del llamado triángulo terrestre, peruano desde cualquier punto de vista, pero sobre el cual Chile mantiene usurpación. ¿Han culminado los problemas? No. ¿Cómo puede ser bueno un fallo que por ambiguo abre otro frente, el terrestre?
Finalizo con unas líneas para los que creen que todo se resuelve mejorando nuestras relaciones económicas. Este año se conmemoran 100 años del inicio de la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial. Como dice el propio Steimeier, con ella se fue al traste la primera globalización: las economías europeas estaban tan entrelazadas que nadie pensaba como lógica una guerra; sin embargo, la hubo. En el Perú no nos damos cuenta de que la influencia de Chile en nuestra economía es tan alta que ya manipula a la opinión pública y a la política. Aunque ése… es otro tema.
Enviado por Amparo Chávez (no verificado) el
Otro César Hildebrant. Nada les parece bien y siempre están hablando de una conspiración chilena.